EPÍLOGO

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- ¿Qué llevaremos de regalo?

-A esta hora, casi todo está cerrado.

-Podríamos llevarles una gran pizza, ¿no? Es lo único abierto por aquí.

-No es el regalo adecuado. –Mencionó deteniéndose en medio de la carretera. -Odio decir esto, pero debimos de haberle hecho caso al rubio.

-Deberíamos volver, y mañana encontraremos algo que nos guste. –Sugirió el ojimiel.

-Está bien. –Dijo el pelinegro, se dieron media vuelta caminaron algunos metros, hasta encontrar un callejón vacío, entraron en él, y en unos minutos ya estaban dentro del apartamento de Niall.

Pusieron pizza que había sobrado de la noche anterior en el horno, luego hicieron algunas palomitas, junto con algunas bebidas, y se dispusieron a ver películas.

En el último año, sus vidas habían cambiado completamente, nunca se imaginaron que vivirían en Londres, en el apartamento de Niall, por lo menos hasta que este terminara de estudiar, tenían una vida como siempre la soñaron, o algo cercano a eso, llevaban poco más de siete meses, trabajando, lo hacían en la noche, todas sus actividades en la noche, y en el día dormían, mientras toda la ciudad andaba al cien por minuto ellos solo dormían, estaban tranquilos, juntos y felices descasando, luego mientras la mayoría de personas descansaban o por lo menos estaban en sus residencias, ellos iban a cine, a fiestas, a museos, a galerías, a centros comerciales, hacían todo tipo de actividades que haría un mundano, pero debían hacerlas en la noche y eso les generaba un leve problema, siempre debían estar atentos a los horarios de los lugares que debían visitar, y mientras fueran turísticos, de entretenimiento o comida, no había mucho conflicto por la hora, el verdadero inconveniente era en actividades tan simples como comprar ropa, estas tiendas se caracterizaban por cerrar, bastante temprano, para ellos, aún recuerdan la primera vez que les sucedió esto, y era un asunto urgente, así que entraron a la tienda con ayuda de un portal, estuvieron ahí como una hora, hasta que decidieron que se iban a llevar, revisaron las etiquetas, sumaron los precios, empacaron las prendas en las bolsas, y antes de irse dejaron el dinero en la caja, siempre dejaban un poco más, por las posibles confusiones o molestias generadas, como lo llamaba Liam.

Lo que más les causo alegría, fue cuando abrieron su bar, al principio era pequeño, apenas podían entrar unas cien personas máximo, habían contratado a cinco personas, dos porteros, un barman y dos meseros, principalmente solo asistían más vampiros, así que se convirtió como en un punto de encuentro, pero actualmente se había expandido casi el triple, y ahora disfrutaban de forma sana y segura, mundanos y vampiros y hasta el momento no habían tenido mayor problema, ellos solo se aparecían por el lugar tres veces a la semana, para asegurarse de que se estuviera administrando de forma correcta, ahora contaban con más de veinte empleados y el ambiente laboral era agradable, estaban orgullosos de eso.

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-Niall estoy muy nervioso, pasado mañana será el día más feliz de mi vida. –Explicaba la voz alterada al otro lado de la línea.

-Dime, que no estas caminando, por todo el espacio en esa biblioteca. –Sabiendo que su amigo, si estaba haciéndolo.  Y lo confirmo, cuando una risa se escuchó a través del celular.

-Si hago memoria, has tenido como más de 10 días que han sido los “mejores de tu vida” –Dijo haciendo las comillas con los dedos, siendo consciente de que nadie lo estaba viendo.

-Este es totalmente diferente. –Aseguró. –Quiero que me des tú más sincera opinión sobre mi traje, ¿Cuándo puedo ir?  -Preguntó mientras recorría con su mano cada estante del lugar y delineaba algunos libros, sí que había extrañado este lugar.

Deadly RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora