Saludo con una sonrisa a la enfermera que paso junto a él, sus manos estaban ocupadas cargando dos vasos de café que había comprado con los pocos dólares que tenía en los bolsillos. Siguió caminando a paso firme, intentando no tropezarse con las botas militares que lamentablemente eran dos tallas más grandes.
Su sonrisa era contagiosa y es que, para él, estaba siendo el mejor día de su vida. Prefirió subir las escaleras de emergencia, ya que unos niños en silla de ruedas junto a su madre habían ocupado el ascensor y él no quería estorbar, de igual forma un poco de ejercicio no le haría mal. Cuando llego al cuarto piso del hospital, siguió avanzando hasta las sillas plásticas azules, donde se sentó junto a su superior.
−Cuanto tardaste muchacho, ¿te perdiste? −se burló cogiendo su café de las manos del contrario.
−Un poco si, el hospital del norte no es tan grande ni siquiera tiene hospital−confeso
− ¡Madre mía!¡no tenía ni idea! −comento con sarcasmo, porque claramente el crio no sabía que él también era del norte−Habrá que hacérselo saber al ayuntamiento
Soltó una carcajada ante lo exagerado que era el comisario, le recordaba a su madre, sería una bonita tarde sin duda.
−Oiga comisario Greco, ¿Por qué...−comenzó, hasta que el contrario le hizo una seña para que prosiguiera− ¿Por qué estamos patrullando en una sala de espera? Espere... ¡No!, eso quiere decir que... ¿Alguien murió? −susurro esto último para que nadie, a pesar que no había nadie cerca, lo escuchara
− ¡Hombre no! −Exclamo con diversión−Estamos resguardando a dos compañeros que...bueno que sufrieron un accidente hace unos días −soltó, pero esta vez con una expresión seria
El chico no supo que decir, le picaba la lengua por decir algo, pero, ¿Qué? Frunció los labios ante el incómodo silencio que estaba creciendo y decidió levantar su vaso de café y tomar un sorbo, pero al segundo después se arrepintió.
− ¡Ostia! −grito, llamando la atención de algunos doctores que estaban conversando. Se sostuvo la lengua mientras jadeaba con exasperación
El hombre a su lado no pudo evitar la risa y repentinamente lo estaba acompañando con carcajadas en su sufrimiento.
−Parece y que el café es tu peor enemigo, macho− vacilo entre risas
Las suficientes para que no se diera cuenta, quien había salido del ascensor y caminaba hacia su dirección con el ceño fruncido.
−Buenas−saludo cuando estuvo a una distancia corta, con la voz más grave de costumbre
El hombre de barba alzo la cabeza y sonrió cuando vio de quien se trataba, dejo el café a un lado, levantándose y dándole un fuerte abrazo. Un abrazo que el contrario no se esperaba, pero lo necesitaba, así que de la misma forma se lo correspondió gustoso.
−Es maravillo verte, Volkov− dijo con una mano en el hombro del ruso, en cuanto se separaron.
−Opino lo mismo, Greco−sonrió con los labios apretados
Mantuvieron la vista por unos segundos más hasta que el norteño se giró hacia el novato, que parecía algo intimidado ante la presencia del tercero. Lo conocía, por supuesto, lo recordaría en cualquier lugar.
La foto de ese hombre estaba colgada en el pasillo principal de la comisaria, no recordaba el nombre que estaba escrito, pero si recordaba que tenía muchas condecoraciones destacadas.
−Este es Álvaro Rión, alumno−hablo con voz imponente, haciéndole un favor al presentarlo
−Viktor Volkov−respondió−Que extraño, no recuerdo haber leído o escuchado tu nombre en comisaria

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𝐐𝐮𝐢é𝐧 𝐞𝐫𝐞𝐬? \\𝐕𝐨𝐥𝐤𝐚𝐜𝐢𝐨
FanfictionLa repentina muerte de Leopoldo, causa que Horacio pierda el control de su vida. Su cabeza se transforma en un lío sin salida al sentirse cómodo siendo Dan pero pisoteado al ser Horacio. Todo empeora cuando Volkov siente una repentina curiosidad al...