| 𝟤𝟢 | [RɪᴅᴅʟᴇBɪʀᴅ Fʟᴜғғ#15] (M-C,D5)

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Crisis de villanía

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Crisis de villanía

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Edward lleva unas semanas sufriendo una grave crisis de identidad que se niega a dejarle solo, y se decide por acudir a Oswald en medio de su infierno personal.

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Desarrollado justo después de "Year of the Villain: The Riddler #1".


(Día 5 del MixCember de la semana Fluff: Pillow Talk)

(Día 5 del MixCember de la semana Fluff: Pillow Talk)

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Oswald lleva un par de días sin encontrarse con el Acertijo

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Oswald lleva un par de días sin encontrarse con el Acertijo. No sabe absolutamente nada de él, y aunque se preocupe por su paradero y haya mandado a algunos de sus hombres a buscarlo en distintos escondrijos, sin decirles exactamente a dónde les estaba dirigiendo, no puede hacer nada que no sea esperar y desear que a Edward no le haya pasado nada malo.

Sin embargo, una noche, justo al meterse en su cama y apagar todas la luces de su habitación, escucha un sonido que no proviene de él; alguien acaba de acostarse en su cama, al lado suyo. 
Oswald al instante enciende la lámpara de la mesita y le apunta con una pistola que se encuentra cerca de debajo del colchón a esa persona, colocado estratégicamente para situaciones así.

Sin embargo, al instante baja el arma. Era Edward quien se había hundido en su cama, y ahora miraba hacia el techo con unos profundos ojos melancólicos.

—¿Edward? —pregunta Oswald.

El pelirrojo enrolla sus pupilas hacia los de Oswald. Tienen unas oscuras ojeras y trasmiten una desolada emoción de vacío. Ni siquiera porta su habitual sombrero, y tampoco logra verlo por ninguna parte. También no lleva su bastón, y el chaleco verde que acostumbra a llevar tampoco está con él.

Todo aquél conjunto causa un extraño sentimiento de simpatía en el pingüino que esconde con gran ligereza, pero aunque no sabe lo que le pasa, conoce que es algo nuevo.

—Oswald… —murmura, con un tono tan personal y sentimental— No sé qué hacer.

—¿Con qué?

—Con mi vida.

Las palabras de Edward están acompañadas de una musicalidad tan cínica que deja a Oswald perplejo, sin idea de saber cómo contestar a la dura sentencia.

—¿Puedo quedarme a dormir?

––––––

Oswald le daría indicaciones a sus hombres para que no molestaran cuando fuera por la mañana y no entraran por la habitación de su cuarto. No quería que hubieran ningún tipo de rumores sobre que sentía algún tipo de aprecio por el Acertijo. No poseía ninguna razón egoísta detrás; únicamente quería evitar a toda costa a las personas que pudieran usar ese tipo de información para hacer daño a Nygma. Pues sería su culpa.

Aunque aquellos pensamientos se deshicieron de su mente con facilidad cuando giró a ver al pelirrojo hundido en su cama y refugiado entre las sábanas que estaban compartiendo.

—Edward —pronuncia con una dulce suavidad a la que le cuesta llegar— ¿Vas a contarme lo que ha pasado?

—Lex Luthor vino a mi casa, y me ofreció unos de esos regalos que últimamente les ofrece a los demás villanos, ya sabes —aquello, como plato entrante, no le dio expectativas muy positivas a Oswald de lo que fuera a contar, y le miró con una preocupada atención—. Y me hizo pensar que quizás… Quizás debería dejar de seguir con lo que siempre he estado haciendo. No puedo seguir así.

Oswald llevó la palma de su mano a la mejilla de Edward, haciendo que sus miradas se cruzaran y sus ojos penetraran en el otro, a diferencia de antes, donde Edward casi se negaba a mirarle a la cara a él.

—Edward… —pronunció tan por lo bajo. Ni siquiera estaba seguro de si él podría haber escuchado aquello.

A continuación, solamente se dedicaron a adoptar esa misma postura en silencio, con la noche cayéndose detrás suya. Oswald intentaba salir con algo en sus pensamientos para animar un poco más a Nigma, pero sólo acababa desesperándose al ver que nada podía salir de su mente.

—¿Y qué has estado haciendo los últimos días Edward, no has hablado con otras personas?

—No realmente… No tengo a nadie más.

Oswald no respondió. Una gran parte de él podía prever que diría algo así (de hecho, estaba seguro que el sólo ir a su casa le había supuesto un gran mar de dudas), pero otra más pequeña, aunque fuerte, deseaba que no fuera así.

Oswald se movió en la cama, y pasó un brazo suyo por el cuello de Edward para apoyarlo detrás de su hombro. Estuvieron un buen rato así; no hacía ninguna falta que las palabras hablaran por ellos.

–––––

—¿Quieres un consejo Edward? —sacó la mitad de su cuerpo de la cama mientras el otro le observaba agarrar un cigarro de la mesita de noche— Vete a algún lugar cálido, uno alejado de Gotham y cualquier cosa relacionada con esta ciudad. Date un buen descanso.

—Mmmm —hizo como que meditaba, aunque había empezado a sonreír tenuemente y la idea le resultaba muy atrayente— ¿Te irías conmigo?

Oswald encendió el cigarro con la mano derecha y la otra la dirigió a la de Edward, sosteniéndola con cariño.

—Gotham me reclama. Pero iría a visitarte.

A pesar de la casi negativa y ambigua respuesta, Edward sonrió incluso aún más. 
De aquello hasta que por fin pudo cerrar los ojos con calma, para sumergirse en un necesario y profundo sueño, no transcurrieron más que unos pocos minutos.

  De aquello hasta que por fin pudo cerrar los ojos con calma, para sumergirse en un necesario y profundo sueño, no transcurrieron más que unos pocos minutos

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Historias de los Suburbios de GothamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora