lies 1.10

247 53 20
                                    

I N V I E R N O


       Me acerqué a él con la intención de quitarle algo que era muy personal para mí, algo que no debía tomar, algo que ni si quiera debía haberlo tomado. Quería estar completamente molesta pero el sofoco en mis mejillas dominaba aún más mi forma de oponerme a su maldita costumbre de hacer las cosas sin mi mero consentimiento.

—Dámelo —dije entre dientes luego de haber estirado mi mano derecha en su dirección esperando a que por lo menos tuviera una pizca de modestia en su ser, no obstante, parecía no tener nada de eso, de hecho, tuve que retirar mi mano medio segundo después de que trazara sus labios sobre la palma de mi mano. Arrugué mi entrecejo lo suficiente como para hacerle saber que eso no lo aprobaba, aunque...

—Todavía no he terminado de leer —agregó.

—¿Acaso no te ensañaron a no tomar las cosa que no son tuyas?

—¿Y a ti sí? —hizo un ademán hacía su abrigo lo cual me inculpaba estando sobre mi escritorio y que horas atrás la tomé sin permiso alguno. Lo sé, prácticamente me decía que no estaba en posición de reclamar nada.

Casi puse mis ojos en blanco —. Yo tenía una razón justa. No iba a salir vestida de esa manera tan indecente en la que me encontraba.

—No te veías mal. —encogió sus hombros.

—Sabes a lo que me refiero —reproché en voz baja como si eso fuese vergonzoso. A decir verdad, todos los temas de ámbitos insanos, lo eran para mí. Sus labios se ensancharon tanto que sus blanquecinos dientes se mostraron en una sonrisa bajo una suave carcajada, exhibiendo de repente que ese leve acto era un factor por la que me veía sacudida internamente: sentía un picor en mi vientre y bobamente lo miraba como si él fuese tan especial.

—Me atrapaste —dijo lanzando mi diario sobre mi cama para posteriormente situar sus ambas manos en mi cintura, removiendo aún más mi interior y dándole una razón más para que mis pulsaciones comenzaran a aturdirse.

Siempre quise hallar repuestas para todo, respuestas que encajaran en la lógica y en el sentido común, sin embargo, en este preciso momento no me apetecía hallar nada porque sentía que nada de esto tenía la debida coherencia.

—¿Qué haces? —musité mientras trataba de juntar mis ambas cejas en una sola línea y que estas representaran lo indignada que estaba debido a sus actos, no obstante, mis nervios jugaban conmigo y no dejaba que mostrara lo que quería mostrar.

—Admirar lo paciente que llegas a ser conmigo Ayleen —murmuró bajo, tan bajito que sonaba delirantemente ronco.

—Mi paciencia se está agotando Jungkook. Deja de acercarte a mí, y tomarte atribuciones que no te competen —lo miré a la par. Sus ojos danzaban con los míos, intentando sincronizar mis pensamientos hasta tratar de entenderme, y realmente quería que lo hiciera, pero sus labios formándose en una sonrisa sesgada revelaban que no había logrado captarme.

Pero como lo haría cuando ni yo misma lograba adivinarme.

—Me gustaría, pero... ¿Sabes por qué no lo voy hacer? —mi escasa respuesta atribuía a mi curiosidad por querer saberlo, así que no intervine y esperé a que lo dijera —. Porque sé que no me vas a detener.

Pestañeé minuciosamente, mientras deshilachaba sus palabras hasta por fin entenderlas y entrar en contexto. No lo detendría, realmente no era capaz o no había sido capaz de hacerlo antes.

—Suficiente —quité sus manos de mi cintura y me alejé —. Generalmente prefiero ser sutil, pero, ya que lo dices, te voy a detener sin la necesidad de hablar, te voy a golpear si te acercas a mí.

lies | Jeon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora