Edward era todo lo contrario a lo que el Acertijo significaba, y sólo Oswald era capaz de reconfortarlo cuando esa suave barrera acababa en Nygma sintiéndose inseguro sobre su relación.
Edward observaba al lado de la mesa cómo la camarera con el disfraz sugerente desabotonaba los botones de la camisa de Cobblepot mientras éste cerraba un trato con una familia de mafiosos que era curiosamente nueva en Gotham.Oswald lanzaba sus argumentos al aire y los familiares ya empezaban a encontrarse sobrecogidos de hombros como respuesta a la agresiva forma que el pingüino tenía de tratarles, más las amenazas a las que todo el mundo cerca de su imperio estaba acostumbrado, menos ellos.
Sin embargo, eso aquello a Edward no le importaba, pues no podía apartar los ojos de la manera en la que aquella mujer, la única de la sala, trataba con el cuerpo de Oswald, enrodando su cuerpo alrededor del de El Pingüino y con éste otorgando diversas respuestas con su cuerpo al estímulo físico, que tampoco eran muy agresivas ni sobresalían por encima de la situación actual, pero Edward las notaba.
Simplemente, no le podía dejar de quitar los ojos de encima a aquellos movimientos tan suaves y provocativos que llenaban a Edward de una gran incomodidad y de un malestar que le hacía recurrir a pequeñas acciones repetidas como mover su bastón de izquierda a derecha constantemente o tocarse el pelo como si fuera a arreglárselo pero acababa echándoselo para atrás una y otra vez.
Una vez Oswald acabó y el grupo de pequeños delincuentes se marcharon por dónde habían venido después de haber sigo humillados por el pingüino, no pudo ignorar el lenguaje corporal de Edward, por el cuál se mostraba claramente nervioso y molesto, así que suponiendo que la mujer al lado suyo tenía la culpa, se decidió a echarla a ella también, tratándola de manera educada y exquisita y haciendo que se fuera con una sonrisa.
—Sé claro, Edward. —le llamó nada más la mujer cerró la puerta de la habitación.
Edward levantó la cabeza, mirando al pingüino como si todo aquello no tuviera nada que ver con él.
—¿Qué pasa, Oswald? —preguntó como si quisiera parecer inocente de sus pensamientos.
Cobblepot recordó lo difícil que era sacarle información al Acertijo incluso en el área personal -especialmente en el área personal- así que quiso añadirle un poco más de cercanía, por lo que se levantó y se colocó al lado suyo, mirándole de frente.
—Ya hemos hablado sobre este tema antes —le dijo Oswald, deduciendo que su pequeño enfado se debía a la atención sensual que le estaba prestando a su camarera hace unos minutos—. No me lo tomaré mal si quieres echarte atrás en esto, pero tienes que decirme qué es lo que quieres.
Edward comprendía perfectamente de lo que Oswald estaba hablando, pero sus habilidades sociales nunca habían sido las mejores y desde que empezó su relación romántica con Cobblepot no hacía más que demostrarlo constantemente. Aún recuerda las doscientas veces que ensayó delante del espejo de su cuarto la noche anterior a la conversación que tuvo con Oswald donde simplemente le decía que se identificaba como asexual. Había significado un alivio enorme que el pingüino le prestara tan poca atención a aquello y simplemente le aceptara tal y como era. Edward aún era incapaz de creerlo.
—Oswald, a mí… No me molesta que tengas ese tipo de trato con tus camareras. Pero, yo…
Nygma se quedó en silencio, reprimiendo lo que quería decir y ahogándolo en su lengua, y miró para abajo, perdido en sus sentimientos.
Oswald reconoció aquello y llevó sus dos manos al rostro de Edward para inclinarlo al suyo y observar cómo le miraban esos ojos preocupados.
—Habla, Eddie. Dime cómo te sientes, no tengas miedo de que te juzgue, porque jamás te haría algo así.
Nygma empezó a tranquilizarse un poco y empezar a agarrar confianza para retomar sus palabras. A veces, se sentía demasiado culpable cuando Oswald lo trataba de una manera tan dulce. No tenía ninguna razón para sentirse así más que nunca había recibido un trato igual y estaba acostumbrado desde la infancia a recibir burlas de sus compañeros del colegio o comentarios despectivos de su padre. Pero esta vez sólo había amor genuino.
—No podía ver cómo le prestabas toda tu atención a ella, y yo me quedaba parado en la esquina oscura mientras me sentía totalmente invisible. Ozzie, lo siento. No debería sentirme así, no después de todo lo que hemos pasado. Pero es así cómo me sentía.
Oswald miró a Edward de una manera tranquilizadora que tenía la intensión de ser compasiva. Cuando los dos decidieron atarse el uno al otro emocionalmente, comprendieron que debían aceptar los pequeños y más grandes defectos de cada uno, y así como Edward estaba acostumbrado a los ataques de ira y experimentar diariamente las terribles ejecuciones que le hacía a algún inocente o culpable, Oswald también debía aceptar esto. El Acertijo era todo lo contrario de lo que aparentaba, y sólo Cobblepot lo comprendía y entendía.
Pero fuera de todo aquello, era capaz de adorarlo.
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Historias de los Suburbios de Gotham
FanfictionRecopilación de drabbles y one-shots de la galería de villanos de Batman