Capítulo 19: Sentencia de muerte

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Los eventos que se suscitaron en la Aldea de la Arena, desde el ataque de los Akatsuki y la posterior captura de un samurái dejaron huella, y por más que esto si quisiera mantener en secreto fue imposible y más temprano que tarde se corrió la información por todo el mundo ninja. Algo era ya de dominio público: los samuráis y los Akatsuki no están dispuestos a respetar las fronteras y no temen a las grandes potencias del continente. Y también es ya un hecho que los ninjas renegados están en busca de los jinchurikis, situación que atañe a más de una nación.

Días más tarde del fortuito encuentro con el ronin Jubei consiguió retornar a la base de su facción sano y salvo. A penas llegar fue recibido efusivamente por sus alumnos: Asami y Ryo, así como otros colegas que se preocuparon por él, incluido su daimyo que se satisfacía con su retorno sano y salvo, no obstante, su presencia fue requerida al día siguiente para comparecer ante el Shogun Ashikaga y otros daimyos

A primera hora fue llamado a la torre de mando, sede de la Gran Alianza Samurái. En el salón principal los seis daimyo, junto al shogun, así como algunos campeones, escucharían las palabras del veterano samurái.

—El sujeto siguió luchando con fiereza. Estando envenenado no duraría mucho más, así que decidí tomar una drástica solución: consumí en un ataque la mayoría de mi chi, esperando vencerlo —Relataba el samurái arrodillado frente a los siete líderes y sus respectivos campeones.

—Cualquiera diría que fue una estupidez —Comentó Yuu, la líder del clan Mori.

—Puede parecerlo, pero, ante una inminente derrota por parte de un veneno quizás fue la solución correcta —Agregó Takehiko, líder de los Shimazu.

—Logré vencerlo. Mi técnica destrozó a todas las marionetas y a él mismo. Creí que podría haber huido pero el veneno me doblegó y terminé perdiendo el conocimiento. Fui capturado por ninjas que me llevaron a una especie de ciudad a la mitad del desierto.

—¿Ninjas? ¿Y que puede decirnos de ellos? —Preguntó el Shogun con interés.

—No mucho. Tan pronto como pude escapé del lugar, no sin antes enfrentarme a unos cuantos de ellos. Admito que eran muy jóvenes, tal vez eran novatos ninjas, aun con mi chi disminuido y lesionado pude hacerles frente y escapar. Pero estaba demasiado endeble ya —En este punto Jubei guardó silencio, pues no estaba seguro de lo que diría a continuación.

—¿Y luego qué? —Cuestionó Masamune, líder de los Date y amo de Jubei—. ¿Cómo es que estando tan débil lograste llegar hasta aquí?

El samurái estaba confundido ¿Debía o no debía hablar acerca de Hideo? Él lo salvó y es más que obvio que los daimyo lo quieren muerto. Las palabras que el ronin le dedicó antes de irse no podían dejar su cabeza, la advertencia acerca de los daimyo lo confundía.

—Yo fui ayudado por alguien más. Cuando me desvanecí un hombre me auxilió y me alimentó —No levantaba la mirada, aun trataba de decidirse.

—¿Quién? –Exigió Kamagure, líder de los Takeda sospechando por el silencio.

—Fui ayudado por el Demonio Sombra, Hideo Fujigawara.

La mención de ese hombre causó sorpresa en todos los presentes. Las miradas de los campeones se posaron sobre Jubei. Shinzo se levantó indignado mirando con molestia al campeón.

—¿Él te salvó? —Cuestionó molesto—. ¿Por qué no lo mataste?

—No diga tonterías, Lord Tokugawa —Intervino el Shogun—. Seamos sinceros: Jubei no sería capaz de vencerlo aun con toda su energía y estando ileso. Enfrentar al Demonio Sombra agotado, hambriento y herido es lo mismo que un suicidio. Lo que me sorprende es que un monstruo como lo es el traidor Fujigawara haya ayudado a alguien.

Naruto: El Resurgir del SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora