8

195 25 17
                                    

Frío

Subió de inmediato cuando lo llamo, tocando la puerta tres veces. Al escuchar los pasos aproximarse, instintivamente dió un paso atrás y la puerta fue abierta, trago saliva nervioso y entro cuando el contrario se hizo aún lado. Se quedó parado un rato, hasta este lo invito a tomar asiento en la cama, se sintió nervioso, aún no estaba acostumbrado al comportamiento del ruso, era difícil de deducirlo. Miro al suelo, quizá ya estaba acostumbrado, se había acostado con gente en el pasado, sabía que levantar la mirada tan solo traía problemas y sobre todo, abusos.

—Te queda la ropa.

Aquello no fue una pregunta, sino un casi intento de halago. Lo miro sorprendido y sonrió a medias, volviendo a bajar la mirada, volkov percibió esto, poso una mano en su mejilla, siendo delicado y decidido a besarlo, pero nuevamente ese intento de reprimirse volvió a tocarlo, "haré que me odies más". Debia cumplirlo.

—¿Cuando podré hablar con Gustabo?—Interrumpió.

—Mmm, es preferible que te vayas haciendo la idea de que probablemente tu hermano ya no viva.

—¡¿Qué?! No, no, no Gustabo por favor. . . ¡Es mi única familia! ¡Déjame ir con él!— se puso de rodillas, aferrándose a los pantalones contrarios.—¡Por favor!

Las palabras del contrario le habían dolido, quizá lo decía por molestarlo o estaba diciendo la verdad, no sabía, pero el simple hecho de pensarlo lo aterraba. Sus lágrimas salieron hasta ensuciar su rostro, busco la mirada del ruso y era tan gélida, que sintió escalofríos, su lloriqueo paro cuando las fuertes manos lo tomaron con brusquedad de la ropa, su cuerpo liviano fue lanzado a un extremo de la cama y el sonido del cinto le hizo temblar.

—No quiero. . .

—¿Por qué no? Es tu trabajo, piénsalo como un pago por los favores que te hice. Entre más te resistas, el castigo y el tiempo que durará, será más.

Su pecho subía y bajaba, no podía creer que fuera tan cruel. Sus muñecas fueron inmovilizadas, el cuerpo pesado del alfa cernía sobre él y el aroma apestoso a vodka se impregnó en él. Ladeó el rostro cuando la boca del contrario busco la suya, en respuesta obtuvo un gruñido y un agarré fuerte en su rostro, ambas mejillas fueron tomadas con fuerza entre su fría mano, recibiendo los labios helados de su adverso. No sé molestó en seguir el beso, puesto que estaba destrozado en todos los sentidos, Volkov se percato rápidamente.

—¿No quieres mirarme? Bien.

En un movimiento rápido quedó boca abajo, siendo despojado de cada una de sus prendas que cubría su calientito cuerpo. El aroma de mora que antes era dulce por exelencia, ahora era pesado y difícil de resistirlo, el alfa sobre suyo también agrio su aroma y esto, solo causo el rechazo de su Omega interno, pues era asqueroso y no estaba feliz. De pronto las piernas delgadas fueron abiertas hasta hacerle doler el tener que abrirse, su agujero fue tentado con salvajismo, no eran unos delgados dedos, era un miembro duro y húmedo.

—¡No lo pongas así! Me duele. . .

Molesto tiro de su cabello.—Te dije que no hables.

—¡Me lastimas! Suéltame, suéltame por favor.

—Eres tan fastidioso, no entendiste el punto de las reglas y adivina, se me acabó la paciencia.

Los ojos de Horacio se abrieron hasta mostrarse rojizos y asustados. El grito que estaba por soltar simplemente se quedó en su garganta, pues había sido tan rápido el momento en el que fue penetrado, que el dolor no apareció al instante, sino unos segundos después. Se aferró a las sábanas y lloriqueo, su estómago dolía ante cada dura embestida, el dolor no se extendía, aumentaba y pronto la habitación se llenó de olores putrefactos y horribles. El sonido de la piel chocar y el sollozo solo lo hacía más lamentable.

Su espalda fue cubierta de salvajes mordidas, los colmillos ajenos lastimaba su piel, intento mantener las caderas levantadas para que no fuera tan difícil para él, el color desteñido de su cabello se acomodo entre su rostro, sus cabellos se pegaban a su húmedo rostro, el sudor frío que le recorría le causaba escalofríos, el aliento del alfa golpeaba contra su oreja y estremecía su cuerpo, pudo notar que poco a poco se acostumbraba, su propio miembro efecto aviso que estaba por llegar.

—Cuando guardas silencio, eres el mejor. . .

Su labio tembló, volvió a sollozar, pero está vez, trato de hacerlo de forma que no se notará que sufría, cuando las embestidas se detuvieron, soltó un jadeo cuando salieron de él y un líquido caliente se vertió en sus glúteos cuando terminó de frotarse entre ellos. Ni siquiera se había corrido aún y el otro ya había acabado, pero es que no tenía intenciones de hacerlo, estaba tan triste, que no cabía otro sentimiento en él.

Volkov estaba desconcertado, las primeras veces que lo hicieron, el Omega llegaba primero a su orgasmo, ahora no había sido así. Le dió la vuelta a su cuerpo, el respondió encogiéndose en su lugar, ocultando su rostro y parte de su cuerpo. Suponía que con lo que dijo de su hermano había Sido suficiente como para doblegarlo y herirlo al máximo.

—Si así lo quieres, quédate así.

Se levantó de la cama, acomodando sus pantalones, tenía tanto que decir y a la vez nada. Salió de la habitación, escondiéndose en su despacho, tomo asiento en la silla y soltó un suspiro, retiro el pasamontañas que cubría su rostro, negó repetidas veces y se arrepintió de lo que había hecho, había Sido demasiado, pero entendía que era lo correcto, no podía seguir así y se perdería en su estúpido sentimiento.

—Lo siento, Horacio.

Se dijo así mismo, porque era cobarde y jamás tendría valor para disculparse, admitir que le dolía tratarlo así, era frío, sí; pero el no quería lastimarlo de esa manera, había matado omegas en el pasado, por traición o que estos veían algo en él como una carnada. La única vez que asesino a uno, fue porque había llegado a una obsesión inmensa por parte del Omega, que simplemente debió callarlo de esa manera.


































Remin

Tuyo 3 (Volkacio) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora