lies 1.08

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P E R F E C T A   I L U S I Ó N



      La textura bajo mis manos era suave. Estrujé la tela entre mis dedos asegurándome de que no fuese otra de mis pesadillas, de esas que dolían como si fuesen reales o como aquella del principio. Intenté abrir mis ojos, pero la pesadez del sueño que tenía sobre mis párpados no me dejaba hacerlo por completo. Exhalé e inhale serena por saber que me encontraba bien, sin embargo, sentía que algo no concordaba luego de apenas y haber abiertos los ojos, en ese primer intento vago. Posé mi ante brazo sobre mi frente tapándome de los delgados rayos de la luz del reflector en el techo. Una vez que me acostumbré a ello, mi segundo intento abriendo los ojos, fue fácil. Tal vez era una locura pensar que había despertado dentro de un mismo sueño, pero eso parecía. Nada de lo que me rodeaba lo sentía mío o quizá conocido: paredes oscuras, objetos que jamás he utilizado, muebles y entre cosa y cosa que se me hacía poco reconocible o familiar.

Me levanté brusca y repentinamente, algo muy innoble de mí parte para mi cabeza que comenzó a doler y daba vueltas. Quedé sentada al borde de la cama mientras dejaba que aquello se disipara, pero el dolor aún seguía ominosamente intacto, parecía no inmutarse ni en lo más mínimo. Cerré los ojos y suspiré. No recordaba nada, no tenía idea de dónde estaba y debido a ello empezaba a urdir una orgía de pánico, que me hacía estar más paranoica. Me incorporé mientras masajeaba mi cien, por un momento creí que iba a ser víctima de un síncope repentino, pero por fortuna no fue así. Me encaminé hasta donde según yo creía que estaba la salida, dejé caer mi mano y levanté la cabeza.

Entonces mi cuerpo tembló, un frío descomunal me arropó de pies a cabeza, una punzada horrible en el pecho me hizo poner mi mano sobre la misma y eso fue lo suficiente para entrar en un desbordado pavor. Me observé de inmediato a mí misma, lo suficiente para imaginar en las peores ideas. ¿Qué hacía vestida así y por qué tenía a Jungkook de compañía? Volví a mirarlo retrocediendo de forma torpe. No podía procesarlo, no lograba razonar correctamente por lo que ese lado maquinal me hacía querer autoprotegerme. Me enredé con mis propios pies y caí sentada sobre el suelo, volví a retroceder arrastrándome en cuanto lo vi acercarse. Quiso poner sus manos sobre mí, solo que abofeteé las mismas.

—No te acerques y no me toques —amenacé apretando los dientes absolutamente frustrada, por no saber nada, no entender nada, no recordar nada y suponer demasiado. Pero como no podía pensar mal, si estaba usando una prenda suya que apenas y me cubría una cuarta parte de mis muslos —. ¿Qué hago aquí? —pregunté casi inteligible. Me estaba rompiendo de a poquito, lo sabía porque mis ojos empezaban a picar y una capa cristalina no me dejaba verlo con claridad, muy aparte de que el corazón latía con fuerza y agobiado.

Lo miré simultáneamente, y deduje por sus gestos que sostenía su paciencia con fuerza. Antes de incorporarse y alejarse, me dejó en claro que mi reacción que no fue para nada amable, lo dejaría pasar, claro, todo eso sin tener que vocalizar cada palabra, solo le bastó dejar un suspiro espeso cerca de la punta de mi nariz.

—¿No lo recuerdas? —preguntó insulso, mientras comenzaba a ordenar cada cosa que había sobre su escritorio.

—¿Cómo llegué aquí? —inquirí incorporándome del suelo. A medida que me acercaba a él, sequé las pequeñas lágrimas que se habían acumulado en mis ojos, pero que no habían brotado. Ya un costado de él, empuñé su polera y le di un grácil jalón, (mi llegada no fue lo suficiente para ganarme su entera atención) —. ¿Qué me hiciste?

—¿Tu qué crees? —su respuesta me fue estúpida, cínica, frustrante, ni si quiera se detuvo a pensarlo un poco y el hecho de que haya respondido, con otra pregunta me decía mucho y me hacía querer golpearlo, sin embargo, no pude más que darle un pequeño golpe en su pecho y él ya supo cómo sujetarme de mis muñecas, colocarlas en la curvatura de mi espalda y no soltarlas, lo que me resultó peor porque me hacía tenerlo demasiado cerca.

lies | Jeon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora