Una primera vez
Después de la última charla con el alfa, le había visto tan poco, pareciera que se había tomado en serio sus palabras, estaba aburrido, la desesperación crecía y esa ansiedad de estar encerrado en una habitación. De vez en cuando salía a los pasillos, los teléfonos estaban ante sus ojos, pero las reglas que el ruso había establecido habían sido claras, por lo que podía admitirlo, se sentía cobarde, no tenía la valentía de descolgarlo y marcar, pedir ayuda o saber sobre su hermano, se preguntaba día y noche, si está misma situación estaba viviendo Gustabo y Segismundo; esperaba que no.
Soltó un suspiro, estaba cansado de esperar y nunca tener nada a cambio por esa paciencia que poco le caracterizaba. Sus súplicas internas parecieron ser en vano, pero siempre energía la esperanza en tanto calvario, el ruido se hizo presente, la ventaja de que la casa siempre fuera silenciosa, era que el ruido era como eco, se dispersaba lentamente por las paredes del lugar.
Se quedó quieto, esperando el siguiente movimiento de quién se aproximaba. Los pasos sobre el mármol le hicieron ponerse de pie y cuando la imagen del alfa apareció, sus hombros se destensaron. El traía consigo 4 bolsas en cada mano y sus ojos fríos buscaron su mirada.
—Más te vale que con esto sea suficiente.
Horacio no comprendió, pero cuando el contrario se acercó a dejar las bolsas en la cama y esperar su aprobación para que se acercará, entendió todo y después de días, su rostro brillo y el aroma mora se desprendió como oleadas de tabaco en un club, siendo ruidoso y llamando la atención.
—¡Pero mira cuánta ropa! Oye, que esto es Gucci, ¡Mira estos colores!
Prenda por prenda era sostenida en sus manos, analizando desde el tipo de tela, hasta el grosor de las mangas, aquello era su esencia, lo que lo caracterizaba, su alegría y optimismo, siendo un ser blando y amable. Estaba contento, no podía evitarlo, era su pasión el vestir "con moda" pero esas marcas caras y esos diseños. Volkov simplemente lo observó desde detrás de él, cruzando los brazos por encima de su pecho, sus labios amenazaban con curvarse en una sonrisa, en esa ocasión él no existía en esa habitación, solo la alegría que desprendía el Omega.
—Que sepas que tendrás que pagar muy bien, el decodificador será cambiado, programarán la televisión para que puedas cambiar el idioma o simplemente poner subtitulos.
La voz del contrario captó su distraída atención, se dió la vuelta para mirarlo, estaba agradecido, pero aún no olvidaba que se había completado como todo un desgraciado al principio. Asintió, por esa ocasión podría mirarle con buena cara, pero esperaba que no se acostumbrará mucho, pues la idea de estar lejos de su hermano y no saber de él, seguía creando una barrera entre su sentimiento cálido y molesto, por el alfa.
—De acuerdo.
—Te veré en la noche. Espero que estés preparado, porque he tenido días duros, merezco lo mismo, por lo que estoy pagando. No dejes de entender tu lugar, Horacio.
Su sonrisa optimista se desvaneció cuando hablo, sus ojos perdieron el brillo que había ganado, pareciera un poco loco, pero cuando más lo llenaba de jubiló, lo hacía subir a un mar de inmensos sentimiento bordados con cariño y luego lo hacía caer tan fuerte que lo lastimaba y lo dejaba herido, pero extrañamente satisfecho.
—Bien. . .
Le dió la espalda, no tenían más que hablar, al menos el no, pues, ¿Cómo resistía el mar de llanto de que aproximaba? No podía, no lo sostendría por mucho. Volkov entendió, se había excedido, pero el había dejado en claro todo, sus intenciones, sentimientos y el trato al que sometía el Omega.
Salió de la habitación y soltó un suspiro, la atracción que sentía por Horacio no debía sobrepasar los límites, aunque se hubiese deleitado con la alegría con la que gozaba al darle regalos, entendía que tanto él como el Omega, habían creado sus propios acuerdos, el no debía imaginarse sentimientos más allá de los propios y Horacio le debía odiar, pues el solo lo usaría, no eran amigos, no eran una pareja, eran y tendrían siempre, una relación irreparable.
—Lo siento, haré que me odies más de lo que ya me odias. . .— Se dijo así mismo en un susurro.
Horacio por su parte se obligaba a deshacer todo tipo de enredo sentimental, siempre fue de los que acogían cariño de manera rápida, no era de los desconfiaban al instante, le tomaba tiempo, pero esto era distinto, casi como una primera vez, cuando te sientes atado a sentimientos no correspondidos, un primer amor que no podías desechar tan fácil, porque dolía aceptar que no era correspondido y sobre todo, que eran ilusiones que formaba en su mente por tratos simples como lo era regalarle ropa y es que, no era un regalo, había sido parte de su trato.
—¿Por qué eres tan cruel?. . .— Musitó.
Antes de encontrarse con el de nuevo, vistió las prendas nuevas que tenía, mientras se cambiaba, sus ojos se habían aguadado, no olvidaba que aún quería derramar lágrimas, tampoco es que fuese muy fuerte y simplemente dejo que el llanto acumulado saliera. La ropa que habían traído para el, era abrigadora y eso le hizo sentir mejor, pues el frío ahora era menos, al menos podría salir y eso hizo.
Con botas y guantes listos, salió de la habitación por primera vez desde que llegó, exploró casi todos los rincones de la casa, todo era tan solitario y a veces le causaba miedo. Salió al jardín, era bellísimo, la nieve en capas gruesas cubría los frondosos árboles, y los rosales eran hermosos comparados entre el blanco puro de cada copo de nieve que caía del cielo.
Su piel trigueña palideció por el frío, el vapor que salía de sus fosas nasales se perdía en el aire, su vista se fijó en la ventana que estaba en el segundo piso, ahí estaba, el maldito mafioso que aborrecía y adoraba. . . Su rostro estaba oculto, pero no sus ojos grisáceos, el clima era buenísimo para resaltar su personalidad, era cálida, fría y abrumadora hasta cierto punto, porque era hermoso en algunos aspectos y luego, sus colores obscuros lo cautivaban.
Volkov estaba perdido, porque cuando se proponía a aborrecerlo, más lo llenaba de encanto, esa pequeña silueta en la nieve, el era como los rosales, porque su belleza resaltaba. Su mano se movió, indicándole que subiera dónde él y Horacio entendió, desapareciendo de su vista, para después de unos momentos, escuchar la puerta.
¡No me linchen! 😞
Ya se, es diferente, pero mi narración y modo de escribir cambio, lamento haberme tardado, quizá algunos son nuevos y otros tienen literalmente años esperando, me disculpó y espero que les guste lo que he escrito y escribiré para ustedes.
En fin, disfruten lo que una vez empecé y está vez, lo acabaré.
Mañana capítulo.
Remin.
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Tuyo 3 (Volkacio) FINALIZADA
Random-No debiste enamorarte de mi-. -Lo siento amo-. Frío y malvado, ¿que me llevó a fijarme en el? Extrañó a mi hermano y mis emociones cada vez son tan... raras. Omegaverse Volkacio Sexta historia Tuyo3 FINALIZADA