Tras la información compartida por el shogun se suscitó un festín colmado de manjares, y tras de este los lideres se retiraron a sus respectivas residencias en compañía de sus herederos. No obstante, un par de jóvenes permaneció en la gran torre y desde un balcón disfrutaban la vista de esas misteriosas tierras mientras los vientos salinos los acariciaban.
—Has estado muy callado, Nobunaga —Comentó de repente de la hermosa heredera del clan Mori, Akame.
—¿Crees que sea verdad todo lo que dijo el shogun? —Preguntó Nobunaga con un semblate trémulo y una voz seria.
—Me encantaría ves a una de esas poderosas bestias con colas, eso es lo único que me importa de su relato. Pero este continente no me parece un lugar conflictivo, al menos no como nuestro hogar. Aquí se respira una extraña sensación de paz que no me agrada.
—El estado natural del mundo es la guerra —Dijo el líder del clan Oda—. Dudo que estas tierras desconozcan el conflicto; es solo que no lo conocemos.
Según la ideología de muchos samuráis, entre los cuales se encuentra Nobunaga, el mundo debe estar en conflicto permanente para mejorar, pues solo la necesidad de protegerse de un ataque fomenta el desarrollo de la raza humana; la paz es solo un periodo de calma antes de la siguiente guerra, y por ende un momento de calma antes de seguir el desarrollo humano.
Akame mostraba una devoción y aprecio sentimental para con Nobunaga.
Ambos se abrazaron con afecto y cariño mientras dirigían sus miradas a las vastas tierras del sur y maquinaban en sus mentes perversas intenciones. Dicha estadía se vio interrumpida por un par de presencias que se acercaron buscando un balcón para charlar. Nobunaga y Akame volvieron la vista para toparse con otra pareja: Kenta y Hikari.
—Kenta, ¿no es muy tarde para que un miembro de la guardia siga despierto? —Comentó Nobunaga.
—Realmente no. Y es oportuno que me topara contigo. Mañana por la mañana iré a una misión de exploración y me encantaría que nos acompañaras. Iremos al sur a una tierra llamada, llamada... ¿Cómo era?
—País del fuego, Kenta —Corroboro Hikari, sonriéndole de forma dulce.
—¿Por qué un heredero haría una misión de exploración? —Esa era una tarea propia de samuráis de bajo rango, cosa que causaba desinterés en el joven daimyo.
—Por diversión. Pasamos meses en esos apestosos barcos, quiero estirarme un poco y, sobretodo, conocer este mundo. ¿Qué dices? —El hijo del Shogun se veía bastante animado, como quien invita a un amigo a una fiesta.
—Soy un daimyo —Rodó los ojos recordándole su estatus superior— Aunque tienes razón. No tengo intenciones de pasar días en esta base sin hacer nada. Iré contigo
Kenta se mostró con mayor ánimo. Luego invitó también la joven Akame como parte de la expedición; ella no se mostró para nada animada, pero aceptó cuando Kenta informó que tenían autorizado entrar en combate con los ninjas si era necesario. Lo que daba pie a una justificación para cualquier desfachatez. La promesa de pelear contra los ninjas insufló a Akame de emoción repentina. Para quienes conocen a la joven heredera del clan Mori estos cambios de actitud tan repentinos no son desconocidos. El grupo acordó salir a la mañana siguiente a primera hora del día con rumbo al sur.
Las expediciones de reconocimiento son misiones importantes y urgentes, según la estrategia de los invasores. Enviaron grupos de samuráis en todas direcciones y a todos los países aledaños a la nación que estaban invadiendo. Un grupo de estos se encontraba en las tierras del País de las Aguas Termales aquella noche.
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Naruto: El Resurgir del Samurái
ActionEl mundo ninja, un vasto y hermoso lugar en el que conviven países, aldeas y culturas diferentes. Como han gozado estos últimos tiempos de paz desde la última guerra. Durante este periodo de paz las aldeas ninjas han crecido enormemente incluso han...