| 30 | [RɪᴅᴅʟᴇBɪʀᴅ Hᴜʀᴛ & Cᴏᴍғᴏʀᴛ#21]

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Celdas congeladas

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A Edward le han quitado la cama después de una discusión con unos de los guardias de la prisión. Oswald, al compartir celda con él, encontrará una solución para que el Acertijo no se muera de frío por esa noche.


 Oswald, al compartir celda con él, encontrará una solución para que el Acertijo no se muera de frío por esa noche

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Oswald abrió levemente unos de sus ojos para examinar de dónde venía el sonido de la tiza impactando contra el frío suelo de la celda; como si no supiera ya que era Edward haciendo unos de sus muchos juegos, llenando la pared y demás de distintos juegos de lógica y deducción.

—¿Planeas seguir haciendo eso cuando apaguen las luces? —le preguntó Cobblepot, quien se había quedado callado casi toda la media hora desde que les metieron juntos a la celda.

En verdad, al preguntar aquello, sólo buscaba por un tipo de consuelo para atravesar una noche lo suficiente pacífica para reconciliar el sueño dentro de Arkham. Había conseguido acostumbrarse a los sonidos de los demás presos; aún si suponía todo un reto ya que venía con la experiencia de Blackgate donde los prisioneros acostumbraban a ser más silenciosos, pero tener que adaptarse al molesto sonido de Edward escribiendo constantemente cosas cerca suya era algo a lo que no estaba dispuesto esa noche.

Sin embargo, Nygma simplemente se dio la vuelta, le miró por unos segundos y volvió a lo suyo al momento.

Oswald suspiró; Edward probablemente se encontraba tan atacado —más de lo normal— porque había hecho que le quitaran la cama después de una desafortunada discusión con unos de los guardias, y aunque ahora probablemente se estuviera muriendo de frío por la estación invernal en la que se encontraban, no podía hacer mucho por su compañero.

Bueno, en realidad sí se le ocurriría algo.

—Edward —le llamó con suavidad, era preferible hablarle de aquella manera para evitar que perdiera los pocos nervios que tenía.

—¿Sí? —le respondió, notablemente alterado.

—No tienes por qué dormir en el suelo.

Edward dejó de hacer lo que sea que estuviera haciendo para prestar atención a Oswald; intrigado por aquella frase.

—¿Qué es lo que quieres decir?

Oswald eligió no responder con palabras; en su lugar, levantó las sábanas de su cama, como si le invitara a entrar. Observó al instante cómo la vergüenza recorría las piernas del Acertijo hasta acabar en sus mejillas.

—Solo metete antes de que me arrepienta —le dijo Oswald, rodando los ojos fuera de su vista, cuando no observó ninguna reacción por parte de Edward, quitando unos pequeños signos de nerviosismo.

Nygma se levantó, confuso por las palabras de Cobblepot pero a su vez procesándolas a la perfección. No entonó ninguna palabra, por mucho que aquello le gustara, porque conocía a Oswald y sabía que aquello acabaría en él enfadado por cuestionar su ofrenda, y probablemente también se quedaría fuera.

Acercándose a la cama, se sentó en ella para después tumbarse mientras el pingüino le prestaba (o al menos quería fingir que lo hacía) una atención mínima.

Cuando bajó la sábana de la cama, se sintió automáticamente envuelto en su calor a pesar de lo fina que era la manta. Estaba apoyado de forma totalmente contraria al pingüino, de manera que no les fuera posible cruzar miradas con el otro. Sin embargo, a Nygma le resultaba casi imposible no destacar el hecho de que parte de ese calor que resultaba tan reconfortable no era debido a la cama en sí, si no con quién se había encontrado compartiéndola en un desprevenido movimiento.

La verdad era que las camas de Arkham eran muy pequeñas. En sus cotidianos pensamientos, se habría encontrado despreciando el contacto que estaba teniendo ahora con el de su compañero, pero todo lo contrario. Era ciertamente agradable, incluso cariñoso en un cuerpo como el suyo, que desconocía el tacto de unas caricias cariñosas; piel contra piel. Y Oswald había sido el que le había propuesto esto; lo cuál sólo denotaba en él una mínima preocupación sobre su estado, aún si esta era diminuta y estaba mas influenciada por su propio bien personal, que era dormir bien por la noche. Edward seguía encontrándolo enternecedor.

Claro que, estaba haciendo todo lo posible por mantenerse erguido. No quería que el pingüino notara que encontraba ciertamente agradable aquello, pues se moriría de vergüenza y sentiría que la situación se convertiría en un rumor que acabaría en boca de todos los villanos, y Edward no necesitaba que todo el mundo conociera de sus carencias amorosas. Al menos no de forma tan explícita.

Así que se limitó a apoyar su rostro contra la almohada, como si estuviera escondiéndose, y entonó una muy leve sonrisa por lo bajo hasta que se sumergió en el sueño.

Así que se limitó a apoyar su rostro contra la almohada, como si estuviera escondiéndose, y entonó una muy leve sonrisa por lo bajo hasta que se sumergió en el sueño

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Historias de los Suburbios de GothamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora