Capitulo XIX

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Un punzante dolor se expandió por todo su pecho, sentía la boca seca a falta de salivay una chispa de electricidad le recorrió de la punta de los pies hasta la cabeza, sentía que en cualquier momento se desmayaría.

Se quito de forma brusca sus preciadas gafas, tenía la mirada fija en el suelo, tenía las pupilas dilatas y veía como el suelo bajó sus pies se tambaleaba, gotas de sudor comenzaban a nacer de su cuero cabelludo y sentia sus piernas temblar. Escucho el sonido de sus gafas caer al suelo, sin recordar en que momento las solto y al parecer ni siquiera tenía la fuerza para seguir en pie.

-Al parecer Matty pudo escapar del incendio, no tengo idea de como esto es posible ni como ocurrió pero las pruebas de ADN no están alteradas ni son erróneas, Gustabo es Matty- soltó la pelirroja entre débiles sollozos

Y aunque Michelle estuviera asombrada de que esto realmente era posible, no se comparaba con lo que Conway sentía.

Recuerdos llegaban a su mente buscando explicaciones, La casa donde vivían, la misma que Julia se había tardado tanto en decorar envuelta en llamas, feroces y peligrosas llamas que la rodeaban, impidiendo que los bomberos y los de emergencia entraran. Fue tarde para todos, nadie pudo hacer nada.

Recordaba a la perfección su adolorida garganta de tanto gritar, gritarle a los bomberos, gritar el nombre de Julia, gritar el nombre de Danielle y gritar el nombre de Matty. Y así también recordaba a Gustabo, con el cabello rubio que hacía resaltar sus ojos azules, unos ojos que siempre le parecieron reconocidos.

Pálido y sudoroso se dejó caer en una de las sillas de la oficina, llamando la atención de Evans, que por primera vez en la noche se preocupo.

-Jack escúchame-llegó hasta su lugar para poner una mano sobre su hombre-Debes estar bien, aún hay muchas cosas en juego.

Pero Conway ignoró sus palabras, sólo podía pensar en una cosa. Él no era capaz de enfrentarse a su hijo, no podía enfrentarse a Gustabo, al fin podía comprender a Horacio, por qué compartían el mismo sentimiento.

[🖤]

-¿No es una cuchara muy grande para la medicina?-preguntó el castaño

-Joder Horacio, esta es la misma cuchara que usa Nani, estoy seguro-confirmó confiado el mayor

-Va..Vale, ¿entonces?-preguntó para verificar el plan y no hubiera ningún error de su parte.

Los susurros se hicieron presentes en las escaleras, siendo la muralla su única testigo de la conversación de ambos hermanos.

Bajaron la escalera con cuidado, encontrándose con Mónica dándoles la espalda, estaba muy concentrada viendo "La Cenicienta " como para prestarles atención o hasta darse cuenta de su presencia.

Los tres niños se encontraban solos en la pequeña casa, ya qué, a pesar de ser sábado, su querida abuela o Nani como acostumbraban llamarla, tuvo que ir rápidamente a su trabajo por orden su jefe.

Entonces hasta el momento estaba todo bien, no era la primera vez que se quedaban solos, uno cuidando del otro pero antes de que Nani se fuera les pidió a ambos hermanos que le dieran el jarabe para la tos que le habían recetado a la pequeña niña.

Y eso, se transformo en un problema.

-¡Dale Horacio, metele la puta cuchara en la boca!-gritó Gustabo, quién sujetaba a la pequeña por la espalda

𝐐𝐮𝐢é𝐧 𝐞𝐫𝐞𝐬? \\𝐕𝐨𝐥𝐤𝐚𝐜𝐢𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora