Capítulo XXII

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Horacio

No sabia cuantos minutos habían pasado pero yo, gracias a la ayuda del tenedor, había esparcido la comida del almuerzo por todo el plato y es que las intenciones de comer eran nulas, y mi cabeza estaba en blanco, como si el día de hoy no quisiera trabajar ni siquiera para inventar chistes malos.

Me encontraba solo, ya que, Monica decidido ir a comprar unas cuantas cosas al mercado y de paso hacerle una rápida visita a Claudio, me recomendó que intentara dormir pero después de estar bastante tiempo inconsciente y enterarme de lo que ocurrió, lo menos que quería hacer era cerrar los ojos y bajar las defensas. Gustabo ya no era Gustabo, ahora Pogo maneja su cuerpo, sus acciones, sus pensamientos y tarde o temprano vendría por mi.

Sin ganas de seguir masajeando la comida, me levante de la cama y lleve el plato hasta el fregadero, el camino hacia la cocina fue lento y doloroso, debido a mi pierna herida, y en cuanto volví devuelta al cuarto decidí que un baño seria una buena idea, no solo por que no me había duchado hace bastantes días sino porque quizá mis pensamientos podrían ordenarse. En ese momento el móvil encima de la mesa de noche, sonó, anunciando una notificación. Arque la ceja ante la duda de quien podría ser pero de igual forma me acerque a leerlo.   

"HORACIOOO, estos viejos decrépitos no te invitaron a la fiesta :(, pero para que veas que yo si te quiero, te espero hoy al atardecer.

Pd: Sera mejor que no faltes, ya que, quiero verte y me encargare de que haya mambo del bueno, ese que te gusta"

Sentía que el corazón me dejaba de latir al terminar de leer pero me alerte otra vez, cuando el móvil volvió a sonar otra vez y otra vez y otra vez.

Una dirección y 2 imágenes.

La primera parecían los integrantes del CNI de espaldas caminando hacia 2 vehículos blindados y la segunda era el interior de una mochila negra llena de explosivos.

Puto payaso de mierda

¿A que hora comenzaba el puto atardecer?¿a las 6?¿7?

Puto payaso de mierda y anticuado

Lo primero que paso por mi cabeza fue escapar, comprar el primer boleto de avión que estuviera disponible, y si este me llevaba tan lejos como a Suiza mejor aun, era un cagao, siempre lo había sido, pero Pogo seguía siendo Gustabo y Gustabo sabia todo sobre mi, sabia la comida que me gustaba, sabia mi prototipo de hombre y mujer ideal, sabia que solo una vez compre un juguete sexual y me traume de por vida, sabia quien era mi padre, sabia quien fue mi abuela y sabia quien.... sabia perfectamente quien era Monica.

Siempre fui una persona insegura, con mi cuerpo, con mis ideas, con mis sentimientos y siempre estaba Gustabo para aclarar mis inseguridades con buenos o ni tan buenos consejos pero el ya no estaba aquí y por primera vez si estaba seguro de algo, no iba a permitir que lastimaran ni a mis compañeros ni a mi hermana ni a Volkov.

El camino hacia la puerta principal no fue tan doloroso como la primera vez que me levante por si solo, quizás porque mi cabeza ya no se concentraba en el dolor, le eche un vistazo a Pablito, quien dormía plácidamente en su cama antes de cerrar la puerta detrás de mi. Afuera del edificio, la ciudad de Los Santos parecía estar calmada, lo que me ayudo, ya que no tenia vehículo.

Mis manos se volvían temblorosas y resbaladizas a medida que enrollaba los cables de colores del coche intentando encenderlo, este en cambio, no dejaba de pitar, aumentando mi estrés, al conseguir mi objetivo, lo puse en marcha.

Y así fue como Horacio Pérez murió.

Al encender ese vejestorio de auto del año 1980, que seguramente le pertenecía a un anciano que se encontraba jugando al bingo, si, en ese instante la vida de Horacio Pérez se corto.

𝐐𝐮𝐢é𝐧 𝐞𝐫𝐞𝐬? \\𝐕𝐨𝐥𝐤𝐚𝐜𝐢𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora