CAPÍTULO 7: Encontrada

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No, definitivamente no estaba muerta. Podía percibir ese olor a madera húmeda del bosque, ¿Dónde estaba?

Mi olfato había vuelto, sentía una tela suave y escuchaba una leve melodía de un ave. Sólo me faltaba la vista...

Intenté abrir mis ojos pero el cansancio me lo impedía. Pero, ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Esperar a que me hagan daño?

Me decidí, y los abrí. Lo primero que vi fue un ventilador viejo sobre un techo de madera. Por lo que miraba, sabía que estaba en una cabaña. Mejor dicho, "otra cabaña". Como las odio. (Imágen disponible al inicio del capitulo 7)

Miré a mis costados, el lado izquierdo era aburrido, sólo era una pared un poco gastada. Pero del lado derecho la perspectiva era totalmente diferente.

Las pequeñas ventanas y cortinas con detalles agradables dejaban que la luz del sol bajaran lentamente sobre una mesa, también de madera.

Velas, y unas tazas elegantes se situaban alrededor de toda la mesa. Algunos animales que fueron cazados y sobre una chimenea, daban al lugar, un aspecto muy distinto a lo que había visto.

De pronto, los escucho. Esos murmuros de una mujer, probablemente fuera de la cabaña, me devolvían a la realidad, a la maldita realidad.

Voy a ser sincera, no entendí los primeros tres minutos que pasé escuchándolos. Pero al parecer, mis sentidos aún no estaban del todo bien, al paso del tiempo, se fueron aguzando. Permitiéndome entender lo que decía.

-Te dije que era mala idea- insistía -Anna, tienes que darle una oportunidad- habló una voz masculina. -¡¿Una oportunidad?! Esto no es voluntario... ¿Que sucederá cuando se convierta en uno de ellos...? -No lo hará, Paisley la revisó, ¡No hay rastro de una mordida!- se defendía aquél hombre.

-Trata de ser amable por lo menos, ¿que tal si despierta? ¡Necesitamos gente!- dijo astutamente. El silencio se hizo dueño del lugar... Al parecer esa tal "Anna" se quedó sin palabras.

-Escucha, si algo sale mal...- advirtió la mujer -¿Lo olvidas? Yo estoy a cargo de este lugar hasta que Marcus vuelva... ¡Haremos lo que diga!- interrumpió la voz masculina.

Asomé mi cabeza levemente mirando hacia la puerta entrecerrada. Dejando mi vista clara hacia sólo una persona. Era hacia "Anna".

Tenía una cara de inseguridad y se llevaba su mano al mentón constantemente, mientras miraba a su acompañante fijamente. Yo no podía verlo.

-Sé que tú mandas, pero...- se detuvo llamando mi atención. Cuando la ví de nuevo estaba mirándome con una cara de frustración y sorpresa mezcladas.

Bajó su mano lentamente y miró al hombre. -Despertó- le susurraba. Como si no pudiera escucharlos.

-¿Qué?- Así es, ya despertó, Norman- seguía hablando muy bajo. Mi cuerpo se puso alerta, pero de lo alterada no deduje si correr o quedarme, todo fue muy rápido.

Me tomó por sorpresa al escucharse el estruendo de la puerta golpear con la pared. Eran esas personas.

-¡Wow wow!- gritó el hombre con los brazos extendidos en señal de tranquilizarme. Ni siquiera pude levantarme de la cama, me detuve en la orilla.

-Regresa a la cama- me ordenó. Lo hice lentamente. -Espera aquí hasta que volvamos- me decía mientras hablaba muy despacio, supongo que creían que no sabía lo que pasaba, pero era así, no lo sabía.

Comenzaron a alejarse de mí. Caminando lenta y cuidadosamente en reversa pudieron llegar hasta la puerta. ¿Ellos no confían en mí? ¡Claro que no lo hacen! ¡Soy una completa extraña para esos tipos... y ellos lo son para mí!

Miré detenida pero rápidamente cada detalle de la habitación por si no había alguna forma de escapar. Pero no la encontré, era inútil. ¿Qué si hay un millón de personas allá afuera esperando por mí? O ¿Qué si están armados?... Yo no tengo nada. ¿En dónde está "Edna"?

Entró de golpe la misma mujer, pero ahora con un cuenco lleno de comida. De pronto lo colocó en una mesa pequeña junto a la cama. Se quedó mirándome por unos segundos.

-Supongo que tienes hambre. Pasaste un buen rato dormida- dijo, pero yo no hablé nada... No confiaba en ella. Hizo una pausa al hablar -Son... judías verdes en ensalada. Sé que no es muy bueno pero... es lo que hay- dijo después de una ligera cara de vergüenza.

El silenció volvió. Miró hacia abajo y luego hacia mí -Supe que sobreviviste ¿Eh? ¿Cómo lo hiciste?- preguntó facinada y con una sonrisa enorme. Sabía que estaba fingiendo, no podría comportarse así. Hace unos minutos la escuché quejándose de mí... es obvio que sólo aparentaba.

-No lo sé- hablé muy bajo y entre dientes. -Sólo me desmayé, eso es todo...- Anna se quedó sin conversación de nuevo.

-Bueno, te dejaré que comas sin molestias... ehm... te dejé tu chaqueta y botas en la silla de allá- señaló cerca de la chimenea -hay más ropa limpia en el cesto por cierto... ¡Oh! Casi lo olvidó los chicos...- ¿En dónde está mi escopeta?- interrumpí.

No respondió. -Mi esposo vendrá a explicarte todo después, por ahora descansa. El tiempo pasó pero esa herida no. Tendrás que descansar hasta que sane completamente- ordenó. ¿Herida? ¡Dios! ¡Había olvidado que recibí un disparo! Pero intenté no mostrar ninguna emoción.

-Estaré afuera por si necesitas algo- finalizó y salió por la puerta. Pero siempre con una gran sonrisa. Supongo que esa es la estrategia que tiene, transmitir "seguridad" a quien quiera que esté allá afuera.

Su sonrisa formaba pequeños hoyuelos en las mejillas. Su piel era tan blanca que casi brillaba, sus ojos eran verdes miel y su cabello pelirrojo y completamente lacio llegaba poco abajo de sus hombros.

Era delgada; probablemente unos ocho años mayor que yo, pero igual lucía muy joven. ¿Quién era el hombre con el que hablaba? ¿Su esposo? ¿Es él el líder de este "lugar"? ¿Será algún grupo o quizás es del que hablaba Mamá antes de llegar a la cabaña de Mitch? Las dudas eran demasiadas, y sólo llevaba despierta ahí unos minutos.

Comí las judías lo más rápido que pude, no les voy a mentir, me estaba MURIENDO de hambre. Me puse mis botas esperando salir pronto de allí.

¡¿Otra vez la puerta abriéndose?! Creo que era el hombre. Y sí, efectivamente era él.

-Hey, ¿Cómo estás?- dijo amigable -Sí, la herida fue fuerte, con suerte la bala te atravesó, y no se quedó dentro de tí. Eso complicaría las cosas, y esas vendas no durarán ahí mucho tiempo. Paisley, una de nuestros paramédicos, hizo un buen trabajo.

-Gracias, ehm ¿Puedo preguntarte algo?- por fin comenzé a hablar -Bueno, ya lo hiciste ¿No?- bromeó después de una risita ahogada. -Anda, lo que quieras- dijo -Está bien, ehm ¿En dónde... en dónde estoy?- pregunté confundida.

Él suspiró -estás en nuestro grupo- se tornó un poco serio -Sí pero, ¿Por qué me trajeron aquí? ¿En dónde estoy exactamente? ¿Y mi familia?- seguí. Pausó un momento -¿Tu familia? No vimos a nadie, sólo estabas tú. Fue un milagro que sobrevivieras, un compañero y yo te rescatamos, hubieras muerto si no. Era extraño que estuvieras sola. Ahora algunas cosas tienen sentido- mencionó -¿Algunas?- pregunté... de nuevo -Creo que me toca hacer a mí las preguntas...-

MORDIDAS QUE CONVIERTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora