lies 1.11

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ME GUSTAS


       De la nada sentí que estaba ahogándome, mi oxígeno parecía congelarse en mis pulmones acompañado por el leve dolor en el pecho que me tenía sumamente desorientada. Debido a ello no había podido enfocarme en esas palabras porque de alguna extraña forma perdí el sentido e inclusive las fuerzas para mantenerme de pie.

—Ayleen ¿Estás bien? —tomó de mi antebrazo y enseguida lo alejé por el repentino ataque de tos que tuve. Me sentí exageradamente mal, pero que aquello se haya terminado en cuestión de segundos, me dejaba mucho más tranquila. Cuando estuve mucho mejor, me enfoqué en Jungkook, el cual se encontraba con la cabeza hacia atrás esperando que el sangrado de su nariz no empeorase.

Busqué entre mis bolsillos algo que le pudiera servir y en cuanto encontré un pañuelo se lo extendí.

—¿Te encuentras bien? —pregunté una vez que recibió mi pañuelo.

—Lo estoy y ¿tú? —dijo mientras limpiaba su nariz. El método de mantener la cabeza hacia arriba había funcionado, pues parecía ya no haber rastro de sangre.

—También —mascullé luego de observar el sitio en la que se suponía que se encontraba aquella señora hace uno minutos atrás, pero ya no estaba —. ¿La viste irse?

—No.

Me quedé en silencio observando el mismo sitio mientras trataba de adivinar si la había visto antes o si al caso la conocía. Era un poco absurdo que fuese así, pero la sensación tan familiar que me causó aludía a: que quizá era así.

—¿En qué piensas? —inquirió. Volví hacia él, mientras suspiraba y hundía mis manos en los bolsillos de mi abrigo. —Es sobre lo que dijo...

—No logré escucharla ¿Qué fue lo que dijo?

—Nada importante —asentí —. ¿Quieres irte?

—No puedo hasta no encontrar a esa persona a la que debo entregar... —solté una de las correas de mi pequeña maleta y de ella saqué el sobre amarillo. —. Estos documentos —Jungkook los tomó y le dio una pequeña ojeada dentro mientras yo me acomodaba la maleta nuevamente.

—¿Sabes de que trata? —quiso saber entre tanto escarbaba los bolsillos de su pantalón.

—No.

Luego de haber encontrado lo que buscaba y sin dejarme ver qué era eso, lo colocó en mi bolsillo izquierdo de mi abrigo. Lo miré extrañada en tanto buscaba lo que había guardado. Lo primero que percibí fue que era un objeto pequeño y rectangular. Abandoné todo el misterio y lo extraje. Miré el objeto que reposaba en la palma de mi mano y seguido pasé a mirarlo a él con el entrecejo fruncido, totalmente confundida.

—No entiendo —murmuré.

—Soy la persona a la que debías entregar esto —levantó el sobre haciendo un ademán en ello —. Y yo entregarte eso —señaló lo que aún tenía sobre mi mano.

Mantuve mi mirada disonante sobre él amordazando esa mera intención de querer golpearlo. No quería salir, no tenía planeado hacerlo, solo quería estar en casa. Guardé el pequeño USB en mi bolsillo nuevamente y puse mis ojos en blanco.

—Eres un idiota —finiquité antes de irme.

—¿No quieres que te lleve? —inquirió seguido de haberme alcanzado.

Lo miré aún sin dejar de caminar —Tienes que hacerlo.

•••

Aspiré profundo y el helado frío surcó en mis fosas nasales hasta mis pulmones provocando que mi exhalación se transformara en una pequeña bruma en el ambiente. El frío era impresionante y más cuando el invierno se encargó de teñir hasta el último rincón de blanco, durante casi toda la noche. Solo a mí se me ocurría salir a caminar tan temprano por la mañana alrededor del parque.

lies | Jeon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora