Capítulo 32

608 30 2
                                    

Emmaline

Palacio de Buckingham. Londres, Inglaterra

Me encontraba en una habitación rodeada de hombres que conversaban entre ellos, ignorándome por completo.

Como si yo no estuviese allí y pudiera dar mi opinión sobre economía, ciencias, matemáticas o cualquier tema de interés y no solo suponer que era una mujer sin el conocimiento para ser partícipe de la conversación.

Por un breve instante, los hombres se dirigieron a mí solo para brindarme sus felicitaciones por el embarazo.

Del cual ellos afirmaron que la maternidad me mantendría ocupada los próximos diez años.

Y que debería dejar en mi lugar a Andrew para que él se encargará de mis asuntos como reina.

Haciendo total énfasis que él los llevaría mejor porque era hombre y sabía mucho mejor de estos temas que yo.

Ancianos misóginos.

Creen que por estar embarazada debo detener mis actividades como si crear una vida dentro de mí fuera una enfermedad.

- No porque en unos meses me convierta en madre tendré que renunciar a ser reina. Podré ser ambas sin ningún problema. -

Los rostros de los hombres giran hacia mi dirección mirándome desconcertados.

Pensando que no escuchaba sus comentarios machistas y me quedaría callada.

Estaba harta de callarme.

Estaba en posición de decir lo que quisiera y todos respetarían mis decisiones y decretos.

Solo se dedican a asentir refunfuñando malhumorados.

Pues al parecer aún no se hacían a la idea que una mujer joven era su reina.

Cristine entra al salón haciendo una reverencia en mi presencia.

- Lamento interrumpir su reunión, majestad. Un hombre ha solicitado hablar con usted. Dice que se trata de un asunto de suma importancia y no que no puede esperar. -

- ¿Ese hombre tiene nombre? -

- Se ha reservado a proporcionármelo, majestad. Es por eso que he visto a usted. ¿Quiere que le diga que se marche? -

Nunca nadie antes me había pedido opinión para decidir sobre algo.

- Si me disculpan, caballeros. -

- Es su casa, majestad - Los hombres inclinan sus cabezas en una nueva reverencia.

Me levanto del sofá con estampado de flores dirigiéndome a la puerta donde se encuentra Cristine.

- Cristine, debes insistir en que digan sus nombres. Debo saber de quién se trata. No podemos darle acceso a personas que vienen hasta aquí con el pretexto de hablar conmigo. No estamos seguros de las intenciones de la otra persona. -

- Lo siento, majestad. No volverá a pasar. ­

- ¿Cómo es el hombre? -

- Es alto, con acento extranjero. Un hombre mayor, majestad. -

Como reina, ya había conocido a bastantes hombres mayores con acentos extranjeros.

Podría tratarse de algún presidente o un secretario de estado.

- ¿En dónde se encuentra? -

- En el recibidor principal, majestad. -

- Gracias, Cristine. Puedes retirarte. -

Oscuro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora