CAPÍTULO 18: Masacre frutal

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-Se fue la electricidad desde anoche ¿sabe?- notificó a Norman una mujer robusta -lo sabemos señora, estamos haciendo lo posible por solucionar este problema- ¿Cómo?- dudó la mujer. -El generador se arruinó. También necesitaba una cadena y un poco de gasolina- explicó el líder.

Era un sábado por la mañana, un día después de la práctica con Jody. La gente no se presentaba tan tranquila como siempre. Se alarmaron con el simple hecho de que se fue la energía. Ignorando lo que REALMENTE hay allá AFUERA.

El líder comenzó a tirar de la cadena del generador para echarlo a andar. Después de unos segundos se percató de que NADIE le estaba ayudando.

Miró a sus lados y llamó al único que se encontraba cerca, era Héctor -¡Flores!- llamó Norman -¡ven acá! ¡Ayúdame a echar a andar esta cosa!- ordenó.

-No... no creo que sea capaz- respondió el latino -¿Qué? ¿Por qué?- quiso aclarar -es que no me interesa- admitió sin vergüenza el chico -¡¿Qué mierda hablas?! ¡Ven acá!- ordenó firme. El muchacho, sin ninguna otra opción, se centró en ayudarlo.

Escuché esa conversación y no pude evitar reírme de la situación en la que se encontraban los dos. Llegué con una gran sonrisa en mi rostro.

-¿De qué te ríes Stanley? Ven aquí- bromeó Norman sonriendo -¿Qué? ¿Crees que es una broma?- siguió. Me acerqué a ellos -¿qué necesita el "jefe"?- me dispuse a ayudar aunque lo de Norman no era en serio.

-¿Denise? ¿Stanley? ¿Te llamas Denise Stanley?- se sorprendió el latino -¿y tú? ¿Héctor Flores?- le seguí el juego -¿qué tiene de malo mi nombre? ¿Es feo?- dudó el joven. -Oh, claro que no. Pero supongo que el mío sí- deduje.

-Tu nombre es muy bonito- comentó de vuelta Héctor -sí, sí. Basta de elogiarse entre ustedes y volvamos a lo bueno- ordenó el líder. Supuse que lo de ayudarles fue simple compromiso así que me retiré de allí y me dirigí a mi cabaña. Aunque tuve que hacer una parada antes.

Tomé una sandía a escondidas del grupo que raciona la comida. Sorpresivamente seguía en buen estado, es decir, aún era un poco dura. Se preguntarán para qué iba a necesitar una sandía y la respuesta era tanto incoherente como astuta.

Planeaba usarla como "artefacto de práctica". Osea que la utilizaría para clavarle mi cuchillo de tal forma que sea más fácil, rápido, preciso y útil asesinarlos.

De pronto entró Aggie a la cabaña y se encontró con la escena probablemente más inusual de su vida. Me encontró con un cuchillo en las manos perforando la cáscara de la sandía. Había jugo y pedazos de ésta fruta regados por toda la mesa del centro.

Me miró extrañada y continuó con su paso luego de haberlo detenido. -¿Qué... qué haces?- se asombró. La miré y con señas le di a entender que practicaba. -Ah, ya entiendo. Lo de tu práctica- supuso. -Continúa si quieres-.

Obedecí e implante mi cuchillo de golpe en el interior de la sandía. Miranda, la madre de Aggie entró y se atemorizó al ver pedazos de sandía sobre el suelo. La verdad no comprendí porque se "atemorizó" si no hay razón de hacerlo. Pero creo que ella le teme a lo desconocido.

Me miró con ojos de "otra vez esta rara" o algo parecido. -¿Te parece si dejas eso? Está ensuciando la cabaña, de por sí no es tan bonita, lo empeorarás- recomendó. La ignoré y seguí con lo que estaba haciendo.

-¿Qué es todo esto? ¿Algún tipo de ejercicios raros que haces? O...- ¿Por qué no me deja seguir ¿Eh? ¿Le parece mejor?- interrumpí groseramente.

-No me parece "adecuado" que haya traído esto aquí sin el consentimiento de los que racionan el alimento. Ya que no es fácil hacer esta tarea. Sabiendo que llegará el momento en el que habrá gente que no pueda comer ni un poco. Así que sugiero que no vuelva a infringir la ley y "consuma" los alimentos como se debe- intentó sonar educada pero era grosera a la vez.

-Mamá... es una fruta- comentó disgustada Aggie -sólo una fruta... ¡Nada más!- No me subas la voz- ordenó Miranda molesta. Aggie se disculpó.

-Iré a hablar con Norman para ver si ya funciona la luz. Detesto estar sin ella. No vayas a ningún lado- terminó la mujer rubia cerrando la puerta.

-¿Es muy difícil usar cuchillos?- inició la conversación Aggie, lo cual me alegró porque era tan callada y al parecer se estaba abriendo más a mí -Si hablas de cortar una manzana en dos partes, la verdad no- bromeé. Aggie sonrió.

-Es difícil no hacer que te tiren contra el suelo- contesté de verdad. Ella pensó por unos segundos -no debo decir esto, pero ¿por qué no le clavas el cuchillo en el orificio del ojo en vez de penetrar el cráneo?- aconsejó -¿Lo ves? No pude evitar sonar tétrica- comentó.

-No ¿sabes? Seguro tomaré tu consejo- dije. -Te aburres aquí dentro ¿no?- pregunté -no siempre estoy dentro. A veces salgo a jugar con Sheldon o los chicos de aquí. -¿Cuáles chicos?- dudé -tú sabes, los nietos de Elaine y Maurice, el hijo de Genne, se llama Jesús, su hermana Mari, en verdad no conoces a nadie ¿cierto?- No a los niños, sólo a ti. Y ya me caes bien- comenté.

-En mi antigua escuela, no solía caerle bien a los demás- dijo -yo tampoco, pero ¿te digo algo? ¿A quién le importa? Seguro ya están todos muertos- hablé sin pensar -no sonó bien ¿verdad?- ella negó con su cabeza -lo siento-.

-Tú me recuerdas a una chica con la que salió Sheldon una vez- explicó -era muy bella y le caía bien a todos, en especial a Sheldon- ¿Era? ¿Qué le pasó?- dudé -tú lo dijiste: todos están muertos- afirmó.

-No quise decir... ¿Sabes a quién me recuerdas?- pregunté mientras me miraba fijamente, como si la viese a ella desde el espejo retrovisor de mi camioneta cuando me fui a Atlanta, o como si la viese entre esa nieve que cayó en mi casa antigua, así es, me recordaba a Chloe.

-Por favor a alguien que esté muerto no- dijo Aggie. Eso me decayó un poco, y ella lo notó -¿Estás bien?¿Dije algo malo?- No, es sólo que... ojalá no estuviese muerta, para darle un enorme abrazo ahora.

-¿A quién te recuerdo?- preguntó -a mi hermana... se llamaba Chloe. Era muy bonita, lista y se le formaban esos hoyuelos iguales a los tuyos- respondí tocando con mi dedo índice su mejilla. Las dos reímos levemente -debes extrañarla- supuso -sí... algún día la veré de nuevo-.

-¿Tú extrañas a tu padre?- dudé -nunca lo conocí, siempre he estado al lado de mi mamá y Sheldon toda mi vida- Bueno, mira el lado bueno, ya no lo extrañarás- bromeé -supongo- terminó Aggie.

Pensé en lo que acababa de decir, creo que volví a cometer un error. Tal vez herí sus sentimientos -lo siento, yo te haré compañía si lo necesitas alguna vez- dije -gracias, es lindo de tu parte- agradeció la niña.

De pronto entró de golpe un muchacho, era Sheldon -¡Aggie!- extendió los brazos -¡Sheldon!- lo abrazó fuerte. -¿En dónde estabas?- Estuve toda la mañana practicando tiro ¿Me extrañaste?- explicó. -¿Y tú Denise? ¿Qué cuentas?- me miró -nada... me preparo para la práctica de hoy- contesté.

Aggie se apartó y Sheldon notó la sandía dentro de una bolsa para basura -con una... ¿sandía?- dijo confundido -créeme, tendría sentido si practicases con Jordan- comenté -¿Jordan? El que llaman Jody ¿Eh? ¿Que no es muy duro? Bueno, eso es lo que dicen- preguntó.

-Es un idiota realmente- afirmé -pues tienes suerte- comentó -¿qué quieres decir?- Bueno... Lloyd Cooper no es el mejor mentor que existe- insinuó el chico.

-Créeme, preferiría a Cooper que al "rebelde" y "aislado" del grupo- confesé -Lloyd es un buen tipo, pero para el tema de las armas, te juro que prefiero a alguien que no te grite motivaciones, odio eso. Prefiero a alguien rebelde, apático o misterioso como Jody- dijo de broma y todos reímos levemente.

-Bueno, te dejaré seguir con tu masacre frutal- volvió a bromear -no, ya terminé- menos mal, creí que ibas a perforar más a ese cúmulo de azúcar natural- ¡no bromees!- dije sonriendo -me estoy esforzando para hacer esto bien- ya veo, ¿te doy un consejo?- ayudó Sheldon y asentí.

-Finge que no te preocupa de verdad todo esto, es decir, no le demuestres tu debilidad- aconsejó -gracias por el aviso, supongo. Simularé que no me importa nada como él lo hace. Veré si puedo- dije.

Después de unos minutos, salí de la cabaña y me dirigí a la zona de práctica de costumbre. Y cuando miré de lejos a Jody con una revólver pequeña, me di cuenta de que había cometido un error.

MORDIDAS QUE CONVIERTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora