16- Vacío.

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Tercer Año

April Miller

Me dejé caer en la cama, sorprendentemente me hacía falta mi habitación en la casa de hermandad, aún después de haber pasado mis vacaciones en casa de mi papá, donde todavía era difícil estar sin mi hermano, pero igual papá y Noelia siempre me hacían sentir bien, como en casa, aunque no iba a negar que si hubieron momentos muy incómodos, al final del día, papá y yo aún no teníamos la mejor relación del mundo y por otro lado, no quería que Noelia se sintiera mal con mi presencia, quien sabe si tal vez el verme le recordara que había perdido a su hijo o que pensara que yo intentaría ocupar su lugar. Nunca dijo ni insinuó nada, pero igual la mayor parte del tiempo traté de mantenerme distante de ambos y permanecer lo más posible en mi habitación.

Aunque papá no estaba de acuerdo con eso y a veces cuando volvía del trabajo llegaba a buscarme e íbamos por un helado, pero igual, no había mucho que hablar y cuando había algo que decir, en parte yo lo terminaba arruinando, como esa tarde en que estaba segura que mis palabras lo habían lastimado.

—Me alegra que podamos pasar algo de tiempo juntos —dijo mientras caminábamos de regreso a casa y comíamos helado, el mismo que se derretía rápidamente en esa tarde calurosa.

—Sí, aunque el tiempo perdido ya no se va a recuperar, por si es lo que intentas —sentí su mirada en mí, pero no volví a verlo y me centré en mi helado.

—Cariño, yo sé que no voy a recuperar todo el tiempo que perdí, por no haber dicho la verdad, pero créeme que estoy muy arrepentido, de verdad... —me detuve y lo vi.

—El hecho de que estés arrepintiendo no cambia la infancia de mierda que tuve, mientras tú tenías una familia perfecta —bajó la mirada—. Si no me hubieras dejado ahí, las cosas serían diferentes, pero el hubiera no existe y las cosas son como son.

Seguí caminando, sin esperar una respuesta y sin esperarlo a él que sólo se quedó parado ahí, con la mirada al suelo y los hombros caídos. En ese momento no sentí remordimiento, estaba furiosa, ni siquiera yo entendía porque, pero al llegar a casa y encerrarme en mi habitación, lo entendí, yo no quería estar ahí sin él, sin mi hermano, todo eso me estaba afectando, todo el dolor que me causaba estar ahí, se estaba reflejando en ira. Cuando lloré todo lo que pude, me relajé y me sentí muy mal por lo que dije, en parte tenía razón, pero en lugar de decirlo de esa forma, debí encontrar otra o mejor simplemente callarlo, porque a pesar de lo difícil que era, él se estaba esforzando por arreglar las cosas. Esa noche no bajé a cenar, nadie fue a buscarme, supuse que habían preferido darme mi espacio, como a las diez de la noche, tocaron a mi puerta, abrí y era papá.

—Lo siento, no quería molestarte, sólo creí que tendrías hambre —me mostró una bandeja con un sándwich y un vaso de leche con chocolate. En su tono de voz podía notar lo cauteloso que estaba siendo y lo triste que estaba.

—Gracias —tomé la bandeja.

—Bueno, descansa —dio la vuelta.

—Papá, espera —se detuvo y me vio—. Lo siento por lo que dije hoy —bajé la mirada—. Mi intención no era lastimarte, sólo estaba enojada y se me hizo fácil desquitarme contigo.

—Tranquila, ya olvídalo, al final del día, todo es mi culpa.

—No, es culpa de ella... lo siento, de verdad —una lágrima tras otra corrió por mi mejilla.

—Tranquila —se acercó y me abrazó un poco por la bandeja—, todo está bien, iremos poco a poco superando todo, daré lo mejor de mí —quería decirle algo, pero sólo lloré en su pecho como una niña pequeña.

Del amor al odio por West [West#0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora