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Celos

Claudio se sorprendió al escucharlo, le dolería bastante ser su alfa y escucharlo decir eso, aquellas palabras para un alfa golpearían fuerte en su orgullo. Horacio había tomado asiento, recargandose en el respaldo de la cama, una suave mano se poso sobre la suya y cuando noto que se trataba de Claudio le sonrió suavemente, había algo en el alfa que le tranquilizaba, por lo que no retiro la mano, sino hasta que él la retiro y busco entre sus pertenencias algunos potes y cajitas con medicamentos.

—Escucha, ayer tuviste una fiebre terrible, espero que Volkov te haya administrado los medicamentos que le di.

—Solo me dió pastillas anticonceptivas, no es idiota. ¿No crees?

—Ya bueno, pero al menos se hizo responsable en ese aspecto. De dejaré antibióticos, pero por favor, ahora se responsable y tomalos tu.

Horacio soltó un suspiro, desviando la mirada.—Sinceramente, no tiene caso que me siga preocupando por mi, estoy obligado a permanecer al lado de Volkov y antes, si quería, lo pensé por un momento en quedarme y estar junto a él, pero ahora estoy seguro que si muero, me lo llevo conmigo.

—¿No te interesa saber de tu hermano?

Horacio hizo una pequeña pausa, volviendo a mirar a los ojos al alfa, negando suavemente.

—No, ya no.

Claudio lo miro con profunda tristeza, no comprendía porque a alguien como Horacio, había perdido por completo la esperanza, sintió pena por él, pero ni el mismo podía ayudarlo. Se acercó a él con cuidado y checo su temperatura, era normal y luego, se acercó cuidadosamente a inspeccionar la zona de la marca, Horacio no puso resistencia, pero el aroma del alfa del provocó cierta repulsión, que le hizo arrugar la nariz; la primera vez que se vieron, no había reaccionado de esa manera, pero entendía a qué se debía. Inclino la cabeza hacia aún lado mientras el médico hacia lo suyo, de pronto sintió como paso sus dedos por esa zona sensible y se puso a la defensiva, dándole un inoportuno manotazo.

—Yo, lo siento, no se porque reaccione así. . .

Claudio sonrió y le dió una palmada en su hombro. —No te disculpes, es normal, aunque no lo desees, esto es algo que solo tu y Volkov pueden tocar.

—Pues odio tenerlo, me hace ver cómo un estúpido, que cayó en la trampa de un desgraciado.

Claudio intento animarlo, escucharlo despreciarse le causaba tristeza, noto su cabello desteñido y se aclaró la garganta, comenzando a buscar algunas gasas limpias y un poco de cinta médica para ayudarse a cubrir la herida que tomaba mejor color.

—¿Tenías el cabello teñido?

—Si, de muchos colores.

—Ya veo, ¿Por qué no lo tiñes otra vez? Creo que un rosa pálido o un tono magenta te quedaría bien.

Horacio pareció relacionar y tomo un mechón de cabello descolorido, enroscandolo en su dedo índice mientras imaginaba los colores en su cabello y se visualizaba portando un nuevo estilo.

—¿Tu crees? Gustabo a veces elegía el color de mi cresta, pero nunca acepte opciones de terceros.

El médico se sintió más aliviado, había conseguido que el Omega desviará su atención de sus sentimientos dolorosos, ahora su semblante era más tranquilo y conversaba con tranquilidad, contando los distintos estilos que había portado su cabello, desde crestas coloridas, hasta un intento de ser calvo fallido. La charla era amena, incluso se habían llevado más de una hora en ello, sin ser concientes que alguien los escuchaba por detrás de la puerta con el rostro rojo de enfado.

Volkov hace unos minutos que notaba que el médico no se había marchado, por lo que decidió ir a comprobarlo y escucharlos reír y a Horacio platicar de una manera que con el jamás hablo, le ardía la sangre en rabia, ese instinto posesivo que ahora le consumía lo ahogaba en pensamientos agresivos contra Claudio, pero intentaba mantener la calma al escuchar a su Omega más tranquilo. . . Pero ya era hora de irrumpir; abrió la puerta rápidamente y ambos presentes se exaltaron.

—Claudio, ¿Horacio está mejor? Espero que no tenga más fiebre.—Se acercó a Horacio y acaricio su mejilla, apartandose como si aquello solo fuese para comprobar su estado.

—Si, le he suministrado medicamento y ahora estará mejor, el prometió tomarlos por su cuenta. ¿Cierto Horacio?

El mencionado seguía desconcertado por esa interrupción abrupta del alfa, lo seguía mirando confundido pero la voz del médico lo atrajo de nuevo a la realidad.— Si, si.

—Me alegro, ¿Ya has terminado? Llevaré a Horacio a una habitación con mejor calefacción, aquí es bastante frío.

—De acuerdo, Horacio vendré a verte de nuevo, si tienes algún malestar puedes llamarme. Hasta luego y descansa.

—Adios angel.

Horacio le dedico una suave sonrisa la cual fue correspondida, el médico se retiró con una sonrisa victoriosa mientras Volkov se quedaba con los brazos cruzados viendo la interacción de ambos, sus hombros estaban tensos y su aroma vodka se dicipo por la habitación de forma demandante, marcando su territorio y a su Omega, cuando finalmente salió, soltó un suspiro aliviado, estaba seguro que un minuto más y cometería un asesinato. Ahora el ambiente era incómodo porque no sabía cómo acercarse al contrario.

—Ah, Horacio tengo que llevarte a la habitación que prepare para ti. ¿Me dejas llevarte en brazos?

Horacio asintió, estaba demasiado cansado como para levantarse, o quizá solo era una excusa para hacerlo sentir culpable y que se responsabilizará de sus estupideces. Daba igual; Volkov se acercó y lo tomo en brazos, siendo cuidadoso con su cuerpo, por primera vez; lo llevo a una habitación más cálida, las cortinas eran gruesas, incluso incluía una alfombra, lo dejo con cuidado sobre el colchón y al terminar, lo miro por unos instantes, sintiendo su corazón inquieto por tenerlo tan cerca y ahora, con un mejor semblante.

—Te traeré de comer, ¿Quieres algo en específico?

—No.

— ¿Claudio te dió su número?

—Sí, pero supongo que no me dejarás hablarle.

Volkov se tenso, ni siquiera el estaba preparado al lanzar esa pregunta. Soltó un suspiro, ahora tenía otro problema, si Horacio le gustaba ese médico, se interpondría en la relación que quería formar a su lado, sabía que ya no podía alejarle de otros que le apreciarán, pero el conocía un poco más a Horacio y sabía lo que le haría feliz, aunque eso significará dejarlo ir.



























Remin
Prometo que no habrá más sufrimiento a partir de aquí. Creo 😗

Tuyo 3 (Volkacio) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora