| 𝟨 | [RɪᴅᴅʟᴇBɪʀᴅ Fʟᴜғғ#5]

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La única persona capaz de tranquilizar a Oswald Cobblepot

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Oswald Cobblepot sale malhumorado en medio de una reunión de la Liga del Mal cuando escucha unos de los planes del Joker y Edward le sigue para intentar calmarle.

Oswald Cobblepot sale malhumorado en medio de una reunión de la Liga del Mal cuando escucha unos de los planes del Joker y Edward le sigue para intentar calmarle

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Cuando el Pingüino se levantó con firmeza de su silla, y avanzó por toda la gran mesa mientras las miradas de todos los villanos y supervillanos caían sobre él para acabar dando un portazo en la gran sala, todos se miraron mutuamente, confundidos ...

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Cuando el Pingüino se levantó con firmeza de su silla, y avanzó por toda la gran mesa mientras las miradas de todos los villanos y supervillanos caían sobre él para acabar dando un portazo en la gran sala, todos se miraron mutuamente, confundidos y sin acabar de entender muy bien lo que acababa de pasar. 
El Joker, cuyo pequeño discurso había sido interrumpido por Cobblepot, rápidamente llamó la atención de las demás personas de la sala para proseguir con su charla con total normalidad.

Edward observó la escena en silencio y se estuvo replanteando si debería ir detrás de Oswald, a pesar de encontrarse en una reunión de la Liga del Mal. Sin embargo, no tardó demasiado en decidir sus prioridades y escabullirse del lugar con cuidado de no llamar la atención para seguir a su compañero.

Lo encontró justo al pasar por la puerta, llevándose un puro a la boca para empezar a fumar en medio del pasillo.

—¿Qué ha pasado ahí? —le preguntó Edward una vez se acercó lo suficiente a él para susurrarle y que entendiera sus palabras.

Oswald le dio una calada a su tabaco mientras se seguía notando la molestia en su rostro, incluso si esta se había calmado un poco después de encontrarse con la presencia de Edward persiguiéndole.

—No soporto a ese tipo —declaró con rabia.

—¿El Joker? —preguntó como si no le sorprendiera nada. Claramente era así— Ah, yo tampoco. Supongo que te acostumbras a él con el tiempo, aunque nunca llegues a tolerarlo.

—No es sólo eso —se defendió Oswald de sus sentimientos—, si no cómo parece que nadie le lleva la contrario a sus alocados planes. ¡Son una locura! No entiendo cómo alguien piensa que van siquiera a funcionar.

—No creo que nadie piense que sus planes son buenos planes —explicó mientras se apoyaba en la pared, más cerca del pingüino—, pero es el Joker. Ya sabes, lo de siempre. Nadie de aquí le diría a Lex Luthor que su obsesión por Superman muchas veces limita las probabilidades de éxito de sus planes al pensar sólo en cuánto lo odia a la hora de pensar en ellos.

—De todas formas, sigue siendo insoportable.

—No te lo voy a negar.

Oswald siguió trabajando en su puro mientras desviaba la atención de Nygma y este, por su parte, observó todo el pasillo del lugar, ahora completamente vacío —ya que la mayoría de miembros de la Liga del Mal se encontraban en la reunión— y volvió a dirigirse hacia Oswald, bajando su rostro para acercarse más al de el pingüino.

—Quizás deberíamos irnos de aquí por el momento, está claro que nuestro ingenio es demasiado elevado para sentarnos al lado de todo ese tipo de personas.

—Mmm —pensó Oswald en sus palabras—. No lo sé, Edward. Ese payaso inútil me ha enfadado de verdad.

—Ozzie… —susurró esta vez más bajo Edward, arrodillándose para igualar sus diferencias de altura y agarrando a Cobblepot de su mano izquierda con la que no sostenía el puro— No pienses en el Joker, la Liga del Mal, ni en nada más. Piensa en mí —terminó de decir mientras besaba la mano de Oswald que sujetaba, estando orgulloso de auto proclamarse el centro del mundo para su pareja.

Oswald miró hacia los dos lados del pasillo alterado, con miedo de que alguien los descubriera, hasta que se paró a pensar de que tenía delante suya a alguien tan inteligente como el Acertijo. De todas maneras, aunque aquello no fuera suficiente para hacerle sentir seguro de mostrar cariño en un espacio público con una persona que nadie más, a parte de los dos, sabía que tenían una relación romántica, se mostró interesado en lo que estuviera pasando por la mente del Acertijo.

—¿Edward? —preguntó con lentitud, dejándole de prestar atención al tabaco— ¿Qué quieres proponer?

—Yo sólo quiero decir —empezó diciendo, sonando tan arrogante como sólo alguien como Edward Nygma podía serlo al hablar con su pareja— que podría llevarte a unos de los restaurantes más caros de este continente, que justamente es casi tan elegante y exquisito como tú, y aprovechar la ocasión para hablar sobre la última exposición artística del museo metropolitano de arte.

Oswald se mostró contento con los pequeños halagos y la idea de Edward no le pareció realmente mala. En nada de tiempo, El Acertijo había conseguido cambiar completamente su estado de ánimo con una proposición romántica y la entonación de unos halagos con la misma gracia que un pavo real. 

—¿Qué, te he convencido? —preguntó, orgulloso de sí mismo al observar la pequeña sonrisa que se había formado en el rostro de Oswald, y que quizá ni el pingüino sabía que estaba ahí.

—Bueno, mi querido Edward, estoy seguro de que cualquier escapada contigo es mucho mejor que quedarme escuchando los nefastos planes de cualquier descerebrado de la liga del mal.


—Bueno, mi querido Edward, estoy seguro de que cualquier escapada contigo es mucho mejor que quedarme escuchando los nefastos planes de cualquier descerebrado de la liga del mal

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Historias de los Suburbios de GothamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora