21. Noche soñada

188 7 2
                                    

El cielo es el límite- Capítulo 21 - Noche soñada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El cielo es el límite- Capítulo 21 - Noche soñada

Veinticuatro horas antes

Rayan y Nathalie ingresaron en el departamento de este último. Los ojos de Nathalie se abrieron de par en par al ver el desorden de su hogar. Había cajas por todos lados, una sobria mesa con dos sillas nuevas a las cuales no les había quitado el plástico. La cama estaba deshecha y las mesitas de luz sin veladores. Lo miró frunciendo el ceño.

-Espero que no te moleste el desorden...- empezó a decir Rayan, avergonzado.

-No veo por qué debería molestarme - dijo tímidamente.

-Recuerdo que eres muy ordenada.- ella sonrió - Casi ni estoy aquí, solo duermo.

-Quizá te sentirías mejor al llegar y ver esto en condiciones -agarró una prenda arrugada de adentro una caja y la dobló automáticamente.

-Lo lamento, no planeaba invitarte - admitió, rojo.

-Puedo ayudarte a ordenar...- dijo ella, nerviosa.

Rayan se acercó y tiró el pantalón en la caja, restándole importancia.

-Después...-le dio un beso, en los labios, y la agarró de la cintura.

-Rayan...

-¿Por qué no te dejas llevar? - susurró, enredando los dedos en su pelo - Sé que te pasa lo mismo...relájate. No estamos haciendo nada malo - la besó, y recorrió su boca, desesperado.

-Estoy muerta de miedo - expresó Nathalie, angustiada- Tengo miedo por ti, temo que Cormac se entere y te ataque.

-Es un secreto, nadie lo sabrá -le prometió, y volvió a besarla.

-No es un secreto que nos tenemos ganas, lo sabe todo la SIS - respondió Nathalie.

-¿Me tienes ganas, Vaulthier? Eso me calienta más. - la besó otra vez, y fue por más. Metió ambas manos dentro de su camisa. Introdujo la lengua en su boca, desesperado, luego tocó su trasero, apretando contra su erección - Por fin te tengo así...

Nathalie respiró hondo, sintiendo que el deseo colmaba cada parte de su cuerpo. Rayan podía hacer que se mojara solo hablándole al oído. Era condenadamente atractivo, seductor, y dulce. Era la mezcla perfecta entre dulzura y erotismo, la dosis justa para perder la cabeza. Sin más pretextos, cayeron en la cama, Rayan se quitó la remera. Nathalie observó su torso musculoso y lo acarició con ambas manos, maravillada.

-Eres tan hermoso...-Su pelo lacio estaba esparcido por toda la cama. Rayan desabrochó un botón de su camisa, y luego otro, despacio. Al abrirla tocó sus pechos, maravillado, y ella suspiró.

-No te das una idea como me calientas -lamió su oído y ella jadeó. Pasó las palmas por su espalda ancha y ejercitada. La piel de Rayan era suave y tibia, metió una mano dentro del bóxer y tocó su bulto. Rayan gimió, algo sorprendido- Eres una zorra, Vaulthier.

El cielo es el límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora