Bajé al comedor y al momento de entrar, Germán me miró como si quisiera arrancarme la cabeza. Todos se callaron y voltearon a verme. Me removí incómoda y fui a sentarme a lado de mi hermana, no era conveniente estar cerca de Dani en este momento.
-Casi lo olvido- habló mi papá rompiendo ese incómodo y tenso momento- cuando estuviste en el templo, Alonso vino a buscarte le dije que fuera allá pero prefirió no interrumpirte, que en cuanto llegaras fueras a buscarlo, debía decirte algo importante.
-¿Te dijo algo más?- negó- entonces iré a buscarlo- me puse de pie.
-Primero come y luego te vas- me dijo Dani.
-Pero necesito saber que es eso tan importante que Alonso debe decirme- contesté.
-Si pudo esperarte el tiempo que estuviste en el templo, creo que puede esperar un poco más.
Suspiré y volví a sentarme. No era buena idea hacer enojar a otro Calle.
-Al parecer hoy no es tu día con los Calle- se burló Sebastián.
Lo ignoré, aunque era verdad. No entiendo cómo pasé de estar bien con ellos a estar con miedo a que Germán se levante de su silla y me extrangule y que Dani ni siquiera me miré.
Luego de un tiempo de haber comenzado a comer todo se volvió más cómodo y tranquilo, bueno, para mi no. No me sentía bien, muy a parte de la situación con Germán y Daniela. Había algo más que no me dejaba estar tranquila, algo me estaba lastimando físicamente.
-Poché ¿te sientes bien?, estás temblando y sudando- dijo Mía, interrumpiendo mis pensamientos.
Todos me miraron. Llevé mi mano a mi cuello y era cierto, estaba sudando. Ni siquiera lo sentí, ni tampoco el hecho de qué temblaba.
-Si, todo bien- mentí- es que olvidé inyectarme.- Papá y Valen me miraron con reproche- lo siento, no volverá a pasar.
Me concentré en seguir comiendo y desde ese momento no levanté la vista de mi plato. Las miradas de todos eran insistentes e intensas, especialmente la de Daniela, sabían que mentí. La mirada de Germán se volvió más relajada pero seguía observandome, cómo si esperara algún movimiento o comentario, lo cual nunca llegó, no me sentíacon los ánimos de comenzar alguna plática o una discusión.
Cuando terminé de comer, me puse de pie, limpié mi lugar y salí del comedor sin decir algo o mirar a alguien. Subí a mi habitación y lo primero que hice fue encerrarme en el baño.-Chicas ¿Están bien? ¿Alguna se siente mal?- les pregunté.
-Dayse está un poco mal, no ha dejado de quejarse- respondió Alexa con preocupación.
-¿Qué le pasó?.
Me acerqué a Dayse. Estaba temblando y soltaba pequeños quejidos, como si estuviera herida. La revisé con miedo de Ana le hubiese hecho algo sin que Alexa y yo nos diesemos cuenta.
-Le he preguntado qué tiene, qué le duele, pero no me contesta, creo que ni siquiera me escucha.
-Debemos ir al hospital para que la revisen- Alexa asintió de acuerdo.
Salí del baño, me cambié la playera y volví al comedor. Todos seguían ahí, platicando, cuando sintieron mi presencia volvieron a callarse y mirarme.
-Voy a ir al hospital, Dayse no está bien y estamos preocupadas por ella- avisé- si Alonso vuelve a venir díganle qué vaya a verme al hospital, lo más probable es que pase la noche ahí.
Los observé a todos y mi mirada se posó en dos personas, mi papá y Mía, ambos no se veían nada bien, estaban igual que yo. Me acerqué a ellos, y con cada paso que daba me sentía cada vez más débil hasta caer de rodillas a un lado de ellos. Algo no estaba bien.
-¿Qué les pasa?- preguntó Sebas preocupado.
Los miré a los ojos y supe lo que pasaba, alguien nos había dado wolframio. No era suficiente para matarnos pero si para debilitarnos.
-Nos vemos en el hospital- fue lo único que dije antes de tomar a ambos de la mano y teletransportarnos.
Aparecimos en la sala de espera y por obvias razones atrajimos muchas miradas. Una enfermera, al reconocerme se acercó rápidamente a nosotros.
-Wolframio.
Fue suficiente decir eso para que entendiera la situación. Con un movimiento de mano tres enfermeros se acercaron a nosotros con una camilla cada uno. Cuando nos acostaron los tres caímos inconscientes de inmediato, pero antes de perder el conocimiento dos preguntas rondaban en mi cabeza
¿Quién y cómo lo hizo?
Dana.
-Pensé que la cachorra mayor de los Garzón era mejor, hasta uno de nuestros guerreros de primer rango podría superarla- cerré su expediente y lo lancé al escritorio.
-Todavía no conoce todo su potencial, Juan Carlos la reprime demasiado- reí.
-No me sorprende- recordé cuantas veces lo hizo en el pasado-. Su hija es una bomba, la está reprimiendo tanto que un día simplemente explotará y se arrepentirá de haberlo hecho.
Me levanté y caminé hacia la ventana para observar la luna llena que iluminaba mi manada y el cielo sobre ella.
-¿Cuánto tiempo crees que logre soportar?- preguntó mi hermano.
-El tiempo que yo decida- sonreí- María José Garzón causará una gran explosión, una tan gran qué todos recordarán por siempre y de la qué nadie podrá salvarse.

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Mi Guardián
FanfictionUna guerra (Luz contra obscuridad) Una venganza (por muerte de un ser amado) Una salvación (Una chica) Un amor Y un solo destino (La muerte)