Capítulo 3: Elijo ser un ronin

167 9 1
                                    

La lluvia pronto acaeció y con ella el ataque se consumó. No hubo quien en esa humilde aldea salvara la vida; el acero samurái no tuvo distenciones a la hora de cortas y mutilar,

Los ashigaru pronto iluminaron la zona con antorchas para iluminar la oscuridad que devoró la aldea. Pero los mayores fuegos se iniciaron en otra zona en donde los cadáveres fueron apilados y quemados en unas enormes piras. El fuego generó enormes columnas de humo y destellos visibles desde el mar; era la señal para iniciar el desembarco.

Kazuhiro recorría la calle principal para cerciorarse de que todo se encontrara en orden. Su apatía permaneció hasta toparse con el extraño samurái, quien estaba sentado en la entrada de una casa pequeña.

—¿Y tú que haces? —Reprochó el heredero de Tokugawa con altanería—. ¿Qué esperas para ponerte a trabajar con los ashigaru?

—No tengo intención de hacer tal cosa —Respondió el apacible hombre—. Ellos causaron esto; que ellos lo limpien.

—¿Quieres decirme que no asesinaste a nadie?

—Así es. No usé mi espada contra civiles inocentes. De ser un estratega más capacitado hubieras dejado vivos a algunos para obtener información.

—¡Tú no me vas a decir a mí o a mi padre como hacer las cosas! Somos el clan Tokugawa.

—Tu padre es un hombre inteligente, pero es también cruel y sanguinario. Tú solo eres un títere; cuando vea que eres un niño inútil te quitará del medio

Sus palabras eran fuertes y osadas; era consciente de la autoridad y rango que ese joven ostenta, más a pesar de eso no se achantó y despotricó en su contra.

—¡Como te atreves maldito traidor! —Bajó de su caballo para encarar al samurái—. ¡¿Y tú que eres?! ¡Tiraste a la basura todo lo que tenías: asesinaste a tu daimio! Eres un ser repulsivo, barbárico y carente de honor. ¡¿Quién te crees que eres para decirme a mí, o mi a padre, lo que somos?!

La ira se desbordó de los labios de Kazuhiro, y por más contundente y ciertas que fueron sus declaraciones solo causó una tremenda risotada por parte de ese hombre.

—Nunca dije que fuera mejor que ustedes.

Se suscitó un movimiento fugaz seguido de un estruendo, las ventanas de la pequeña casa reventaron por la presión y el aire. Kazuhiro no se contuvo y arrojó una tremenda patada dirigida a la cabeza de ese irrespetuoso hombre.

—Solo eres un niño lleno de soberbia —Tan potente ataque sirvió de muy poco, el pie del heredero encontró un tope en la mano derecha del samurái.

La espada del heredero abandonó la funda en un parpadeo y al instante rasgó el aire cortando de forma horizontal.

—Lento, muy lento —El objetivo esta vez se salvó con un simple salto lateral que lo alejó del filo de esa arma.

¡Giho-Kaze: Hoja de Aire!

Kazuhiro se dio vuelta buscando atacarlo con una poderosa ventisca que emanó de su espada, sin lograr encontrar a su objetivo. La furia del viento invocado destrozó la humilde vivienda volviéndola escombros.

Un sorprendente salto de varios metros situó al insolente hombre lejos de su agresor, ubicándose en el techo de otra vivienda.

—Deje que yo me encargue, mi señor —Sugirió Tetsuo empuñando su arma.

—¡No te metas! —Espetó Kazuhiro—. ¡Yo me encargaré de ese hijo de puta traidor!

—Te regalaré este consejo, Kazuhiro Tokugawa: un samurái debe conocer la fortaleza de su rival, pues enfrentarte a quien no conoces de regalará una victoria por cada derrota.

Naruto: El Resurgir del SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora