Deadly Romance

CAPITULO 12

-Ya está, todo salió perfecto, solo debemos esperar unas semanas, y nuestro plan estará hecho. –Susurro la rubia al oído de la mujer.

-Genial –Agrego- Me caes muy bien, cuánto desearía que tu fueras mi hija. –Confeso.

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Louis se empezó a remover en el sofá, sintiéndose incómodo y confundido, por el cuerpo al lado suyo, no recordaba quien era, así que sin hacer un pequeño intento de abrir los ojos y averiguar de quien se trataba, recogió su pie derecho y con este empujo al rizado, haciéndolo caer a la alfombra, el ojiazul se acomodó un poco, y siguió durmiendo.

- ¿Lou? –Pregunto confundido aun tendido en el suelo, boca abajo, tratando de entender porque lo habían tirado.

Al no recibir respuesta del ojiazul, lo jalo del brazo que colgaba de un lado del sofá, haciendo girar y caer encima suyo; el castaño se levantó inmediatamente alarmado porque no recordaba que Harry se había dormido con él, se sentó inmediatamente en el borde de la cama tratando de reconocer en medio de la oscuridad a la persona que aún estaba tirada en el suelo, pero esta vez riéndose muy fuerte, y ahí supo quién era, esa risa no la podría confundir, así escuchara miles iguales, la risa de Harry lo hacía sentir diferente era el tono de su voz, o tal vez como sus hoyuelos se marcaban, ahora no podía verlos, pero podía visualizarlos en su mente a la perfección.

- ¿Podrías dejar de reírte? –Reclamo –No me causa gracia.

-A ti no, pero a mí sí. –Logro responder, luego de respirar profundamente buscando un poco de aire, luego de tanto reírse.

-Levántate, iré por comida, espérame aquí. –Informo

- ¡Tráeme algo! –Grito rogando que el ojiazul lo alcanzara a escuchar.

Harry se acostó en la cama de su compañero, y cerró los ojos, podía sentir como la alegría corría por sus venas, ¿era eso posible?, tal vez científicamente no, pero esa era la mejor forma que encontraba para expresarlo, si muriera en ese preciso momento, moriría feliz, ya había encontrado sentido en su vida y eso nadie lo iba a cambiar; se levantó, y con pasos torpes caminó hasta el baño, para verse en el espejo, lucia bien, se miraba espectacular, ya no tenía esas desagradables manchas violetas bajo sus ojos, había descansado muy bien, empezó a inspeccionar la habitación, extrañándose por la demora del ojiazul, encontró ropa sucia por todo el lugar, empezó a organizar y recoger dejando todo en su puesto, o como recordaba que estaba la última vez que entro a la habitación, se agacho a observar bajo la cama, y encontró un libro, hizo todo el esfuerzo de alcanzarlo, al final tuvo que darse la vuelta y empujarlo un poco con los pies, para alcanzarlo por la otra orilla, cuando logro tenerlo en sus manos se sorprendió al ver que era el libro que él había sacado de la biblioteca sin autorización, pero, Louis le había dicho que lo había devuelto antes de algún contratiempo, acaso, ¿le había mentido? ¿Por qué lo haría? Decidió espantar todos estos pensamientos de su mente, no todo tenía que ser tan complicado, empezó a buscar la página donde estaba su mito favorito, cuando por fin la encontró, se sentó en el borde de la cama frente a la puerta, a releerlo, no entienda, como o por qué, pero sentía una conexión con esa historia, de seguro era solo su fantasía.

“su amor será una maldición para muchos, una bendición para otros, pero sería la salvación de ellos”

Esa frase era realmente melancólica un poco triste, pero consoladora, era una frase hermosa, podía visualizarla en una rosa, era bella, fuerte, tranquila, soñadora, atractiva, pero al mismo tiempo peligrosa, apasionada, fría, y dolorosa; tal vez así era la vida, y solo tenías que estar recordando los momentos que te hacen fuerte para afrontar los peligros, que de seguro te dolerán, pero acabaran siendo enseñanzas, eso tenía sentido.