16. Bajo mis condiciones

257 10 2
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El cielo es el límite

Capítulo 16 - Bajo mis condiciones

En cuanto oyeron la voz de Troy, se separaron. Muna quiso que la tierra se la tragara; los clientes tenían las manos pegadas a los vidrios y los miraban riendo y comentando cosas entre ellos. Luego comenzaron a aplaudir y festejar. Troy les siguió el juego.

-¡Se besaron! ¡Final feliz! - recitó levantando sus manitos.

Como si no fuera suficiente el espectáculo, ambos estaban empapados por el fugaz chaparrón. Sam sacudió la cabeza y tuvo un deja vu de la primera cita cuando le cayó un baldazo de agua encima. Sam recordó lo mismo, y no pudo reprimir la sonrisa.

-¿De qué te ríes? - le espetó Muna.

-Estás recordando lo mismo que yo, ¿no? - dijo con alegría.

-No sé a qué te refieres...

-El baldazo de agua, el descapotable... por suerte esta vez pude besarte - dijo cómicamente. Troy los miraba sorprendido.

-Cállate, este bochorno es tu culpa.

-¿Quién quiso que habláramos fuera del resto?

-¿Quién se metió en mi dúplex como un ladrón?

-No exageres, la gente está contenta con el beso. ¡Se mueren de envidia! - Muna masculló un insulto por lo bajo y estrujó su camisa. El mozo llegó a la puerta, con aspecto de estar contrariado.

-Disculpen pero hicieron un papelón, señores. - los regañó.

-Ya no exagere, estábamos afuera del restaurante - se defendió Sam.

-¿Tiene el descaro de justificarse, señor?

-¡Perdón, el cliente siempre tiene la razón! - exclamó con histrionismo.

-¡Cállate, Pratt! -Muna le dio un codazo.- No empeores la situación, suficiente bochorno pasamos..-él rodó los ojos.

-Espero que este show no sea un artilugio para no pagar la cena.- dijo el mozo.

-Basta de idioteces, señor. Quiero abonar la cuenta y me largo de aquí.- agregó Muna iracunda.

Cuando los dos entraron junto a Troy; el resto entero los aplaudió de nuevo. Mojaron los lujosos mosaicos de Wanna Be; el mozo protestaba por lo bajo. Sam pensó que era insufrible. ¡Quisquilloso de mierda!

Muna fue hacia su mesa, agarró su móvil y la cartera. Sam miró su trasero dentro de sus jeans húmedos y se mordió el labio inferior. Aún no podía creer que le hubiera robado un beso. Lo consideraba todo un milagro teniendo en cuenta el odio que despedían sus hermosos ojos al dirigirse a él. La alegría que sentía era inexplicable. Muna volvió con los lentes de pasta puestos. Se había hecho un rodete desprolijo. Parecía dibujada a mano, su pequeña nariz y sus rasgos. Era tan hermosa que le hacía daño. No era una belleza clásica, era exótica, única.. Muna Burton no se parecía a ninguna mujer que haya visto antes.

El cielo es el límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora