Q U I N C E

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— ¿De verdad creen que esta muerta? — Pregunto con una gran sonrisa la sovietica.

Nueva Granada miraba a su amiga dormir, acariciaba su cabello negro con suaviadad mientras curaba las numerosas grietas que poseia, provocando que se curaraban lentamente.

Algunas habian deseparecido, muchas a decir verdad.

— Aun sigue debil, como para inyectar el suero en ella —  Dijo la de piel oscura levantadoce y echando por la ventana el agua sucia por la sangre de Cuba. Por suerte nadie pasaba por allí.

— Es lo que menos me preocupa, aun no despertara, ademas Alemania ya fue inyectado, el plan ya se puede llevar a cabo... — Dijo la de verde y rojo. Nueva granada sonrio y busco una computadora mientras sacaba su telefono.

— ¿Merida? Ya es hora... — Fue todo lo que dijo para luego cortar y encender la computadora, dejando solo blanca nieve a la vista y no muy lejos a dos paises sentados en una vieja cabaña.

× × ×

— Por amor a Dios, callate por favor — Se quejo el de gafas cubriendoce los oidos, mientras el ruso a su lado cantaba una extraña canción en su idioma.

No cantaba mal a decir verdad, pero para el americano la opera era uno de los peores generos musicales que pudieron existir. Lo odiaba, le recordaba a cuando Reino Unido lo obligaba a ponerse sus trajes que lo asian sentir que se derretia por el calor y tener que estar sentado durante horas y horas escuchando a la dama gorda cantar.

Lo univo bueno eran sus encuentros con el Imperio España y alguno de sus hijos, sobre todo cuando era amigo de Mexico. Siempre se terminaban burlando o haciendo algo gracioso que avergonzaba a los Imperios.

Pero de allí, no disfrutaba nada más.

El ruso dejo de cantar repentinamente y en su lugar se escucho un golope seco, se destapo los oidos y miro al ruso roncar, con un dardo en su hombro.

Fruncio el ceño y se levanto de su sitio al escuchar a alguien caminar hasta el.

Era Alemania, corria, asustado y con el rostro golpeado con la ropa desgarrada y sus gafas rotas. USA se aparto del ruso, suponiendo que tal vez solo fue un cazador que le dio por error y se fue a socorrer al aleman.

— ¡Germania! ¡Germania! — Sin importarle mucho que en un momento fueron enemigos, lo abrazo tomando desprebenido al aleman provocando que llorara y sollosara en su hombro — ¡Estabamos preocupados! ¿Donde estan los demás? ¿Nueva Granada ella... esta bien? — El aleman no respondio solo se separo un poco para verlo a la cara y sonreir. Mientras clavaba una geringa con el famoso suero verde.

— Caiste... — Fue lo ultimo que escucho el americano antes de caer en la inconciencia.

× × ×

— ¡LA GUERRA ESTA GANADA! — Grito con felicidad la sovietica, Nueva Granada por otra parte, permanecia seria — Sin USA, ni Alemania, Rusia y China no son nada — La de verde y rojo festejaba, estaba feliz.

Algo que Nueva Granada presentia tan lejano.

Mirando la grabacion por la computadora, Merida se hacerco a Alemania con una sonrisa en el rostro, los dos chocaron palmas y cargaron a USA de sus pies y manos. Pero ya que Merida era muy pequeña,  la cabeza de USA se golpeaba recurrentemente con piedras o raises de los arboles.

Cosa que le robaba carcajadas a Bielo.

— Voy a recibir a USA, cuando despiete estaran molesto... — Dijo la latina, saliendo del cuarto, para dirijirce a otro lugar que no era la salida — Tienes que despertar pronto... — Le susurro a la mujer que permanecia inconciente sobre una mesa de hacero.

Una amiga para URSSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora