Capítulo 29: Batalla por el Dos Colas PI

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Gadi permaneció inmóvil encarando de forma agresiva a Gai. Su nodachi se agitaba constantemente en un amago de intimidar a su adversario.

—Debo decir que desde que nos topamos en aquella posada supe que no eras una persona ordinaria. ¿Qué estás buscando aquí? — interrogó el ninja.

—¡¿Pensaste que yo era un ninja?! Eso me ofende mucho. Debería partirte la espalda por suponer tal estupidez —Se burló riendo a carcajadas. Su burla cesó y frunció el ceño—. Mi espada me pide sangre, y no me gusta dejarla con el antojo. ¿Escuchas su rugido? Yo si

El arma brilló ligeramente, comenzando a emanar vaho denso y frio, e igual emanó de la boca del samurái.

Gadi dio un gran salto al aire cayendo con fiereza intentando cortar a Gai, quien evitó el ataque saltando aun lado ágilmente. Antes que pudiera hacer algo el samurái arremetió con una serie de rápidos y certeros cortes dirigidos a las piernas del ninja. Extrañado por tales acciones, Gai era incapaz de prever o bloquear los cortes, debiendo retroceder en cada uno de ellos. En el ultimo el samurái hizo un cambio, arrojó una patada a las piernas de Gai, quien saltó para evitarlo, pero no evitó el golpe del samurái que le impactó en el pecho. Con la guardia abierta por el golpe fue víctima de una patada al rostro, una patada al pecho y finalmente un cabezazo.

Giho-Aisu: Lanzas Emergentes —Un movimiento ascendente con la espada y una serie de lanzas de hielo brotaron del suelo una tras otra intentando empalar al ninja.

Gai no tuvo tiempo de quejarse por los golpes recibidos, debió dar un gran salto para alejarse lo suficiente de las afiladas lanzas, terminando de pie sobre el techo del granero. Se tomó un momento para analizar las cosas y resentir los golpes, uno de los cuales le hizo sangrar la nariz.

—Este sujeto es muy hábil en el combate cuerpo a cuerpo, además de rápido, ¿todos los samuráis son así? —Musitó para sí mismo analizando cómo luchar contra Gadi—. Mi única opción es usar toda mi velocidad y atacar con fuerza.

Llevó su mano a su bolsa de herramientas y tomó un par de kunais con papel bomba, con un movimiento veloz de sus manos los arrojó contra el samurái inconsciente de los papeles bomba, los esquivó. Pero estos se clavaron en el suelo tras de él denotando a los pocos segundos, aturdiéndolo. Gai arremete a toda velocidad, tan fugaz como un parpadeo. Puñetazo certero al abdomen, con tal fuerza que levanta al enemigo del suelo, puñetazo ascendente que impacta en la barbilla de Gadi y lo eleva por el aire. No es suficiente para la Bestia Azul, que salta y alcanza a su indefenso rival en el aire.

—¡Remolino de la hoja!

Poderosa patada giratoria al rostro del samurái, le sigue una aún más veloz y fuerte que el pecho y finaliza con una enorme patada al estómago que proyecta violentamente al Gadi de regreso al suelo, con tal fuerza que lo incrustó en la tierra. Gai cae con gracia y sin problemas poco después.

—Con eso tendrá suficiente ese idiota. Pocas veces he tenido que usar toda mi fuerza en tan pocos ataques, pero ese samurái se notaba peligroso.

Creyendo finalizado el combate se dispuso a irse dando la espalda al campo de batalla, no obstante, un singular sonido llamó su atención. Una poderosa ventisca de aire helado se liberó en el lugar mandando a volar algunos objetos ligeros.

—¿Qué diablos pasa ahora? —Alegó el ninja volviendo su mirada al epicentro de la ventisca, que era el lugar donde había quedado Gadi.

El samurái está pie carcajeándose a pesar de tener la armadura destrozada en la parte superior del cuerpo y varias líneas de sangre escurriendo de su boca. El aire frió desapareció.

Naruto: El Resurgir del SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora