T.T: Peinado.
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Perséfone Jackson tenía muchos atributos que la hacían destacar en ambos campamentos: sus ojos verdes, su sentido del humor, que era una líder natural, etc.
Pero, uno de sus rasgos favoritos, era su largo cabello negro. Y no es que ella precisamente disfrutará tenerlo así, era más lo que venía con eso.
-Oye amigo-llamó Leo desde lo lejos a Jason-. ¿Estás libre?-se acercó a él.
-No, lo siento. Voy a ver a Percy.
-Con razón irradias tanta felicidad.
Jason se encogió de hombros, sonriendo.
-Wow, amigo si quieres darle flores creo que podrías hacerlo mejor-señaló las pequeñas plantitas que tenía en sus manos.
-Oh no son para eso.
-¿Entonces?
-Luego lo verás. ¡Oh!-recogió una pequeña margarita del piso-, está también sirve. Nos vemos.
-Adiós.
Llegó hasta la cabaña de Poseidón, tocando la puerta.
-¡Voy!-gritó su novia desde adentro.
Escuchó sus pasos apresurados desde el baño hasta la puerta.
-Hey-al abrir lo primero que hizo fue ponerse de puntillas para tratar de alcanzar sus labios. Jason se lo concedió, bajando un poco su cabeza-. ¿Listo para la cita?
-Podría preguntarte lo mismo a ti-señaló su cabello.
Lo tenía recogido en un horrible moño de lado, con varios mechones cayendo por todas partes.
-Esperaba que tu pudieras ayudarme-admitió apenada.
-Esperaba que me lo pidieras. Ve por tu cepillo.
Se sentaron en las pequeñas escaleras de la cabaña. Percy le dio la espalda. Jason pasaba el cepillo con cuidado de no lastimarla.
-Tienes muchos nudos.
-No me lo peino desde ayer.
Negó con una sonrisa.
-Recuérdame, ¿por qué eres tan bueno en esto?
-Reyna me enseñó.
-Lo hizo muy bien-aprobó.
-Lo sé-besó detrás de su oreja, continuando con su trabajo-. Ya quedó-anunció luego de unos minutos.
Había acomodado su cabello en una bonita trenza de lado, dándole pequeños detalles especiales.
-Entonces, para eso eran las flores-asintió Percy, observándola con detenimiento.
-¿No te gusta? Puedo quitarlas.
-Oh no, ya las pusiste, sería muy grosero de mi parte quitarlas.
-Sí claro-sonrío, ofreciéndole su mano-. ¿Nos vamos?
Percy entrelazó sus dedos, sonriendo.
-Sí.