Capítulo 8

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Emmaline

Las campanas del Big Ben resonaron por toda la habitación.

Marcando las seis de la mañana.

El sonido me arroja de manera abrupta de mi único estado de total calma.

Mi sueño.

Dando así, inicio a un nuevo día.

Donde mi destino aún no está del todo escrito.

Como Amber siempre me lo recuerda.

Ha pasado un mes desde la llegada de Argus al palacio y mi precipitado y para nada deseado compromiso con el conde Andrew.

Me sorprende que aun siga con vida después de los diversos atentados que ha sufrido mi persona desde que ambos hombres aparecieran en mi vida.

Mi mente le ha dado vueltas a la posibilidad de que el responsable puede ser el conde Andrew.

Pero parece ser un hombre caballeroso y gentil.

Tratándome de manera delicada y amable.

Como a una princesa de cuento de hadas.

Es difícil no simpatizar con el conde Andrew.

A diferencia de su madre.

El conde me hace sentir como con su presencia. Pero eso no cambia que quiera compartir mi vida con él.

Lo más extraño que ha sucedido este último mes con mi relación con Argus.

Es que ha adoptado una actitud bastante parecida a la del conde Andrew.

Siendo amable conmigo.

Protegiéndome.

Que es por lo que mi padre y mi abuelo contrataron sus servicios.

Ha estado haciendo su trabajo correctamente.

Acompañándome a todas partes.

Lo cual me ha sorprendido.

En ocasiones, su acercamiento me confunde y provoca que mi cuerpo reaccione de manera irracional cuando roza mi piel.

No puedo apartarme de él cuando se aproxima y nuestro aliento se mezcla.

Es como un enorme imán al cual me siento bastante atraída.

El pulso se acelera hasta que siento que el corazón va a estallarme.

Debo de dejar de fantasear con su cuerpo moviéndose en sincronía con el mío.

Llevar a mis pensamientos por otro camino.

Y retomar el camino de la cordura.

Porque la estoy perdiendo por ese atractivo hombre.

- Emmaline, ¿aún no te has levantado? Tienes una reunión con el embajador de Estados Unidos a las tres treinta. –

- ¿Es necesaria mi presencia en esa reunión? – Murmuro adormilada.

- Emma, no hagas mi trabajo aún más difícil. Ve a cambiarte. Llegaras tarde al desayuno con el primer ministro. –

- Quiero quedarme en la cama todo el día. No tengo la más mínima intención de salir a ningun lado. –

- Sé que estas agotada. Ir de un sitio a otro todo el día y no tener ni un solo segundo para descansar, pero ... -

- Son mis obligaciones como futura reina. Lo sé. He escuchado esos unas doscientas veces al día durante los últimos setecientos treinta días. –

Cubro mi rostro con las sabanas.

Oscuro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora