CAPÍTULO 12: Vivo

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La "reunión" de Elaine no fue muy grave para mí. Porque sé que Maurice y Pete no harían eso, aunque de éste último no estoy muy segura.

Pero por fin encontré el defecto de Lake Mile; hallé el problema en ese lugar que se veía tan perfecto... tan... vivo.

Elaine finalmente se dio por vencida -será otro día, es por nuestro propio bien- terminó la mujer enojada por lo sucedido y se fueron de nuevo a sus respectivos hogares. ¿Cómo pueden vivir tan tranquilos detrás de esos muros de bambú, planeando robar y dejar a casi treinta personas, entre ellas niños, sin comida y armas? (Imágen disponible al inicio del capítulo 12)

La luz del día se asomó otra vez por el pasto verde que parecía de plástico del campamento. El lago estaba más tranquilo que otros días, excepto por las ondas que provocaban los niños al lanzar piedras de gran tamaño.

Llegué con todos los que ya se habían despertado, estaban desayunando junto al lago y conversando felizmente, bueno casi todos. -Si vuelvo a tomar así... mejor nunca me despierten- suplicó Cooper de forma lenta y "cansada".

-¿Qué fue lo que pasó?- volvió de nuevo a la realidad después de pensar con los ojos cerrados -resaca amigo, es lo que pasó- respondió Norman mientras terminaba de revolver unos huevos dentro de un caldero sobre la fogata. -¿Qué dices Denise? ¿Quiéres un poco?- asentí y comenzó a servirlos.

Miré a Anna, la cual estaba pasando por el "garage" de ladrillos donde reparan las cosas -¡Hola!- me llamó. No había olvidado lo que vi la noche anterior así que sólo la vi pensando en lo mentirosa e infiel que era. Se giró a seguir con su trabajo de limpiar el agua del lago para consumirla, fingió no importarle que la mirase así, pero claro que le importó.

-¡Cooper!- llegó Héctor -¿Qué estás haciendo imbécil? Es tu turno- éste se quedó mirando al suelo, luego se giró hacia Héctor -¿Qué dijiste?- preguntó soñoliento -toma tu arma- le ordenó Héctor. Cooper pensó por unos segundos, luego se levantó del tronco donde estaba sentado, tomó un rifle de gran tamaño y miró de manera retante pero no verdadera a Héctor, el cual llevaba un hacha en las manos.

Nos miró a todos, sobre todo a Norman -¿hay algún problema?- quiso aclarar el líder a Héctor -no es nada, un montón de cadáveres se aproxima- avisó el latino. -Bueno, entonces tenemos que hacer algo ¿no?- dijo Norman mientras se levantaba, acomodaba su pantalón hacia arriba y tomaba su revolver 357 magnum. Todos los presentes, incluyéndome, hicimos lo mismo que él. Sólo que yo quería usar a Edna, la escopeta.

Anna vio lo que pasaba y tomó el arma que tenía en las bolsas traseras del pantalón, nos alcanzó corriendo, cosa que nosotros también hacíamos.

Nos acercamos al muro de la puerta principal. Todos corrían a específicos lugares. -¡A sus puestos!- gritó Norman firme -¿¡Cuál es el mío!?- dudé -¡Detrás de mí!- me ordenó.

Éste corrió y se posicionó detrás de un refrigerador oxidado y acostado en el suelo, me coloqué justo atrás de él.

Todo se quedó en silencio, salvo el ruido que hacían las pistolas y rifles al moverlas levemente. -¿Qué ordena, jefe?- susurró Cooper sin quitar la vista de los árboles y arbustos frente a la puerta, nadie lo hacía. -Abran las puertas rápido, comenzaremos a dispararles a todos, terminaremos con ellos, pero cuando yo diga- aclaró.

Elaine y Héctor esperaban la orden de Norman tomando la puerta de bambú. Tardó unos segundos en hablar que nos hicieron sentir inserguros, de hecho, Anna miró a Norman en señal de duda, pero sin bajar el arma.

Éste le devolvió la mirada y asintió. Anna se giró nuevamente al exterior. Comenzaron a oirse pasos en el pasto seco de afuera, se podía deducir que eran como 15 o más, y aunque no suena como muchos, seguro que podían se letales.

Se escuchaban a bajo volumen esos sonidos raros que emitían, que hacía que pareciese que se ahogaban. -¡Ahora!- gritó Norman. Mis impulsos me obligaron a empezar a disparar.

Era difícil darle a alguno por dos cosas; estaban muy lejos y se confundían entre los arbustos. Otra razón era que Cooper, Norman, Elaine, Héctor y otros del muro le daban a todos y la oportunidad casi era nula.

-¡Hey esperen!- gritó Cooper para alertar al grupo, pero su voz se perdió entre los disparos. Norman pudo escucharlo -¡Alto al fuego!- mandó el líder. Los disparos se detuvieron pero a lo lejos se escucharon los gritos desesperados de una mujer pidiendo ayuda.

-¿Escuchan eso?- cuestionó de nuevo Cooper. Miramos todos hacia el exterior y entre los arbustos pudimos notar a una mujer rubia que usaba un "chongo" despeinado y traía una niña entre sus brazos. Mientras corrían hacia Lake Mile, todos se dispusieron a abrir paso, excepto Norman, que se acercó hacia la mujer.

A unos metros de distancia antes de llegar a ella, le gritó a Norman -¡Están allá! ¡Aún hay gente por allá!- señaló para atrás. Éste sin detenerse, siguió corriendo hasta adentrarse al bosque con su revólver en las manos.

-¡¿Estás bien?! ¡Todo va a estar bien!- dijo desesperadamente hacia la pobre niña mientras la tomaba de las mejillas, seguido de un abrazo. Anna llegó por atrás y tomó su hombro.

-¿Disculpe? ¿Está bien? Ehm... soy Anna ¿y usted?- preguntó -Miranda, ella... ella es Aggie- respondió mientras respiraba agitada porque habían corrido. -Escuche, mi esposo volverá pronto, cuando eso suceda, tendrán que...- ¡Oh! ¡Gracias a Dios que están bien!- interrupió Miranda al ver a lo lejos que su gente se encontraba con vida.

Venía una mujer de cabello negro muy rizado y un chico castaño detrás de ella, "protegidos" por Norman, quien acababa con los cadáveres de alrededor.

Corrieron hasta adelante de las puertas mientras Elaine y Héctor las cerraban de vuelta. -¡Abran paso!- gritó Norman moviendo sus brazos a los lados. Miranda abrazó a la mujer y al chico que venían con ella. Luego, este muchacho se giró hacia "Aggie", la niña. Y se abrazaron fuertemente. -¡Lo hiciste!- cerró los ojos el chico -¡Ustedes igual!- aclaró Aggie -¡Sabía que lo harías!- lo sostuvo por más tiempo.

Después de reencontrarse, tomaron sus maletas que milagrosamente conservaron. Y comenzaron a hablar con Norman. Él les explicó exactamente lo mismo que a mí.

-Así que el apodo no te va más ¿Eh?- llegó Cooper detrás de mí con los brazos cruzados. -No duró mucho tiempo, supongo que ahora sí te llamarás Denise- comentó. -Si te gusta, puedes seguir llamándome así- aclaré sin mirarlo. -Tal vez lo haga- terminó.

Al paso de las horas, me encontraba entretenida quitando las astillas incrustadas en la madera en las escaleras de la entrada de mi cabaña, mientras Héctor me contaba unas cosas -entonces, probablemente tendrás que salir uno de estos días si quieres ir a alguna Expedición- aclaró -pero en este momento estamos ocupados con la horda de hoy, así que le diremos a alguien que no sea del Muro- siguió pero no pudo terminar porque llegó Norman, con todos los recién llegados.

-Y por aquí están las cabañas- presentaba Norman mientras Miranda me miraba con desprecio ¿Qué le hice? Ni siquiera le he hablado en mi vida ¿y me detesta? ¿Es igual que Anna?

-Y... ¿Dónde nos quedaremos todos?- dudó esa mujer -creo que no "todos" se van a quedar en la misma cabaña- respondió el líder.

MORDIDAS QUE CONVIERTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora