lies 1.05

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A H Ó G A M E


     Quizá debí reaccionar como las chicas que él buscaba, la cuestión es que yo era un caso muy excepcional por lo tanto ser igual al resto no era muy mío, me destacaba en ser solamente yo, es por eso que en vez de sentirme algo así como: afortunada, no tuve otra sensación que un hórrido vórtice en mi estómago combinado con nauseas. Toda esta situación era tan repugnante y amarga. Nunca me había gustado que las cosas tuvieran un giro repentino y vaya que este había sido uno de los peores.

Con un deje excesivamente repugnante coloqué mis manos sobre su pecho y ejercí la mayor fuerza que pensé que era inexistente en mí y lo empujé hasta deshacerme de él. Lo observé como si deseara asesinarlo mientras cubría mi boca con el dorso de mi mano. Y es que odiaba que alguien hiciera algo en contra de mi voluntad, que me obligaran a hacer algo por la fuerza y creo que lo que más voy a detestar es: que él, me bese.

—¡Si lo vuelves hacer, juro que te golpearé! —grité esperando que esa advertencia lo atemorizara y tuviera la grata sensatez de mantenerse al margen la próxima vez, pero tal vez lo había pensado muy a la ligera porque de todos modos no le dio el mismo sentido que yo imaginé que le daría, pues mi advertencia lo había tomado tan a la ligera o superficial que inclusive el sonreír jocoso le salió muy natural.

—Me encargaré de que la próxima vez seas tú la que me bese. Eso te lo puedo asegurar —alegó con un imponente ego, casi que casi leyendo el futuro como si estuviera plegado en mi frente. Así de seguro lo asumí por mí misma, lo que me hizo entrar en una protesta porque su suposición sonaba tan absurda.

—Eso Nunca —lo señalé —. Me oíste, NUN-CA —bajé mi mano. Me había sacado a empujones fuera de mi zona de paciencia y sin embargo él parecía no notarlo, es más ni siquiera le importó. Me esmeré en sofrenar mis ansias de darle una bofetada razón por la que ideé algo mejor que eso, algo que esperaba que fuese como un golpe bajo a su hórrido ego —. No eres mi tipo, eres un maldito mujeriego y lo único que causas en mi es; asco y lástima —ultimé.

Lo que saqué a relucir me hizo subir las gradas tan rápido como mis pies me lo permitían. Sabía el nivel de mis palabras y no era una razón por la que salía corriendo, lo hice por seguridad propia, de alguna u otra manera su forma de mirarme luego de hacer público mis sentimientos a su persona, podía consumir mi alma y no negaba que tenía miedo a su reacción, podía decir que era capaz de hacer algo más allá de una simple expresión furiosa, que después de todo no le quedaba tan mal.

Por desgracia las cosas no habían terminado ahí como yo habría querido, no sabía cómo es que llegó a alcanzarme, pero en cuestión de pocos segundos ya había tomado de mi brazo y jalado con una fuerza mínima que a mi parecer fue exuberante porque regresé hacia él casi golpeándome la nariz en su pecho. Busqué su mirada fortuitamente, para darme cuenta de que no podía estar molesto cuando en realidad...

—Repite lo que dijiste —murmuró tan cerca que sentí su nariz acariciar etéreamente la mía. La molestia que creí que le había causado hace unos pocos minutos atrás. No existía, simplemente no había rastro. Quizá eso debió haber sido una razón para estar tranquila, pero el hecho de que haya sobrepasado los límites de la cercanía hacía que mi corazón estuviese amenazándome con salir en cualquier momento, si no lo alejaba.

—Me estás incomodando, suéltame —mi voz no sonó como yo hubiese querido, casi se había asemejado a un miedo que de por sí debía ser inexistente, pero que de alguna forma se había adueñado de mí en el momento que supe que luego de mirar ese brillo funesto en sus orbes, las cosas no estarían del todo bien.

Pocos segundos después no pude sentir más que vergüenza y una confusión que había venido a la par de un cambio de gestos que tan de repente, él fue capaz de hacer, de tal forma que me llevó incluso a ladear mi cabeza volátilmente. Porque entre adivinaba que el motivo de una sonrisa bordada en sus labios con puntadas traviesas era por mi deficiente forma de camuflar el temor que me causó o quizá era otra cosa que no estaba al alcance de mi entendimiento. Lo que sí podía estar segura es que la bipolaridad podría ser muy lo suyo, de eso no tenía dudas.

lies | Jeon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora