Capítulo 32: Derrota samurái

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Yugito pudo divisar una sombra acercársele a través de la humareda levantada por el impacto de los ataques. Esperaba que fuera el chico rubio, en quien pensaba pudiera confiar, pues la había salvado.

—¿E-eres tú? —Se atrevió a cuestionar levantándose con dificultad con ayuda del árbol que estaba a sus espaldas.

No hubo respuesta, pero la sombra mostró una espada. Era obvio que no era Naruto. La mujer tembló intimidada, pensando que no podría defenderse a causa de su herida. Otra sombra apareció por un lado con un kunai en la mano, en un segundo ambas armas chocaron resonando en el sitio.

—¡Es que acaso no puedes morirte y dejar de joder! —Exclamó la voz de Hiroshi.

—Aun no me has vencido, y no me rendiré —Respondió el rubio haciendo aparecer más clones, los cuales envió para atacar a Hiroshi y distraerlo mientras formaba un nuevo rasengan.

—E-es imposible que tengas tanta energía. ¿Cuánto chi usaste en esa estúpida esfera? —Alegó incrédulo el samurái teniendo que retroceder con cada arremetida de los clones.

—No tengo idea que es el chi. De lo único que estoy seguro es que te voy a vencer, samurái

Los clones siguieron hostigando al agotado Hiroshi, quien no pudo ver al original acercarse por detrás de él con el rasengan listo

—¡Estás acabado, trágate esto! ¡Rasengan!

—Mierda, ¡Mierda! —Gritó Hiroshi tratando de detener a Naruto arrojando un corte con su espada, que, aunque no falló, no logró detener al ninja.

El rasengan impactó el abdomen de Hiroshi. Una poderosa ventisca disipó el humo para luego volar por el aire el samurái hasta estrellarse violentamente contra un árbol.

Desde donde estaba, Yugito miró atónita el combate, y la fiereza con la que ese rubio la defendió, cosa que aumentó más su halago cuando Naruto la miró, e ignorando sus heridas y articulando una sonrisa victoriosa dijo:

—¿Estas bien? —No había salido indemne del enfrentamiento.

Sus manos y brazos presentaban quemaduras, tenía golpes por toda la cara, además de dolor en los costados, finalmente una cortada profunda en el hombro.

Se acercó a ella, pero no pudo soportar mucho más y cayó arrodillado. Fue Yugito quien se acercó a él con intensión de ayudarlo, pero tampoco estaba en buenas condiciones. Con dificultad ambos terminaron sentados en aquel árbol.

—No te preocupes: mi compañera es una ninja médico, debe estar cerca —Afirmó Naruto jadeando mientras trataba por si solo de vendar sus brazos.

—¿Quién eres? —Preguntó Yugito mientras lo ayudaba con los vendajes—. ¿Por qué me ayudas?

—Si no nos ayudamos entre nosotros, nadie lo hará —Respondió con una leve sonrisa—. Me llamo Naruto Uzumaki, soy de la Aldea de la Hoja.

—¡¿Que?! ¿De la Aldea de la Hoja? ¿Qué haces aquí? —Exclamó sorprendida ante tal revelación.

—Vine con otros ninjas para protegerte de los Akatsuki —Respondió con sinceridad—. Al principio pensábamos que solo eras una persona con información que a ellos les interesa, pero ahora entiendo mejor las cosas.

—¿Qué cosas?

—Eres una jinchuriki, ¿verdad? —Respondió llevando su mano al vientre de Yugito, lo cual la hizo sonrojar por lo repentino—. Se lo que sientes, y la carga que llevas.

—T-tu no lo entiendes, nadie sabe lo que se siente llevar a un monstruo dentro —Suspiró desviando la mirada, mientras funestos y terribles recuerdos la aquejaban.

Naruto: El Resurgir del SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora