Hacía meses que su pareja le menciono sobre el futuro, hecho varios comentarios extraños sobre posibles propuestas y entonces, cuando ambos viajaron y la cena romántica en un hermoso lago era privada, entendió todas esas indirectas. Al minuto estaba portando un hermoso anillo de compromiso, había sido difícil procesar todo, ahora estaba comprometido con ese ruso "frío" el cual era capaz de vestir rosado y andar por allí haciendo el tonto, solo por él.
Y nunca lo podría procesar del todo bien, pues mientras vestía en un hermoso traje blanco, peinaba sus cabellos y delineaba sus ojos, (todo con ayuda de Gustabo) su mirada se perdía en su reflejo, sintiendo una gran satisfacción, había pasado momento difíciles, echo y deshecho, pero finalmente, obtenía algo que había soñado con todo su corazón, su hermano y el finalmente vivían cómodamente, por primera vez estaba orgulloso de decir que era un jodido héroe y el mejor de todos; pues habían logrado tanto, ganado y perdido, pero aprendieron lecciones que los condujeron a un futuro maravilloso.
Y ahora, el día de su boda había llegado, con la persona menos esperada, pero que había tocado tan fondo en su corazón, que simplemente no podía rechazar su amor; miro en su reflejo los ojos azulados de su hermano, quien lo veía con nostalgia.
—¿Qué ves, payaso?
—. . . Que mi hermanito está apunto de casarse.
Horacio se dió la vuelta para mirar a su hermano y poner una mano en su mejilla, limpiando las pequeñas lágrimas que resbalaron por su bonito rostro, lo abrazo y agradeció internamente que este presente en ese día tan especial.
—Gustabo, eres el mejor. Gracias por no abandonarme nunca, haberte conocido y vivido a tu lado fue lo mejor que me pudo pasar, te prometo que estar casado no me alejará de ti.
Gustabo suspiro, resistiendo las ganas de romper en llanto.—Yo solo quiero que seas feliz, no importa que me visites o que te visite después de días, me dejaras tranquilo sabiendo que estás bien. Anda, vamos que el cabeza hormiga debe estar esperando por ti, oye te quedó de puta madre ese delineado.
Horacio sonrió, adoraba a su hermano. Lo abrazo con más fuerza y repartió muchos besos por su frente.
—¡Horacio me despeinas coño! Joder, mira como me has dejado.
Después de una pequeña discusión, finalmente salieron de aquella habitación en dónde se preparaban, escogió la ahora casa de Gustabo para poder alistarse adecuadamente, ya que Volkov estaría en su departamento y no quería toparse con el hasta la ceremonia. Volkov estaba nervioso, vestía un pulcro traje gris, las manos le sudaban y las piernas le temblaban, ahora entendía lo que acababa de hacer y aunque sabía que Horacio no le diría que no en el altar, moría de nervios al verlo entrar.
Su acompañante fue Conway, quien solo lo maldecia cada que podía, estaban entrando a una de las iglesias de Los Santos, todos los presentes celebraron, más amigos de Horacio y Gustabo que de ellos; Volkov intento ser amable y saludar a todos, pero prefirió pasar de largo y entrar de una a la iglesia.
—Joder, creí que eran menos.
—¿Y qué esperabas nena? Anda ya, deja de hacer el capullo.
—Es fácil para ti decirlo, no eres tu quien se va a casar.
—No, pero será pronto.
Ambos se miraron cómplices, retomando su camino por el largo pasillo hasta plantarse en el altar, todo el lugar era adornado con amapolas blancas y rosadas, era precioso y elegante, tenía el toque de ambos. Conway miro a su compañero, aún no podía creerlo, ambos habían pasado de todo al lado de esos omegas, era increíble que ahora, estaban en esa situación. Los presentes comenzaron a buscar su lugar y cuando vio a su pequeña de dos años tirando pétalos al suelo con ayuda de Segismundo, supo que había llegado la hora; se paró aún lado de Volkov y Emilio, quien había llegado apresurado mientras regañaba a toda una bola de niños que traía consigo.
Volkov miro a su Omega avanzar lentamente por el pasillo largo del lugar y su corazón latió como loco, el era simplemente hermoso, hicieron contacto visual y juraba que podía desmayarse, aún no podía creerlo y es que su vida había dado un giro inesperado, batallaron juntos, pero supieron escalar juntos y ahora, estaban allí, hechos para el compromiso de un matrimonio, una nueva familia que no había planeado, pero que ahora estaba siendo un sueño y una meta construida.
Horacio tan solo apretaba el brazo de su hermano quien lo llevaba al altar, sentía que sus pies no tocaban el suelo, su cuerpo no estaba allí, su mente era la que proyectaba el inicio de su encuentro, el momento cuando se miraron, cuando se tocaron por primera vez y conoció al verdadero Viktor Volkov, había hecho un hombre diferente, amable y sensible, el cual se permitía amar y lo amaba en todos los sentidos, Volkov había sido la mejor experiencia en su vida, con el contaba con un gran apoyo y nunca volvió a sentirse solo, tenía a su lado, un lugar seguro.
Cuando estuvieron frente a frente, sus manos hicieron contacto de inmediato y todo el mundo desapareció, solo fueron ellos dos, parados sobre pétalos rosados y blandos, viviendo un cuento, sintiendo el tacto de sus manos junto el aleteo de mariposas revoloteando a su alrededor mientras se entregaban a un nuevo comienzo que marcaba el inicio de un futuro brillante y lleno de amor.
Volkov tenía tantas razones para amar a Horacio, gracias a él había aprendido tanto de si mismo como del mundo externo, el dolor que había existido se esfumó conforme el tiempo pasaba, tenían tanto por aprender, reír y soñar. Horacio cambio, se convirtió en una persona capaz de elegir por si mismo, no dependía de Gustabo o Volkov, decidía por si mismo y conocía perfectamente cuando alguien tenía malas intenciones con el; pero estaba seguro que al mirar a los ojos a su ruso, tenía todo asegurado.
—Te ves guapo, cariño. Me gusta tu delineado.
—Gracias. . . Me gusta tu cabeza.
Volkov enarco una ceja confundido, pero se trataba de Horacio, cualquier locura de él, era aceptaba y lo tomaba de la mejor manera, ambos miraron al sacerdote, quien comenzó la ceremonia.
Emilio observo a su esposo junto a sus sobrinos e hijos, ambos habían logrado lo inimaginable, adoraba verlo reír y sonreír con tanto jubiló, ambos habían formado su propia familia, sabía que su hermano estaba orgulloso de él, había tomado la mejor decisión de su vida y Segismundo no esperaba menos de él, porque cada día que pasaba a su lado, le demostraba el gran hombre honesto y fiable en el que se había convertido.
Gustabo miro a su hermano, estaba orgulloso de él, tan feliz y listo para todo lo que se venía encima para él; su vista viajo a su alfa, quien le dedicaba miradas sigilosas, soltó un suspiro y agradeció internamente que todo había salido tan bien, lograron superar tanto, ambos supieron perdonarse y la vida les concedió una nueva oportunidad de empezar, hasta que el sol dejara de brillar, siempre estaría a su lado. Y Conway, finalmente había encontrado la felicidad que creyó nunca tener, comprendió el significado de una promesa y un verdadero amor.
Volkov y Horacio sellaron sus recuerdos amargos y se entregaron por completo a nuevas vivencias, tomándose de las manos, finalizando con una respuesta que cambiaría su vida para siempre, Volkov no dudo en decirla y Horacio. . .
Miro a todos sus conocidos, plasmó su futuro y olvidó su dolor, tomo fuertemente de las manos a Volkov y no dudo en decirlo:
—Si, acepto.
Fin ✧*。
Remin

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Tuyo 3 (Volkacio) FINALIZADA
Diversos-No debiste enamorarte de mi-. -Lo siento amo-. Frío y malvado, ¿que me llevó a fijarme en el? Extrañó a mi hermano y mis emociones cada vez son tan... raras. Omegaverse Volkacio Sexta historia Tuyo3 FINALIZADA