3- Universidad y playa.

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Bastián West

—No quiero llevar miel —saqué el frasco de mi carrito—, a mí no me gusta la miel, a mí no me parece nada rica.

—A ver, vas a llevar las miel por dos razones —Charlie levantó dos de sus dedos—. La primera: porque a mí me gusta y no puedo vivir sin miel.

—No es normal que le pongas miel a todo lo que comes, sabes cuántos parásitos debes de tener por tanto dulce.

—Eso no es asunto tuyo. La segunda razón es: eres un buen amigo y comprarás la miel para mí —devolvió el frasco a mi carrito y me crucé de brazos.

—Siempre te aprovechas.

—Soy mayor que tú —se encogió de hombros.

—Sólo tres meses —seguimos avanzando y echando más cosas a nuestros carritos.

Vivir juntos y solos sin que nadie hiciera las cosas por nosotros no estaba tan mal, sólo que me tocaba hacer la comida a mí y pues ahí estaba yo todos los días con un recetario intentado no quemar la cocina y que al menos algo me quedara bien. El lado bueno: estaba aprendiendo a hacer algo más que huevos revueltos. Terminé con mis compras y sólo me dediqué a seguir a Charlie porque aún no había terminado, le encantaba dar vueltas por todo el supermercado, antojándose de todo.

—Tengo hambre, ¿podemos irnos? —saqué una soda de uno de los refrigeradores y empecé a tomarla.

—Sí, vámonos —caminamos hacia la caja. Le pasé la lata de soda, tomó un poco y me la devolvió.

—¿Has hablado con Summer? —le pregunté mientras esperábamos nuestro turno.

—Sí, pero no mucho, supongo que está ocupada cuidando al animal de su novio —se encogió de hombros y asentí.

Summer tenía pésimo gusto con sus novios, siempre eran unos imbéciles y sí, ya sabíamos que le gustaban mucho los animales, pero tenerlos de novios era demasiado.

Llegó nuestro turno en la fila, desocupamos nuestros carritos, pagamos y regresamos a casa.

—Hoy es tu turno de cocinar —vi a Charlie.

—Ay no —echó su cabeza hacia atrás—. Hoy será día de pedir comida.

—Siempre que te toca a ti hay que pedir comida, pero cuando me toca a mí no se puede —le lancé un cojín y le di en la cara—. Estoy harto, todo en esta casa lo hago yo, no soy tu chacha, que te quede claro.

—Cariño, tienes razón, esta noche te llevaré a cenar —se puso de pie y se acercó a mí—. Te tengo muy descuidada, perdón —tomó mi mano y lancé una carcajada.

—Suéltame maldito estúpido —me aparte—, más vale que esta noche me lleves a un buen restaurante.

—Por supuesto mi vida, lo mejor para ti —me lanzó un beso y le saqué el dedo—. Muérete entonces.

Luego de arreglarnos esa noche sí fuimos a cenar, luego de eso fuimos a ver una película y luego pasamos por un bar tomando una cerveza y jugando billar. Fue una gran noche, quejarme tuvo su recompensa.

•••

Perfecto, ya entendía porque a nadie le emocionaba ir a la universidad, a penas dos meses y ya estaba considerando el suicidio, quizás lanzarme frente a un auto o algo por el estilo. Llevaba dos días sin poder dormir, había tomado más café que... que alguien a quien le gustaba el café y no es que a mí no me gustara, pero es que al paso que iba los riñones se me iban a consumir y me iba a morir. Bueno, al menos esa era una buena manera para evitar el suicidio.

Del amor al odio por West [West#0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora