Capítulo XVIII

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Capítulo corto, porqué mañana empiezo las clases :(. Tengan bonito día –Leerks🍄

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–¿Papá?–preguntó en un hilo de voz

Escuchó como el hombre se removía de su lugar,  ya que podía escuchar como la tela de cuero que seguramente formaba parte de un sofá se removía.

–Mónica...ella me contó que estabas en el hospital por un pequeño accidente que tuviste cocinando, ¿Estás bien?–comentó intentando calmar sus nervios que a toda costa lo delataban. Porqué estaba sudando y temblando en realidad.

En cuánto a Horacio estaba haciendo memoria de cuantas veces su padre le había preguntado "¿Estas bien?" en su vida, más de 5 veces no.

–¿Por..porqué me llamas, papá?¿Acaso Mónica te obligó a hacerlo?–preguntó sin tapujos

–Mónica no tiene nada que ver y si te llamó es por que me preocupo por ti–explicó

–¿Ahora?¿Ahora te preocupas de mí?–soltó sin pensarlo mucho

¿Sientes eso? ¿El fuego de la guerra que parecía estar calentándose?.

Y era evidente, Horacio estaba al punto del colapso y se encontraba tan sediento de respuestas claras y menos excusas absurdas.

Mientras tanto el padre de Horacio se ponía cada vez más nervioso, sintiendo como el sudor corría por sus manos, volviendolas brillantes. Carraspeo y trago saliva pero ni siquiera eso podía llegar a servir.

Podía sentir el tono autoritario y exigente en cada una se las palabras que Horacio escupía como balas, palabras que lo hacían sentirse diminuto.

Recordó todas esas peleas que había tenido con su difunta madre pero nunca imaginó que su hijo podía convertirse en el mismo ser que él, irónico ¿no?.

–Hijo yo..–tomó aire y continuó–Yo siempre me eh preocupado por ti, siempre. Y me arrepiento, lo hago, todos los putos días.

Horacio abrió los ojos como platos ante la confesión, sorprendido al escuchar como la voz de su padre poco a poco se iba debilitando y cortando, algo que nunca y realmente no quería oír. Quería interrumpirlo y decirle que no necesitaba explicaciones de nada y que todo estaría bien, pero no podía seguir mintiéndose a si mismo.

Y podía sonar muy egocéntrico pero Horacio no le debía nada a nadie, el mundo le debía cosas a el. La herida debía curarse desde la raíz y estas explicaciones eran el inicio de todo.

–Jamás me voy a perdonar el haberte dejado solo–soltó con amenazantes lagrimas en los ojos–y si, soy un puto cobarde por no responderte como padre, por abandonarte, por nunca intentar comprenderte y por intentar olvidarme de ti. 

Las mismas lagrimas que se asomaban por sus ojos contagiaron a Horacio, quien tenia pequeñas lagrimas limpiando sus mejillas rosadas del enojo o de tristeza.

–Y tienes todo el puto derecho de odiarme pero quiero que entiendas que jamás lograrás que me aparte de tu lado–

Ambos guardaron silencio ante el arranqué del mayor para decir todo lo que había guardado por años. Tal vez no se lo había dicho frente a frente como muchas veces lo soñó pero siendo sinceros, ¿Quién era lo suficientemente valiente para decir lo que siente cara a cara? Así es, valientes.

–Yo no te odio, papá–corrigió Horacio formando un agradable alivio en su padre con tan simples palabras. 

Quizás los problemas aun no estaban resueltos, quizás aun habían temas que conversar y aclarar pero quienes eran para apurar al tiempo, agradecían el tener una conversación relajada y fluida, sin silencios incomodos ni insultos, habían un montón de cosas que hablar y entender pero estaban yendo por un buen camino.  

𝐐𝐮𝐢é𝐧 𝐞𝐫𝐞𝐬? \\𝐕𝐨𝐥𝐤𝐚𝐜𝐢𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora