Capítulo 9

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Emmaline

Argus detuvo el auto frente a la pequeña y rústica cafetería de los abuelos de Luciana.

Tardé unos instantes en ordenar mis pensamientos.

Y controlar los fuertes latidos de mi corazón.

No fue el miedo de morir aplastada en medio de toda la prensa que se reunió a las afueras de la embajada.

Fue por Argus la forma en la que tomo mi brazo sacándome de aquella terrible multitud.

Argus me esperó pacientemente de pie en la acera, tendiéndome la mano todo el tiempo teniendo paciencia hasta el momento en que decidiera salir del auto y entrar a la cafetería.

No quería tocarlo porque sé lo que provoca en mi interior cada vez que estamos demasiado cerca.

Pensando en cómo posee mi pequeño cuerpo.

Sus enormes manos tomándome de la cintura.

Nuestros cuerpos encajando a la perfección.

Es impresionante el que desde el momento en que entró al palacio, no soportábamos al otro y queríamos que desaparecía de nuestra vida.

Pero una atracción inexplicable me hace acercarme más a él.

Argus es deseo y sensualidad en todo el sentido de la palabra.

Trago con dificultad cuando escucho su voz llamándome.

- Emma. -

Lo escucho lejano, aunque este justo a mi lado.

- ¿Si? - Mi mirada no se encuentra con la suya.

- ¿Te encuentras bien? Deberíamos volver al palacio. -

- ¡No! Prometí reunirme con Lucy. -

- Emma, mírame - Me niego a mirarlo.

Su atractivo rostro me hará suspirar como a una adolescente.

Ante mi negativa.

Recurre a tomar mi barbilla con su pulgar, obligándome a mirarlo a los ojos.

Esos enigmáticos ojos verdes.

- Quieres complacer a los demás, dejando de lado tus necesidades. Como si tú no importaras. No sé la verdadera razón por la que tu hermana te eligió a ti para llevar esa enorme responsabilidad de ser la reina. Pero si me necesitas, para lo que sea. Estaré a tu entera disposición. -

Sus palabras me desconciertan.

Es la primera vez que lo escucho ser sincero.

Sacarme de aquel lio, fue una clara muestra de que está haciendo bien su trabajo.

Y me siento afortunada de que mi vida este en sus manos.

- Lo tendré en cuenta, Argus - Un gesto torcido, apenas mostrando los dientes, aparece en mis labios.

Tomo su mano.

Y una especie de corriente eléctrica recorre por todo mi brazo. Provocando que una revolución de millones de polillas revolotea en mi estómago.

- Esperare afuera. -

- ¿Está seguro? Puede entrar y sentarse. Pida un café. No pasara nada si entra a la cafetería. -

- Prefiero esperar afuera. Así sabré cuando alguien esté cerca de ti. -

- Estaré bien. La prensa no ha visto a donde he ido - Guiño un ojo.

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