EL DÍA EN EL QUE LA CONOCÍ

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Aún recuerdo el día en el que la conocí como si fuera ayer. Cada vez que pienso en ese momento no puedo evitar sonreír. Fue la cosa más estúpida que podía haber pasado, pero esa estúpida cosa cambió mi vida por completo.

Estaba en una cafetería esperando por mi esposo, que por aquel entonces tan solo era mi novio. Era el día de nuestro tercer aniversario. Él fue mi primer y único novio y yo estaba perdidamente enamorada de él, o al menos eso creía hasta ese momento.

Me había llamado para avisarme de que llegaría un poco tarde. Hubo un accidente en la carretera y el tráfico estaba cortado, así que aún le quedaba un rato para llegar. Me entretuve leyendo el periódico mientras tomaba un café. Aún no sabía a dónde me iba a llevar ni qué íbamos a hacer. Una cena romántica y una noche en un spa de un hotel. Esas habían sido las sorpresas del primer y segundo año. ¿Qué haría esta vez?

Cuando terminé de leer el periódico me levanté para ir al baño con tan mala suerte de que me tropecé con alguien.

¡Ahhh! Grité al sentir el dolor en mi piel.

¡Lo siento, lo siento! ¡Mierda! ¡En serio que lo siento! Era la camarera. Al levantarme la había empujado y ella había perdido el equilibrio, derramando los cafés calientes que llevaba en la bandeja por encima de mi camiseta. Aún me seguía quemando.

¿Pero qué acabas de hacer? Un hombre salió de detrás de la barra en dirección a nosotras. La camarera bajó la cabeza ¿Por qué no miras por dónde caminas?

H-ha sido culpa mía señor, me he levantado sin mirar y la he empujado. El hombre me miró aún con el ceño fruncido, y luego la miró a ella.

Ayúdala a limpiarse, luego quiero hablar contigo... Ella asintió con la cabeza aún agachada y me hizo una seña para que la siguiera.

Me llevó al baño de mujeres y justo antes de entrar me dijo Espera aquí, te traeré un paño mojado. Ella se fue y yo entré, necesitaba quitarme esa camiseta, me estaba quemando y necesitaba refrescarme la piel para calmar el dolor. En cuanto la deslicé por mi cabeza vi que la zona donde me había caído el café caliente estaba enrojecida. Abrí el grifo y metí mis manos en el agua para enfriarlas y luego las puse sobre mi piel. Suspiré aliviada.

La puerta se abrió de golpe. Aquí tienes... comenzó a decir, pero se detuvo al verme sin camiseta. Por primera vez vi sus ojos, antes no tuve la oportunidad de hacerlo porque estaba cabizbaja a causa de los gritos de ese hombre, que supongo sería su jefe. Tenía una mirada de lobo que nunca había visto, no sabía si sus ojos eran así o era por la gruesa línea negra dibujada en su párpado superior. Perdón Se disculpó desviando su mirada y alargando su brazo para pasarme un paño mojado. Me lo coloqué contra la rojez, aliviando todavía más el dolor.

De verdad que lo siento, debería fijarme más por donde camino. Volvió a disculparse.

No te preocupes unnie, fue culpa mía por levantarme sin mirar Intenté calmarla con una sonrisa, ella me sonrió de vuelta. Tenía una sonrisa preciosa. También me fijé en sus labios tenían forma de triángulo que se le acentuaba más al sonreír. Te he traído una camiseta, me la he puesto para venir desde mi casa hasta aquí, pero está limpia, si quieres puedes usarla.

Pero unnie ¿no la vas a necesitar cuando te cambies? Ella llevaba puesto el uniforme del trabajo. Bueno, en realidad era una simple camiseta negra con el logo de la cafetería bordado a un lado.

No te preocupes, en serio, úsala. Es lo menos que puedo hacer Al final me convenció y me la puse.

Era un par de tallas más de las que yo solía usar, ya a simple vista se notaba que ella era más grande que yo. Gracias agradecí. Ella se limitó a sonreírme. Salimos del baño y me acompañó a la salida. ¿No deberías volver a trabajar? Tú jefe no parecía muy contento y no quiero meterte en más problemas.

¿YABOSEYO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora