FRANCIA

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Dí otra vuelta en la cama. Fruncí el ceño, frustrada. No conseguía conciliar el sueño y me estaba poniendo de mal humor.

Abrí los ojos, dándome ya por vencida. Sigilosamente me levanté de la cama, cogí mi teléfono móvil de la mesilla y me dirigí a la cocina. Serví un poco de vino en una copa y humedecí mis labios para luego pasar mi lengua por ellos. Delicioso.

Caminé en silencio por la casa hasta la habitación de mi hija. Abrí un poco la puerta y asomé la cabeza. Ambos estaban durmiendo plácidamente, una sonrisa se dibujó en mis labios antes de cerrar. Seguí caminando hasta la terraza, hacía un poco de fresco, pero no me apetecía volver a la habitación por algo de abrigo.

Me senté en la silla de madera dónde ya se había convertido en costumbre que estuviera por la noche. Llevaba tres días sin dormir y las ojeras ya estaban empezando a notarse incluso por debajo del maquillaje. Tres días era también el tiempo que llevaba sin saber nada de ella.

Volví a dar otro trago y miré al cielo. 1, 2, 3 24, 25, 26 y 27. Ese era el número de estrellas que podían verse desde aquí. Muy pocas.

Suspiré mientras jugaba con mi móvil en mi mano derecha. Había decidido no llamarla con la esperanza de que lo hiciera ella, lo que había pasado seguía siendo confuso para mí, no entendía nada, su reacción y ahora el hecho de no haberse puesto en contacto conmigo al menos para... Ni siquiera sé para qué. De hecho, era bastante normal que no lo hiciera.

Desbloqué mi teléfono y la luz me cegó los ojos. Bajé la intensidad de la iluminación de la pantalla y marqué su número, aún sin llamar. Una sensación de deja vu vino a mi mente.

Así había empezado todo.

Me armé de valor y pulsé el botón de llamada. Me llevé el móvil a la oreja y esperé.

El número al que está llamando se encuentra apagado o fuera de cobertura, inténtelo de nuevo más tarde

Gruñí y colgué el teléfono. Me recosté en la silla y empecé a balancearme. ¿Apagado? Olivia no era el tipo de persona que apagaba el teléfono, como mucho lo dejaba en silencio por las noches. ¿Qué podría haber pasado? Revisé el número por si lo había marcado mal, pero era correcto. Volví a intentarlo. De nuevo el mismo mensaje de voz. Chasqueé la lengua y dejé el móvil en la mesita que estaba a mi lado. Mis ojos se abrieron de par en par cuando una idea vino a mi mente...

No... no podía ser por eso... ¿O sí?

¿Yeo Jin? La voz de Ha Seul me hizo ponerme en pie. Llevaba más de una hora sentada en su portal esperándola. Había ido a su casa con la esperanza de que estuviera allí, pero por más que llamaba al telefonillo nadie respondía. Al final decidí esperarla sin importar el tiempo que tardara en llegar. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me avisaste de que ibas a venir? Habría intentado llegar más rápido

Yo... ¿podemos hablar? La miré a los ojos y ella me entendió. Entre Ha Seul y yo no hacían falta palabras. Abrió el portal y ambas entramos, todo el camino hacia su piso transcurrió en silencio, pero no era un silencio incómodo. Ha Seul sabía cuándo era mejor hablar y cuando no.

¿Té o café? Dijo nada más entrar en su apartamento.

Té está bien

Tras unos 3 o 4 minutos volvió con dos tazas de té, una para ella y otra para mí. Se sentó en el sofá a mi lado y esperó.

Lo ha vuelto a hacer Dije finalmente. Sus ojos se abrieron de par en par.

¿Quieres decir...? Yo asentí con la cabeza. Ella frunció el ceño y suspiró, mirando hacia otro lado. ¿Estás completamente segura? Volvió a mirarme y yo volví a asentir.

¿YABOSEYO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora