Capítulo 31

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Leandro

Calabria, Italia

Estaba devastado.

No sabía que el corazón se pudiera destruir.

Se rompió en miles de fragmentos al ver a Emmaline tan cerca del condesito.

Se había casado con él.

Tratándome con tal indiferencia como si jamás le hubiese importado.

Reclamándome que no hice nada para ir a por ella. Que no la rescaté.

¿Por qué quería que la rescatara si ya no me amaba? Se había enamorado del conde.

Amaba a esa mujer, ¿por qué eso no era suficiente para ella?

¿No me amaba porque no tenía un título de nobleza que fuera lo suficientemente atractivo para ella?

Tenía mucho más que ofrecerle a Emmaline Vaughan. Mi corazón en primer lugar.

Después de todo, esa mujer no era tan diferente a sus parientes. Emmaline Vaughan era una mujer codiciosa y ambiciosa.

Pero por más que intentara arrancarla de mi corazón.

No podía.

Obligaba a mi corazón a olvidarla y despreciarla, pero solo me sentía más miserable por extrañarla un infierno. Sabiendo que ella ya no pensaba más en mí.

Sintiéndome un imbécil por amarla.

Visitaba a mi madre con frecuencia antes de ver a la mujer que le había jurado mi amor casarse con otro.

Y dejé de hacerlo cuando volví de Londres.

No me atrevía a salir de mi casa.

Era un hombre desdichado.

No reconocía al hombre en el que me había convertido desde entonces.

Si alguien me hubiese dicho hace cinco meses que me enamoraría de una mujer que me destrozaría, jamás me lo hubiera creído.

Prefería la soledad que ver a mi madre olvidarme cada segundo que pasaba con ella mientras intentamos mantener una conversación normal.

Siempre estaría solo.

A terminar mis días en este infierno llamado Tierra.

Desde la muerte prematura de mi padre, he sido el líder y jefe de la mafia calabresa.

El que controla y vigila a todos. En mi territorio se hace lo que yo ordeno.

Le prometí a mi padre defender nuestro nombre por encima de cualquier cosa.

Eso incluida a las mujeres.

Ninguna mujer me distraería de mi único objetivo en la vida.

El poder.

Ninguna mujer me importaría lo suficiente para renunciar por lo que mi padre se ganó cuando el antiguo líder murió.

Nunca le permitiría a una mujer enamorarse de mí.

Y de pronto, Emmaline se metió en mi sistema como un insecto ponzoñoso.

Ella era la indica.

Por la cual renunciaría a todo solo por retenerla a mi lado, solo si ella me amaba con misma intensidad en que yo la amaba.

Le era indiferente y ella no perdía oportunidad para hacerme saber cuánto me despreciaba y odiaba tenerme cerca.

Siempre se alejaba cuando intentaba acercarme demasiado a ella.

Oscuro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora