Capítulo 47

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Narra Macarena

Escucho un portazo y me asusto, cojo dos trapos para limpiarme la sangre de los brazos y del lavabo, me los ato alrededor de los cortes, no quiero que la gente se entere de que soy una suicida. Bajo las escaleras muy despacio con tal de no hacer ruido, en el hall se encuentran mis padres discutiendo, me quedo sentada y oculta en la escalera.

-¡Yo he pagado esta casa!-grita mi padre-¡Eres una maldita zorra, eso es lo que eres!-me asusto, nunca había visto a mi padre tan enfadado, mi madre tiene el pelo despeinado y parece que tiene la ropa del revés y lo primero que pienso es que lo ha vuelto hacer con su jefe pero esta vez los ha pillado mi padre.

-¡Yo he estado 18 años cuidando de los niños y de la casa mientras tu te ibas de viajes o con tus amigos!-grita mi madre, el tono de mi móvil suena haciendo que posen su mirada en la escalera.

-¿Macarena?-dicen los dos a la vez, bajo las escaleras y visto mi chaqueta marchandome de esa casa que solo me trae pesadillas.

Miro el móvil viendo la llamada perdida de Pablo ¿Qué quiere este? Lleva una maldita semana sin hablarme y aparece ahora cuando yo estoy a punto de llevar mi vida a la ruina y mis padres se están divorciando. 

-¡Marchate fantasma del pasado!-grito a los cuatro vientos, la gente se queda mirando y una niña con una piruleta en su mano se acerca.

-¿Es un teatro?-me pregunta, no estoy para aguantar tonterías de una mocosa.

-Tu cara si es un teatro-y ella empieza a llorar, me culpo a mi misma, no debería haberle dicho eso-Así... se llama el teatro pequeña-digo consolándola, ella para y me sonríe, ojala mis ánimos de estado fueran como los suyos, primero lloro y luego se me pasa.

-¡Yo seré tu fan número uno!-ella vuelve con su madre que observa escaparates de ropa, yo también pensaba que era la fan número uno de Pablo pero ahora soy como una chica que ha luchado contra una guerra, una guerra llamado amor.

Hay sonrisas que alimentan el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora