lies 1.03

522 90 149
                                    

DESAFÍO, ADRENALINA Y TORTURA

[ j e o n ]



       En ocasiones el mundo llegaba a ser tan pequeño que podía caber en una sola mano. Y es que nunca habría imaginado verla nuevamente y menos en este lugar, dónde convivir juntos a diario, era un éxito rotundo. No comprendía mucho cómo funcionaba eso de las coincidencias, pero sin duda, esta, era una de esas. ¿Te molesta? ¿Si me molesta? No, para nada, me viene muy interesante tenerla en el mismo lugar. No sabía qué habría hecho, para estar siendo compensado por una exhibición fantástica (no podía negar un detalle que se podía ver a simple vista). Sin embargo, el carácter que cargaba y la mala visión que tenía de mí (por cuestiones del día anterior), no me dejaría llegar a nada con ella, ni siquiera a una sencilla conversación. Lo adivinaba por su sobre manera de visualizarme: con su entrecejo fruncido y gestos disonantes, sin duda seguía cabreada conmigo.

Había contraído sus labios y separado las mismas para afear alguna cosa, pero prefirió: contenerse, revolotear sus ojos y dejarme como un cero a la izquierda, girándose nuevamente hacia la ventana. Sonreí jovial a la situación mientras retiraba la tercera silla para abrirme paso a la segunda y acomodarme en la misma. Durante todo ese proceso no regresó a ver ni un poco, ni por curiosidad. Emplacé mi codo derecho sobre la mesa, y apoyé mi cabeza en mi mano abierta.

—¿Qué tanto me odias? —mi pregunta había sonado áspera y es que alzar la voz o si quiera normalizarla me parecía innecesaria porque estábamos únicamente los dos.

—No te odio —su respuesta fue inmediata, ni siquiera se detuvo a pensarlo, tampoco le fue imperioso mirarme. No me odiaba, eso era bueno, pero sí que me tenía rencor.

—¿No?

—No —replicó. Tenía intenciones de sacar un tema para debatir, una charla para quizá conocernos, pero simplemente, ella no quería o bien no le interesaba o quizá si me odiaba —. El odio es un sentimiento ¿Lo sabías? —añadió retornando a verme. No había pensado que el odio era un sentimiento, es más había muchas de las cosas que no conocía o que no las había pensado con profundidad —. Sería demasiado exagerado y ridículo sentir algo por alguien que ni si quiera su nombre sé. Tú no eres alguien que merece de mis sentimientos, aunque sea odio ¿Entiendes?

—Entendido —enderecé mi cuerpo y me puse de pie. Sabía que todo lo mencionado por ella era solo un cúmulo de errores y que debería tirarlo a la papelera, el problema era que aquello había rozado mi molestia abiertamente y no podía disimularlo muy bien. Jamás había sentido el desinterés, sobre todo cuando venía de una chica —. Retírate de mi puesto —pendí con suntuosidad, pero ella se negó con un movimiento de cabeza, añadiéndole una pequeña risotada mofa y diciendo:

—No seas ridículo —frunció ligeramente si entrecejo y volvió a hablar —. Llegaste algo tarde, lo lamento.

No estaba en mí hacerla daño y la verdad, no había sentido el pelear por un mísero puesto, sería algo infantil ¿No? Mi verdadero problema era que ella había hablado de más. A mí me bastaba una sola persona, un solo comentario para que me hiciera sentir insignificante. Y que lo haya logrado, mataba mi modestia y amargaba mis emociones.

—Traté de ser cortés ¿sabes? —soné anodino porque amortigüe las ansias de salir de mi estoicismo a la que he tenido que aferrarme desde que la conocí. Reposé una de mis manos sobre su maleta. Le di un ligero empujón y esta cayó al suelo. No tardó en reaccionar, de hecho, no vi cuando se puso de pie, solo de repente la vi tan cerca, con sus cejas formando casi una sola línea recta, sus pestañas largas y gruesas queriendo tocar las mismas, sus apetitosos y voluminosos labios entreabiertas dejándome ver sus dos incisivos delanteros como a punto de decir algo.

lies | Jeon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora