CAPÍTULO 3: Se arreglará con calma

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Mis manos apenas tocan las hojas de los arbustos, son rasposas y un tanto mojadas.. Pero mi objetivo inicial (salir de ahí) no se cumple... Una mano fuerte comienza a jalarme de vuelta atrás.

Rápidamente Papá me tira al suelo, dejando caer su pistola y la escopeta de Mitch. En una desesperación inmensa, intento gritar, pero nuevamente quedé sin éxito... La mano derecha de Papá me cubre la boca, me bloquea la función de omitir un sonido. Por lo menos no un grito de auxilio, sino algo que se identificase fácilmente como "ayuda".

-Shhh.... shh- repite Papá asustado de que alguien lo descubriese. Yo, sin siquiera dejarlo dar una explicación, le muerdo como puedo algunos de sus dedos de la mano que me tocaba la boca.

Él se queja de dolor y se toca la mano mientras se retuerce en el suelo. Yo me arrastro como puedo hacia la escopeta de Mitch. Mis antecodos y piernas se manchan de lodo y césped húmedo. Mis rodillas se raspan.

Moví mi brazo, esforsozamente, tomo la escopeta y justo al momento de darme la vuelta, observo que Papá ya está frente a mí. En guardia con su pistola y apuntando a mi cabeza.

-¡¿EN SERIO QUIERES HACERLE ESTO A TU HIJA?!- le pregunto desepcionada -ya lo he hecho antes- responde fríamente refiriéndose a Chloe -lo siento, la verdad no quiero hacerlo- dice cerrando los ojos pero sin bajar el arma. Pronto recuerdo lo que dijo hace unos segundos -no, papá. ¡Te recuerdo que dijiste que ya no me harías daño!- rogué desesperada.

-¡Lo siento...!- gritó Papá. De repente siento un dolor horrible cerca de mis costillas izquierdas. ¡¿Había recibido un disparo de mi PROPIO padre?! El tiempo se detiene para mí. La verdad no supe diferenciar si de detuvo o fue más lento. De todos modos, no caía ni una sola hoja alrededor mío. Probablemente fue una alucinación. Siempre he sido una persona con mucha imaginación.

El sonido se fue incrementando en mis oídos, volví a la realidad. No estaba el Papá de ahora, era un Papá arrepentido, alguien que de verdad quería arreglarlo todo... pero era irreversible.

-Denise, escucha ¡LO SIENTO! ¡De verdad lo lamento! ¡Sólo fue un error que cometí!- la bondad en mi corazón y el rencor me golpeaban el cerebro al mismo tiempo. Pronto recuerdo a mis hermanitos, a mi relación con ellos y mi madre... el coraje vuelve -lo sé... Pero no te dejaré cometer otro más- dije seguido de un tiro justo en el estómago.. pulmón... la verdad no lo sé.

"Estoy en un sueño... estoy soñando... ¡ESTO ES UNA MALDITA PESADILLA A LA CUAL DEBO PONER FIN!" Decía constantemente dentro de mi cabeza. Mis ojos no se depegaban de Papá mientras apenas podía hacer sonidos. Él estaba agonizando también.

A pesar de que estaba segura de que lo que hice fue lo correcto, había algo en mi interior que me provocaba tristeza ¿Cómo no sentirlo? Había sido un día de mierda. La verdad, descarté lo de mi segundo novio como el peor día de mi vida. Poniendo este como el primer lugar.

Con esfuerzo me levantaba, puse una pierna y, apoyándome de un árbol cercano pude elevarme. Cogeaba mucho, de hecho, apenas podía moverme. El dolor era insoportable.

Por fin crucé aquellos arbustos pero no sin antes decirle unas palabras emotivas a Papá, aún era mi padre y estaba arrepentida de hacerlo. Detrás de ellos podía observar algo que ni siquiera tenía idea de que estaba allí. Era un muy pequeño pueblo, de hecho, no podría llamarse "pueblo". Sólo era como tres o dos cuadras de largo. En realidad, era más bien como una parada rápida en la que llegas antes de entrar o salir de la carretera para continuar tu viaje. (Imágen disponible al inicio del capítulo 3).

Era el lugar más pacífico en el que había estado desde que "todo" comenzó. Era como estar en el paraíso. Por fin un lugar para pensar y reflexionar lo que pasó.

Sin saber que hacer, entré a una tienda de pesca que decía "Pesca para tí: Fred e hijo". Era un edificio color blanco con unos detalles de piedra, tamaño mediano, probablemente dos pisos o sólo uno. Finalmente decidí entrar a ese, uno de tantos edificios que estaban perfectamente en "hilera", derechos. Haciendo de esa pequeña calle, muy "agradable" o limpia. Ordenada. (Imágen disponible al inicio del capítulo 3).

Llegué a la puerta, noté que estaba cerrada con un candado, las ventanas, con manchas de sangre seca. Pero no me importaba, sólo quería entrar y tener tiempo para pensar.

Con presición, alzé la escopeta sobre mis hombros y, un tanto desesperada, jalé el gatillo. Haciendo que el candado cayera destrozado a la alfombrilla de la entrada.

Mi cerebro por fin siguió su curso... Finalmente comenzé a procesar las cosas que habían sucedido. Una señal de vida se encendía en mi cabeza.. Mientras me sentaba lentamente en la mesa de la entrada de aquél local.

No lo podía creer. El amor que sentía al pasar casi toda mi vida con mis familiares se había esfumado completamente. La esperanza era nula. Mis palabras a lo que acababa de ocurrir se qudaban cortas. Mis manos temblaban. Sentía mi estómago revuelto. Mis hermanos y padres estaban muertos...

Me quedé ahí sentada mientras miraba el suelo fijamente, intentando olvidarme de todo y seguir. Mi vista se perdía. Me mantuve fuera de sí por como dos horas.

Estaba justo a punto de levantarme y buscar algo de comida cuando noté..... que la correa de la escopeta estaba rota...

MORDIDAS QUE CONVIERTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora