6 | Fuera de contrato.

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Esta madrugada ni el gallo ha podido despertarme. Anoche nos quedamos hasta altas horas haciendo maratón de películas con Klara y Sofía, nos desvelamos tanto que terminamos en la cocina horneando galletas y preparando chocolate caliente para irnos finalmente a la cama cerca de las siete de la mañana.

Por eso me sorprende tanto cuando mamá entra en la habitación y tira de mis sábanas. Utilizo una de mis manos para encender la pantalla de mi celular encima de la mesa de noche, son las ocho y media de la mañana, ¿Qué mierda puede querer a esta hora además de joderme la vida?

—Sara —susurra y aguarda unos instantes para luego repetirlo, pero esta vez un poquito más alto—. ¡Sara!

—¿Qué? —digo sin despegar los ojos y arrastrando la palabra ya harta por su insistencia.

—Necesito que vengas conmigo a la sala, ya.

Al ver que no me muevo me hace cosquillas en el talón, mi maldita debilidad.

—Ya voy, ya voy —repito entre molesta y risueña

Cuando bajo a la sala ella está sentada en el mismo sofá en el que el tata se pasó la tarde durmiendo. Lleva puesto un traje negro de esos que usa cuando tiene que hacer algún viaje de negocios o va a alguna reunión importante. Está de brazos y piernas cruzadas y a su lado, una mochila, mi mochila.

—¿Me voy con papá? —Es lo primero que se me viene a la mente, ha recapacitado y finalmente se dio cuenta de que estar juntos es lo mejor para ambos.

—Ya quisieras —rueda los ojos y me pasa una bolsa gris—. Tienes colegio.

Suelto una carcajada esperando a que ella lo haga también, pero su rostro se mantiene igual de serio y entonces caigo en cuenta de que de verdad no está bromeando.

—¿Es en serio? —Me siento traicionada—. Estamos en verano, mamá.

—Estaremos todo el año aquí, Sara. La única forma de que puedas asistir al colegio sin dar exámenes es yendo a la escuela de verano...

—Nadie dijo nada sobre la escuela de verano cuando me obligaron a venir aquí —el corazón me comienza a latir con fuerza y siento las manos sudorosas.

—Sara, no hagas berrinche como si fueras una niña, son solo unas pocas horas a la semana...

—No es un berrinche, mamá —me quejo—. Si estuviera con papá no tendría que ir a la escuela en el maldito verano.

—Son reglas y no las hago yo, así que si estuvieras con tu padre de igual manera tendrías que asistir a clases —explica ladeando la cabeza—. Pruebate el uniforme de una vez y dejemos de discutir como tontas.

—¡Solo los nerds y las huecas van al colegio en el puto verano! —no suelo decir malas palabras frente a mis padres pero es que esta situación me supera.

¡No asistí todo el maldito año al colegio para tener que hacerlo también en las vacaciones!

—De verdad, Sara —algo en su expresión cambia—. Estoy agotada de pelearme contigo siempre por lo mismo, si no quieres dar exámenes debes asistir tres veces a la semana durante estos tres meses de vacaciones que quedan...

La forma en la que me miran sus ojos acobardan las palabras de reproche que mi lengua estaba a punto de soltar y la culpa por siempre traerle problemas y hacerla sentir mal me obliga a asentir y tomar la bolsa con el uniforme.

—Está bien, mamá.

Por un instante parece sorprendida, quizás yo también lo esté.

Ella tiene razón, ya es momento de ponerle punto final a esto. Basta de discutir por tonterías. Basta de guardarle rencor por haber cometido un error, ¿qué si le fue infiel a papá? No es mi problema. Él se fue cuando era pequeña, se fue decidido a no regresar y jamás le reclamé por ello, siento que se está yendo ahora y no me atrevo a decirle nada. Mamá, no importa qué, se quedó y estoy segura de que siempre estará aquí, la necesite o no.

Polvo de estrellas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora