Capítulo 32

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Narra Macarena
Aún recuerdo el dolor de mis costillas golpeadas, el dolor de mi pelo tirado por unos simios sin corazón, mi rodilla contra el pico de la mesa y... Y paz, no hay dolor, ni hay sufrimiento pero si hay soledad, anhelo abrazar a Pablo. Todo se convierte negro que va desapareciendose poco a poco por la luz que entra de la ventana de la habitación que no me suena de nada. Y por desgracia, al primero que veo es a Álvaro-¡No me hagas nada!-grito casi ronca, él niega y me sujeta de los brazos.
-¡Macarena no voy hacerte nada!-mi corazón va calmando sus pulsaciones, estoy tan confusa, no se donde estoy, ni a que día estamos-Tranquilizate, estas a salvo en el hospital-dice como si me hubiera leido la mente.
-Qué paso... Después de que perdiera el conocimiento.
-Te llevé a la enfermería del instituto... Y te hospitalizaron-entonces era él quien me sostenía en brazos y ahuyentó a esos paletos.
-Gracias...
-Quiero que sepas que... Yo no le dije nada al director-y directamente no me lo creo-Y que aún te sigo queriendo... Lo siento por lo de esa noche...
-Álvaro, gracias pero... Yo ya no siento nada por ti-y él alza los hombros y se marcha, si le hubiera dicho eso a Pablo hubiera roto a llorar, por otro lado es bueno de que se haya arreglado.
Hablando de Pablo, siento su ausencia, necesito salir de esta cama y verle. Sé que está en el Hospital, le he oido hace varias horas. Me levanto a duras penas e intento caminar, caigo al suelo de rodillas dándome en la herida, grito de dolor y aparece Pablo con su capuchino en la mano y su chaqueta de cuero.
Deja rapidamente su bebida y me ayuda a levantarme-¿A donde ibas chiquilla?-me deja en la cama y gruño en voz baja.
-¡A verte! Necesito salir de esta deprimente cama-él se rie y se tumba a mi lado estando los dos cara a cara separándonos unos pocos centímetros.
-Por lo que se ve estás bien... Digo emocionalmente-roza su dedo pulgar por la herida de mi labio-Temía perderte...-y empieza a sollozar, le quito las lágrimas con la mano.
-Nunca llores por mi ¿Vale?
-No puedo prometerte eso Maca...
-El amor es sufrimiento y yo te amo-él asiente y me da un tierno beso con cuidado de no hacerme daño.

Hay sonrisas que alimentan el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora