11- Picasso.

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Segundo año

Bastián

No es que a mí me gustara estudiar mucho, pero estaba contento de volver a la universidad, de alejarme de casa y de toda la mierda que había pasado en tan poco tiempo. Afortunadamente ya estaba completamente bien, las terapias me habían ayudado muchísimo, ya que al principio me dolía y costaba mucho caminar, pero ya estaba bien, al menos físicamente.

—Mañana debemos ir a comprar todos los materiales para volver al martirio que es estudiar —Charlie se dejó caer en el sillón.

—¿Por qué mañana y no hoy? —acomode los portarretratos que anteriormente había limpiado de todo el polvo que tenían.

—Porque hay mucho que limpiar acá —se encogió de hombros.

Realmente el departamento estaba sucio, había mucho polvo, todo estaba desordenado.

—Está bien, ayúdame sí, sabes que aún me canso muy rápido —no era del todo falso, pero tampoco era del todo real.

—Claro que te voy a ayudar, sólo dame un momento —estaba escribiendo en su celular.

—¿Qué tanto haces? —quise asomarme, pero se apartó.

—Cosas y ya no seas chismoso —se puso de pie y empezó a organizar todo.

Cuando terminé lo que había tomado como mi parte, me fui a mi cuarto, escogí ropa cómoda para quedarme en casa y luego fui al baño, en donde me quedé un poco más del tiempo necesario bajo el agua. Me quedé ahí, sin pensar en nada, sólo respirando, justo como lo había estado haciendo desde el accidente de mi hermana, de verdad que a veces sentía que sólo hacía eso, existir sin un propósito, bueno sí, tenía un propósito, ser el culpable que mi padre necesitaba para estar tranquilo.

—¡Sirenita, sal ya! —los gritos acompañados de golpes fuertes en la puerta, me hicieron reaccionar y cerrar la llave—. ¡La pizza se va a enfriar, así que mueve tu culo plano de ahí y sal ya!

Me puse la toalla y abrí la puerta tomándolo por sorpresa.

—Aquí el único culo plano eres tú —pasé a su lado y entré a mi cuarto, donde la ropa ya me esperaba en la cama.

Me vestí y salí, Charlie estaba buscando una película en la televisión, me senté a su lado y tomé un trozo de pizza, cuando la mordí sentí que ya estaba fría, pero no tenía ánimos de calentarla así que me la comí así, mientras veía un programa de vestidos de novias que Charlie había dejado.

—¿Te vas a casar? ¿Quieres diseñar vestidos de novias? Porque no entiendo el porque debemos ver esto —lo vi y él ni me prestó atención.

—No hay nada mejor que ver —se encogió de hombros.

—Estoy seguro que encontraré algo mejor que esto —le arrebate el control remoto y cambié de canal y encontré Disney Chanel.

—Oh no, por favor, no empieces, no entiendo tu obsesión con Disney, ya madura John.

—Oye, esta serie es divertida, te lo aseguro —antes de que siguiera hablando se puso de pie, pero no contento con dejarme hablando solo, me dio un golpe en la cara.

—Madura, esa serie es para adolescentes, Troy Bolton —me sacó el dedo y se encerró en su habitación.

Bueno, él se lo perdía, yo disfrutaría de la serie, porque las series de Disney a mí sí me gustaban y lo del Troy Bolton, lo tomé como un cumplido.

•••

—Algún día tienes que enseñarme a hacer todas esas piruetas y todas esas rimas —le dije Catie mientras nos dirigíamos hacia la salida del campo después de su entrenamiento.

—Esto es un arte, no cualquiera lo puede hacer —se encogió de hombros en modo arrogante.

—Por favor, yo soy arte, podré con eso —lanzó una carcajada y la seguí.

—No tengo dudas, pero es mejor no enseñarte, no quiero que me quites el puesto de capitana.

—Yo me vería aún más espectacular que tú en ese uniforme, no te prives de ver tremenda belleza —lanzó una carcajada, pero una tremenda carcajada que luego de un rato hasta le faltaba el aire.

—Me lo imaginé y Dios —siguió riendo—, daría lo que fuera por ver eso.

—Cuando quieras soy capaz de cumplir tu fantasía —subí y bajé ambas cejas varias veces seguidas.

—Relájate, Bastián West —nos acercamos a donde estaba estacionada mi moto, porque sí, tenía moto nueva, a penas la estaba empezando a usar ese día.

Pero claro, con cuidado, a velocidad de tortuga, porque todavía me afectaba recordar el accidente y todo lo que tuve que pasar para, físicamente, volver a ser el Bastián de antes.

—¿En serio, otra moto? —Catie la veía de arriba a bajo—. No tienes miedo.

—Miedo no, malos recuerdos sí, pero también me gusta y quiero reemplazar los malos recuerdos con buenos y quiero que eso empiece hoy —tomé ambos cascos y le pasé uno—, contigo —vio el casco y luego a mí—. Antes de ese día yo nunca había tenido un accidente, así que no tiene...

—Tranquilo, sí voy —tomó el casco y sonreí—. Pero, ¿adónde vamos?

—Ya verás.








Me estacione y bajamos de la moto, dejamos los cascos sobre esta y nos acercamos al mirador, el atardecer empezaba a dar su gran espectáculo de colores. Mi gran objetivo llevándola ahí, era por fin pedirle que fuera mi novia y aunque parecía estar tranquilo, la realidad era que estaba nervioso, sabía que yo le gustaba, estaba claro, pero no estaba seguro de si ella querría tener una relación conmigo. Bueno, me arriesgaría a tener una respuesta negativa.

—Me encanta ver el atardecer —suspiró viendo hacia el frente—. Esos colores son tan hermosos, ni Picasso podría haber echo tremenda obra de arte —sonreí viendo hacia el frente también.

—Ni Picasso podría haber pintado una obra de arte como tú —dije viéndola y ella se giró hasta que nuestras miradas se encontraron.

—¿En serio crees eso? —asentí y bajó la mirada.

—Eres hermosa, por dentro y por fuera, eres la chica más maravillosa que yo he conocido hasta ahora y estoy seguro que serás la única que conoceré —tomé su mano—. Te traje acá porque quiero pedirte que seas mi novia, yo estoy enamorado de ti, de verdad.

Vio nuestras manos, luego a mí y de nuevo nuestras manos, se quedó un rato con la mirada ahí y luego apartó su mano de la mía. Ese gesto hizo que sintiera un enorme vacío en mi ser, que se llenó por completo cuando rodeó mi cuello con sus brazos y me besó.

—Yo también estoy enamorada de ti, Bastián y quiero ser tu novia —me dio un pequeño beso—. Te estabas tardando, eh —rodeé su cintura con mis brazos, la levanté hasta que su cara quedó frente a la mía y volví a besarla.

—Perdón, me vuelvo un inseguro cuando estoy frente a una chica tan hermosa como tú.

—No tienes porque, contigo la respuesta siempre será sí.

—¿Ah sí? —asintió—. Tomemos un baño en la playa, ahorita.

—Ok, no siempre será sí —reí y nos volvimos a besar.

Bien, oficialmente la chica más hermosa del mundo, era mi novia.

Del amor al odio por West [West#0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora