lies 1.25

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ERROR

     Me sentía como un espectro a la que habían asesinado hace poco. No recordaba nada. Miraba el mismo lugar una y otra vez: la misma pared blanca, la misma mancha roja que ahí existía. Estaba acostada sobre el suelo de costado, por… no sabía cuánto tiempo.

Estaba siendo demasiado indiferente a lo que estuviese pasándome, al lugar en la que me encontraba e inclusive en cómo me sentía. La tarde parecía madurar en ocaso, volviéndose la habitación más opaca, oscura, gris. Pestañeé con somera lentitud y de la misma forma un par de lágrimas bajaron en la misma dirección horizontalmente. Me sentía tan pesada que inclusive levantarme se me hacía complicado. Hice lo posible para despegar mi cuerpo del suelo. En ese proceso de ponerme de pie, noté muchos detalles, detalles que me hizo entrar en pánico.

     Mis temblorosas manos estaban ensangrentadas, al igual que el resto de las prendas que usaba. Los latidos de mi corazón eran ominosamente dolorosas y gracias a ello me costaba respirar. Tenía la sensación que de a poco estaba enloqueciendo, intentaba comprender toda esta situación, pero lo único que ganaba era: desesperarme.

     Se sentía como si estuviese atrapada entre paredes que poco a poco reducía mi espacio. Se me hacía tan insoportable, no vislumbrar nada y sentir que había cometido un grave error, uno que quizá la pagaría caro.  Tambaleé y terminé tropezando con un pequeño mueble el cual de ahí cayeron muchas cosas, segundos después también volví a estar sobre el suelo. Miré mis manos de sangre y solo entonces supe que había cometido algo, la culpa, pese que no lo recordaba me carcomía inmensamente y dolía de forma siniestra. De repente el crujido de la puerta, llamó mi atención y temblé a medida que el sonido de sus pasos estilizados y lentos se acercaba.

    Ella estaba oculta en las sombras oscuras de la habitación, se detuvo, y apoyó su hombro en la pared con los brazos entrecruzados. Sus tocones rojos hacían juego con su vestido ajustado a su cuerpo delgado, su cabello era lacio y largo de tal manera que le llegaba hasta la cintura y su rostro se hallaba enturbiada por la sombra oscura de la habitación. Antes de hablar decidió romper el silencio con una leve carcajada.

     —Es tan lamentable que haya muerto e imperdonable que tu hayas sido la culpable.



•••



     Me levanté de golpe e inhalé como si no hubiese estado respirando. Visualicé todo mi alrededor con un ominoso pánico. Me trastorné aún más cuando supe que estaba dentro de un auto, el cual se encontraba aparcado a las afueras de un aparente cementerio.

     —¿Estas bien? —preguntó el tipo que tras unos segundos miré totalmente aturdida y aterrada. Él estaba sentado en el asiento del frente, con el torso girado hacia donde yo me encontraba sentada (en la parte posterior del auto) observándome con una etérea preocupación. Preocupación que descarté, e intenté huir. Jalé varias veces la manija de la puerta, pero sencillamente no me dejaba irme como quería. Las puertas tenía seguro que: manualmente no podía quitar —. Cálmate. No te voy a hacer daño. Es algo que jamás haría.

     —¡Entonces abre la maldita puerta! —gruñí golpeando la ventanilla.

     —¿Podrías tratar de recordarme? —habló elevando la voz quizá para que lo escuchara y dejara de golpear la ventana. Sin embargo, no fue la ascendencia de su voz lo que me hizo quedarme quieta y mirarlo a través del retrovisor. Si no el hecho que me pidiera recordarlo.

     —¿Por qué tendría que hacerlo? —lo observé escarbar en la guantera hasta que finalmente extrajo una fotografía y me la extendió. La tomé y en cuanto detallé cada pedacito de la fotografía, una melancolía que había estado ocultando por bastante tiempo apareció de golpe.

lies | Jeon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora