12- Dolor.

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April Miller

Estaba tendida en la cama, viendo al techo y pensando en lo que me había pasado en la mañana y en lo estúpida que me sentía por dos razones: por haber saludado a un desconocido y que me haya ignorado, y la segunda, porque no podía dejar de pensar en él.

—Renata, ¿crees en el amor a primera vista? —conocía su respuesta, mi querida amiga era una romántica empedernida.

—Por supuesto que no —dijo sin más. Su respuesta me sorprendió tanto que de un salto me senté para verla.

—¿En serio? O sea, tú crees que el amor existe, entonces ¿por qué no crees en el amor a primera vista?

—Porque eso es una total farsa, una cosa es la atracción que llegas a sentir hacia una persona cuyo físico te atrajo y otra muy diferente es el amor que llegas a sentir por una persona de la cual conoces lo bueno y lo malo.

Sus argumentos tenían mucha lógica.

—Tienes razón, es una total estupidez —me dejé caer nuevamente en la cama y una vez más me quedé viendo al techo.

No podía dejar de pensar en lo lindo que era, porque no había sido la primera vez que lo había visto, ya antes había visto una foto suya en la vitrina de los trofeos de la universidad, no sabía qué deporte practicaba, pero me había gustado mucho su sonrisa y luego al verlo ahí, bajando de su auto y viendo en mi dirección, tomé la decisión de saludarlo, pero en cuanto lo hice apartó la mirada, dejándome como una estúpida. Nadie más me había visto, afortunadamente, pero así me sentía yo.

—¿Qué haremos hoy? —me preguntó Renata mientras se pintaba las uñas de las manos.

—No sé, pero tengo hambre —me levanté de la cama—. Voy a buscar algo de comer, ¿quieres...?

—Me traes un sándwich —asentí y salí de la habitación.

Bajé las escaleras rápido y llegué a la cocina, donde estaba la nueva líder, que no me caía mal, pero no era nada comparada con Celine, le falta más experiencia, con Celine todo era mejor, pero tocaba aceptar que ella ya no estaba. Me habría encantado conocerla antes, poder pasar más tiempo con ella, en serio que era una chica tan maravillosa. Saludé a todas las que estaban ahí y fui directo a preparar dos sándwiches.

—April, recuerda que hoy es el partido y debemos apoyar al equipo —me giré y vi a Tiffany, la líder.

—Lo había olvidado por completo.

—Menos mal que te recordé, nos iremos a las seis —asentí.

—Entonces nos vemos a la seis —dije luego de poner todo en su lugar y llevar un plato con sándwiches rumbo a la habitación.

—Demonios, no tengo ganas de salir —Renata hizo un puchero—, pero bueno, toca apoyar al equipo.

—Hey, ¿por qué estás tan desanimada? —suspiró.

—Pensé que tener una relación a distancia sería algo bonito, pero no, es algo complicado y la desconfianza está presente.

Había olvidado comentar que nuestras vacaciones las pasamos en una casa de playa con Celine, Derek, otras de las chicas y el primo lindo de Derek, Stuart, quien se había hecho novio de Renata, pero él estudiaba en Nueva York y ella en Los Ángeles, o sea, amor a distancia, eso desde mi punto de vista no funciona y la verdad desde un principio temí que fuera a pasar algo como lo que está pasando ahora. Ver a mi amiga desanimada no es nada bonito.

—Sabías que era algo a lo que te arriesgabas —seguí comiendo mi sándwich.

Hubo un momento de silencio y luego habló.

—Creo que lo mejor será terminar con él —levanté ambas cejas.

—¿Estás segura? —hizo un puchero y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No, estoy enamorada de él —dejó el sándwich a un lado y empezó a llorar.

Bien, esto es algo que odio, ver a mi mejor amiga llorar, me duele.

—Hey, tranquila —me levanté de la cama y fui hacia ella, la abracé y pasé una mano por su cabello—. Antes de tomar una decisión como esa, mejor habla con él, intenta arreglar lo que tú crees que está mal y ya sino se arregla toma una decisión.

Respiró hondo y me vio.

—Tienes razón, justo eso haré —se limpió las lágrimas y sonrió—. Gracias por estar conmigo.

—Para eso estamos las mejores amigas.

•••

A pesar de todo, el partido no había estado mal, nuestro equipo había ganado y lo habíamos disfrutado, a excepción de cada vez que aparecían los porristas, en serio que no me los soportaba, principalmente a la pelirroja que era su líder, las ínfulas de grandeza se le salían por los poros. Aparté la mirada del grupo de idiotas y me encontré con otro idiota, el mismo que me había ignorado en el estacionamiento, estaba acompañado de otro chico, este lo estaba abrazando e intentando darle un beso.

—Esos dos son gays —dije, más como una afirmación que como una pregunta.

—¡Ja! No eres la única que lo piensa —volví a ver a mi lado donde estaban un par de chicos de la fraternidad.

—En serio, todos pensamos lo mismo, ambos son tan... no sé cómo explicarlo, se ve que se aman —volví a verlos una vez más y sí, parecía que se amaban.

—Hay que shippearlos —vi a Renata.

—Mejor vamos a felicitar a los chicos —me puse de pie.

—Yo sí los shipeare, serán Baslie —escuché mientras caminaba, pero no presté atención.

—Me parece, que es una buena idea —Renata y el otro chico apoyaron la idea.

—¡Felicidades, chicos! —dije al acercarme.

—Gracias por venir chicas —Roger, el nuevo capitán del equipo se acercó a mí y pasó un brazo por mis hombros—. ¿Te gustó lo que hice?

—Sí, claro, no presté mucha atención, pero estuvo genial —lanzó una carcajada y yo aparté su brazo de mis hombros.

—Roger, ven, vamos a tomarnos una foto —lo llamó uno de los porristas.

—Claro... —antes de que se acercara lo tomé del brazo.

—No pierdas tu tiempo tomándote fotos con ellos, mejor tómate una foto con nosotros —Renata rio.

—Sí, Roger, mejor quédate acá —le dijo Abraham, uno de los chicos que estaba sentado con nosotras.

—¿Cuál es tu problema? —y ahí estaba la estúpida pelirroja.

—¿Problema? Yo no tengo ningún problema —me encogi de hombros—. Simplemente no quiero que Roger se tome una foto con un grupo de estúpidos, como ustedes.

—Ya estoy harta de ti —la muy estúpida hizo el intento de abalanzarse sobre mí, pero alguien la detuvo.

—Amor, tranquila —el mismo imbécil que me había ignorado, la tenía sujetada de la cintura y la había llamado amor.

—Es que estoy harta de esta tipa, todo el tiempo...

—Tú no eres igual.

¿Tú no ere igual?

¿A qué mierda se refería?

—Ya vámonos —él pasó ambas manos por el rostro de ella y la besó.

Ese simple hecho me había molestado tanto, sí, solamente lo había visto de largo, pero me había... dolido verlo besarla a ella, tanto que me quedé quieta, sólo viéndolos besarse, con la mandíbula y los puños tensos, hasta que ambos se fueron tomados de la mano.

—¿Nosotros también deberíamos irnos? —Roger me tomó de la mano y me guiño.

Sí, sabía que le gustaba, a mí no, era un chico muy atractivo, pero no era mi tipo, aún así lo usaría para hacerle la vida imposible a los porristas. Si antes los odiaba, ahora mucho más.

Del amor al odio por West [West#0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora