Capítulo 34

616 36 6
                                    

Emmaline

Cuando Leandro se marchó y sabía que él jamás volvería, mi llanto se intensificó hasta que Amber llamó al médico para que me aplicara un tranquilizante.

Horas más tarde desperté y decidí salir a respirar un poco de aire fresco y hacerme a la idea que Leandro ya no volvería.

Se había acabado para siempre.

Y fue la oportunidad perfecta para Bruno mantenerme bajo su control.

Había pasado horas de angustia antes de que Leandro llegara al palacio.

No le permití intimídarme, a pesar de estar embarazada y tener pocas probabilidades de correr ágilmente hasta esconderme de él.

Me mantuve fuerte y serena.

Luchaba insultándolo, ganándome una risa sarcástica de su parte y algunos halagos que me hacían sentir incomoda.

Era consciente de que, si intentaba escapar, él no dudaría en dispararme. Hiriendome de gravedad.

No sabía cuáles eran las intenciones de Bruno al obedecerlo y me quedaba justo donde él quería.

Resistiría cualquier cosa hasta que mi cuerpo me lo permitiera.

Leandro y mi hijo eran mi único pensamiento todo el tiempo, quería acelerar el tiempo para que él llegara tan pronto y nos sacará de esta situación.

En cuanto mis ojos lo miraron a la tenue luz de la noche, sentí alivio.

Le mentí acerca del embarazo y en cuanto supo que estaba en peligro.

No dudó en venir cuando Bruno se lo ordenó.

Arriesgando su vida para no solo salvar la mía, sino también la de nuestro hijo.

Leandro siempre nos mantendría a salvo a pesar de no estar juntos.

Y esa fue la primera vez que presencié al verdadero Leandro Fontana.

Él no quería qué yo fuera testigo de lo que era realmente, por eso aceptó alejarse de mí.

Su decisión de entregarse para ponerme a salvo, hizo darme cuenta que no quería que se fuera nunca.

Lo necesitaba a mi lado.

Había pasado mi vida entera evitando enamorarme de algún hombre para no sufrir desprecio e indiferencia todo el tiempo como había presenciado en el matrimonio de mis padres.

Mi madre, una mujer dulce y enamorada, marchitada por el dolor de no ser correspondida y amada por el que era su marido.

Creía que el hombre que se casará conmigo lo haría solo porque se había enamorado de los diamantes en mi cabeza y lujos que tendría a mi lado.

Y de pronto, apareció este hombre extraño que quería mantener alejado de mí.

Arrogante y mal encarado que dudaba que alguna vez había sonreído.

Inquietando a mi duro corazón.

El mismo corazón que le perteneció a Argus Moretti por meses.

El mismo corazón que anhelaba y extrañaba a Leandro desde nuestra separación meses atrás.

No podía explicar lo feliz que me sentía.

Finalmente volvíamos a estar juntos.

El primer acto de devoción que demostró Leandro por los meses que nos separamos, fue llevarme adentro en brazos como si fuera liguera como una pluma hasta mi alcoba.

Oscuro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora