lies 1.07

381 58 67
                                    

A M O R   M Í O




     Largos segundos que en realidad parecían horas, y seguía sin entender porque sentía como un pequeño remolino creaba una escandalosa sensación en mi vientre. Podía sentir como incluso el oxígeno se hacía denso cada que inhalaba y como mi corazón estaba ridículamente abrumado. Con todo lo que él me provocaba podía pronosticar que su indecente cercanía era un mal poderosísimo para mí. Si yo no retrocedía era porque no quería que notara lo inquieta que me había puesto, pero que casi no lo demostraba porque no había quitado mis ojos de los suyos. Aprovechaba el instante en la que él repasaba sutilmente mi fisionomía, para yo hacer casi lo mismo, aunque en retrospectiva ya lo había hecho y prefería quedarme en el lunar que estaba justo bajo su labio inferior.

Me parecía escasos los segundos en la que de repente las comisuras de sus labios tomaron forma en una sonrisa esquinada y de el dejaba escapar una ligera carcajada. Una de sus cejas se enarcó para posteriormente alejarse. Si estaba jugando conmigo, pues lo estaba logrando.

—Aún no te he besado —confirmó algo que de por sí ya sabía, pero que por extrañas razones: una pequeña parte de mí deseaba que lo hubiese hecho. Sus ojos volvieron a posarse sobre los míos mientras humedecía sus labios.

—Ya lo sé —y esa gran parte sobrante de mí, se sentía más que alivianada. Suspiré como si me hubiese deshecho del peligro que en sí era él —. Me siento tranquila saber que no lo harás por un largo tiempo.

—¿Segura?

—Ajá.

—Hay límites de tiempo, sino lo haces tú lo haré yo.

—¿Por qué yo? —pregunté instantáneamente. La curiosidad se apegaba muy bien en mí. Y es que me costaba comprender porque no solo buscaba a alguien más. Lo visualicé sonreír como si hubiese hecho una pregunta muy buena y la respuesta quizá era aún mejor.

—No sabes cuánto odio contradecirme a mí mismo, pero me fascina contradecir al resto, pero por sobre todo a ti.

Entendí. Y sería tonto de mi parte sino me aprovechaba de ello.

—Si yo te digo acércate...

—Lo haré. No soy estúpido. Hago lo que obviamente me conviene. No sobre analices mis palabras.

Oh.

Me preguntaba si no había alguien que hiciese lo mismo que yo, como para que dejara de perturbar mi vida y que perturbara la de alguien más. Lo que él quería me era imposible, no podía hacerlo porque todo lo que él deseaba se enlazaba por lo mórbido. Algo que no era capaz de ser partícipe.

—Déjame ver si entendí —entrecerré mis ojos. Capté muy bien todo ese rollo, solo quería asegurarme de ello —. Estás diciendo que, si yo habría aceptado desde un principio lo que tu quisieses, ahora ¿no estaría siendo acosada por ti?

—Acosar no es una palabra que me agrade, pero puede ser que sí.

—¿Qué clase de psicópatas obstinado eres? —cuestioné en un tono plano o despreocupado sumado por un revoloteo de ojos. No pensaba dejarle ver que había entrado en pánico. Súbitamente me hizo sentir como si me hubiese topado con una persona incorrectamente peligrosa, de aquellos que cargan con un mal mental y que se obsesionan con una persona a tal punto que la siguen o incluso la llegan a matar. Empeoraba mi miedo interno aún más cuando de sus labios vuelve a salir una sutil carcajada.

—No te lo tomes tan enserio, pero si espero un beso que venga de ti —alegó menos libertino, como si intuyese mi repentino pánico, lo cual agradecía, aunque no del todo.

lies | Jeon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora