Capítulo 36

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Leandro

Pasamos una noche más en el palacio mientras Emmaline le hacía saber su decisión sobre donde iba a vivir a partir de ese día al primer ministro y a sus colegas misóginos que trataban de minimizar a Emma.

Me sentía extraño en un lugar tan impresionante como lo es el palacio de Buckingham.

Por supuesto que era tres veces más grande que todas mis propiedades juntas.

No era un hombre que le temiera a algo, pero vivir en un palacio donde parientes de Emmaline habían muerto en la misma cama en donde dormíamos juntos, me ponía el vello de punta.

Pero lo compensaba el dormir al lado de mi mujer embarazada.

Tenerla devuelta en mis brazos me hizo un hombre más feliz y menos amargado como lo hizo ver Louis.

Desde que Emmaline descubrió la verdad del porque me había trasladado a Londres y mis intenciones sobre matarla al conocernos meses atrás, tenerla a mi lado parecía algo imposible.

Emmaline entra al salón con una sonrisa en sus labios rosados por el labial que aplicó antes de salir de nuestra alcoba por la mañana.

- Es la primera vez que esos hombres están de acuerdo con alguna de las decisiones que he tomado desde que soy la jefa de estado. No pusieron objeción en que viva en lugar diferente al palacio. He decidido que el palacio será el centro de reuniones importantes como cenas y visitas de otros mandatarios. Todos mis asuntos los atenderé desde casa – Suelta un suspiro victorioso.

La veo caminar hasta donde me encuentro con ese sensual vestido rosa pálido abrazando su cuerpo y enmarcando las curvas de su pequeño y sexy cuerpo, resaltando aún más su vientre donde se encuentra nuestro hijo.

Luciendo radiante.

- Eso suena maravilloso, principessa – Envuelvo el cuerpo de Emmaline con mis protectores brazos.

Mis labios caen en el nacimiento de su cabello rojizo dejando pequeños y tiernos besos en el área.

Ella envuelve sus delgados brazos alrededor de mi cintura.

Inclina la cabeza hacia atrás para poder mirarme a los ojos.

- Es la ventaja de tener la tecnología al alcance de nuestras manos – Arruga la nariz y me muestra una dulce sonrisa.

- Eso quiere decir que nos estamos mudando a nuestro hogar ya mismo – Nos balanceamos de un lado a mitad del salón.

- Nuestro hogar. Eso suena tan hermoso – Sus hermosos y brillantes ojos azules tan enormes como diamantes me miran con anhelo.

- ¿Estás de acuerdo en vivir a dos horas del corazón de Londres? Tu amiga Luciana y Amber están aquí. –

- Nunca he estado tan decidida en toda mi vida como lo estoy ahora en compartir mi vida contigo, Leandro. –

- Entonces no perdamos más tiempo e instalémonos inmediatamente en nuestro hogar – Propongo.

- Tendré que empacar algunas de mis pertenencias. –

- Puedo comprarte muchos vestidos, zapatos y joyas. El dinero no es problema, principessa. ­–

- No estoy contigo por el dinero y las joyas que puedas comprar para mí, Leandro. No tienes por qué comprarme nada. Puedo obtenerlo con mi propio dinero. Te recuerdo que soy la reina de esta nación, no hay necesidad de comprar nada. Tenemos todo lo necesario en casa. –

- A excepción de las cosas para nuestro hijo. –

- Bueno, somos padres primerizos. Aún tenemos tiempo para que la habitación de nuestro hijo esté lista para recibirlo. –

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